Por Michel Rodriguez / El 25 de septiembre se cumplen 45 años de la quiebra de la Bricklin Canada. Para muchos, Bricklin es un nombre desconocido, pero en la historia automotriz este vehículo es considerado como una aventura innovadora, pero también una promesa rota.
Malcolm Bricklin
Bien, comencemos esta loca historia con “el padre de la criatura”: Malcolm Bricklin, quien, desde muy joven demostraría tener un espíritu sagaz y emprendedor. Antes de los 25 años, Bricklin se convirtió en representante de la automovilística Subaru en Estados Unidos, para luego ser cofundador de Subaru of America, lo que le permitió introducir a ese país el Subaru 360.
El modelo no cumplía con todas las reglamentaciones legales exigidas en Norteamérica. No obstante, la introducción del vehículo fue posible gracias a una ambigüedad legal encontrada por Bricklin, quien siempre buscaba ver el vaso medio lleno, por muy vacío que estuviera.
Pero la prensa atacó al Subaru 360 por ser un peligro andantes, y las críticas hicieron que las ventas se desplomaran. Ese era el primer “strike” de Bricklin, quien a pesar de esto, quiso seguir en el juego y apostar a más; lo haría fabricando su propio automóvil.
El Grey Ghost
De su primera derrota, Bricklin aprendió que un auto seguro no tendría problemas, pero mientras toda la industria pensaba que un vehículo más seguro lo hacía feo, el audaz diseñador pensaba que sí era posible combinar atractivo con seguridad.
Pero tenía un inconveniente: era difícil materializar sus diseños. Para lograrlo, Bricklin ubicó a varias de las más grandes mentes del diseño automotriz de Estados Unidos. Entre los contactados estaban: Brucer Myers (padre del Buggy), Marshall Hobart y Herb Grasse, -quien ayudó a construir el Batimóvil de la serie de TV de los años 60; fabricado por el gran George Barris.
El vehículo fue llevado a escala real desde la mesa de dibujo en solo 90 días, algo que en la industria del automóvil, podía tomar de tres a cuatro años. Grasse supo darle a Bricklin lo que quería y el prototipo final, ya listo, fue apodado “Grey Ghost” (Fantasma Gris).
SV-1 (Safety Vehicle-1)
Finalmente Bricklin probó su punto: el aspecto del SV-1 demostraba que sí se podía hacer un auto seguro que al mismo tiempo se viera bien.
El Bricklin SV-1 resultó ser revolucionario como ninguno. Su carrocería era de fibra de vidrio y plástico, tenía cinturones de seguridad (que no eran obligatorios), y tablero acolchado para impactos.
Los parachoques se diseñaron según la ley de rigor que establecía una tolerancia a impactos a 8km/h. Además de esa tolerancia, en caso de impacto los parachoques se metían hacia el interior de la carrocería, y luego regresaban a su lugar original.
Aparte, el SV-1 no contaba ni encendedor ni cenicero porque Bricklin consideraba que fumar y manejar era algo peligroso.
Este auto tenía puertas de apertura vertical, al estilo “alas de gaviota”, que abrían y cerraban por sí solas con un dispositivo hidroneumático. En teoría era más seguro que el sistema convencional de puertas. Además el diseño del chasis, al que se integraba una estructura anti-vuelco –que protegía al habitáculo del vehículo–, era algo que nadie en la industria automotriz había hecho.
El Bricklin usaba componentes de AMC (específicamente del AMC Hornet) y tuvo dos motores. Primero un V8 de 5.9lts de American Motors (AMC); el plan era usar ese motor como standard, pero AMC se retractó en último momento y luego de diálogos aireados, AMC entregó a Bricklin solo 780 motores. Como consecuencia de esto, los Bricklin tendrían también motores Ford V8 de 5.7lts (351 Windsor).
Innovador y poderoso, el SV-1 se ofrecía con cajas automáticas y manuales como los motores AMC. No obstante, solo 155 autos usarían caja manual; el resto se vendió con caja automática, porque Ford no tenía una caja automática compatible con el V8 Windsor.
