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El efecto Sylvia Plath

El efecto Sylvia Plath

¿Qué hace que los poetas sean más vulnerables a las enfermedades mentales? El «Efecto Sylvia Plath» nos invita a reflexionar sobre la compleja relación entre arte y emoción.

Cuando alguien piensa en conceptos como “creatividad” y “genio”, no resulta muy extraño que le vengan a la mente una serie de estereotipos como el del artista perturbado, maldito e incomprendido por la sociedad o el del famoso científico loco que pasas sus noches en un sótano realizando experimentos. Quizás podamos agradecer a una infinidad de películas y obras de ficción por esto. Pero ¿qué tan apegada a la realidad es esta relación de imágenes? La respuesta es: demasiado, de acuerdo con cualquiera que haya leído una enciclopedia entera.

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La lista de creativos con peculiaridades mentales es alarmantemente extensa. Incluye a todo tipo de individuos provenientes de diferentes eras, desde Sócrates hasta Edgar Allan Poe, desde Francisco de Goya hasta Syd Barrett. Pareciera que la creatividad y la salud mental van de la mano. La hija del irlandés James Joyce, aquel ebrio modernista que escribió un libro de 676 páginas con cientos de palabras inventadas, nació con esquizofrenia. Lo mismo sucedió con el hijo del físico favorito de todos, Albert Einstein.

La relación es clara y creencias sobre ésta han existido a lo largo de nuestra historia, pero tratemos de encontrar patrones más específicos: En su libro The Price of Greatness el psiquiatra Arnold M. Ludwig, profesor en la Universidad de Kentucky, afirma que los creativos involucrados en campos artísticos tienen una mayor tendencia a trastornos mentales que aquellos enfocados a otros ámbitos como la ciencia y la tecnología.

Hay quienes no se detienen con eso: Aquí entra el psicólogo estadounidense James C. Kaufman, autor de numerosos estudios sobre la creatividad y sus implicaciones, pues en 2001 acuñó la teoría del llamado “Efecto Sylvia Plath”, nombrado así por la poetisa americana, quien a los treinta años de edad decidió ponerle fin a su vida.

De acuerdo con este estudio de nuestro amigo Kaufman, en donde se estudiaron los casos de 1,987 escritores de diversas nacionalidades, los poetas son más propensos a morir jóvenes que cualquier otro tipo de escritores. Dramaturgos, novelistas, biógrafos, cuentistas, historiadores, todos se quedan atrás frente a la sombría aura de la poesía.

Más aún: el psicólogo americano sostiene que entre todos estos poetas dolientes, las mujeres son aún más vulnerables a las confusas garras de las enfermedades mentales.

Nada muy lejos de los estereotipos mencionados en el primer párrafo. Es una realidad, triste y poética como los grandes poemas de Sylvia Plath, Anna Sexton, Alejandra Pizarnik, Sara Teasdale y Alfonsina Storni, entre otras. Las poetas malditas se llevan el puesto, alimentando a la famosa imagen del artista desequilibrado y trastornado. Oh, bellas condenadas por su grandeza… respiren profundo y cuenten hasta diez.

Una colaboración de Augusto Sillano @aaaaaaaaaaaaash para @Culturizando

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