Hecho en Canadá
Con el auto ya listo para ser producido en masa (en teoría), solo hacía falta un lugar para fabricarlo. Un amigo de Bricklin le planteó hacerlo en Canadá. Allí había una localidad llamada Saint John, que estaba pasando por una situación de crisis debido a una serie de inundaciones recientes. Saint John era lo que Bricklin necesitaba, ya que allí los costos operativos y de formación de una empresa eran inferiores que en EE. UU.
Bricklin creyó que ofrecer trabajo en una zona de desastre era una oportunidad imposible de rechazar. Lo mismo pensó Richard Hatfield, gobernador de New Brunswick (estado donde Saint John estaba ubicado). Para Hatfield, además, toda la aventura Bricklin resultaba la apuesta perfecta para lograr el éxito en su carrera política.
Tan enamorado estaba de la idea Hatfield, que un total de 4.5 millones de dólares fueron invertidos por el estado en la nueva empresa. De hecho, el gobernador en persona sería el principal promotor y New Brunswick el principal socio capitalista de Bricklin. Mientras este, con frecuencia, pedía más y más dinero para el desarrollo sobre la marcha de un automóvil cuyo ensamblaje no se terminaba de materializar.
Sobre la marcha
El carro debutó ante al público con tres ejemplares exhibidos en el restaurant del Hotel Four Seasons en junio de 1974. Este debut marcaría el ritmo del resto de la historia del Bricklin SV-1.
Los SV-1 no pasaban por las puertas, así que la noche previa al evento se construyó una estructura que pudiera voltearlos, de modo que pudiesen entrar restaurant. Cada vehículo costaba aproximadamente 7000 dólares. Y, para completar, aún no se contaba con un inventario de autos listos.
La prensa dio buenas críticas, incluso mostrando un performance similar al del Chevrolet Corvette. Nada mal, para ser un “primogénito”, pero el Bricklin tenía numerosas fallas: un complejo mecanismo de apertura de puertas (que aumentaba el precio del carro hasta casi los 10 mil dólares) y piezas de fibra de vidrio no encajaban perfectamente y se rompían con facilidad.
Todo se resolvía sobre la marcha. Pero a pesar del dinero que New Brunswick aportaba con frecuencia y que Hatfield dio ocasionalmente a escondidas, había problemas que no se lograban resolver.
El fin
Todo lo anterior hizo que Hatfield “desconfiara” en la promesa del Bricklin. Promesa que ahora requería de otros 10 millones de dólares más para su desarrollo total. Hatfield y el Ayuntamiento no sólo dijeron que no, sino que incluso ordenaron a una investigación contra Malcolm Bricklin y su empresa.
Buena parte de los problemas del Bricklin se debían a malas decisiones, improvisación y una pésima gerencia, compuesta en su mayoría por la familia de Bricklin. Aparte Bricklin –siendo apenas un principiante en el negocio de la industria automotriz– contravenía frecuentemente las decisiones de la parte gerencial que sí tenía la experiencia necesaria para operar la empresa.
Pero no todo fue culpa de Bricklin. Ya que el problema más grande que su tuvo que enfrentar fue una política laboral que permitía trabajar por 10 semanas y luego cobrar un “bono por paro” de 94 semanas. De este modo los empleados solo debían trabajar 10 semanas y renunciar para llenarse los bolsillos.
La constante rotación de empleados, el entrenamiento y la curva de aprendizaje del nuevo personal retrasaban la fabricación de un carro que, además, era problemático de construir. Pocas empresas habrían podido salir a flote con esa alta rotación.
Todo lo anterior, sumado el agravante del resultado negativo de la investigación, llevó al gobierno de New Brunswick a decir “No más”. Eso marcó el fin de Bricklin, que se declaró en quiebra el 25 de septiembre de 1975, poco más de un año después de su debut. La empresa había producido tan solo 2897 Bricklin SV-1 fabricados para la fecha.
¿El Bricklin SV-1, estafa, fantasía o sueño a medias realizado?
¿Fue el Bricklin SV-1 una estafa? ¿Un cúmulo de malas decisiones con un mal resultado, a pesar de la mejor de las intenciones? Cada lector puede formarse su propia respuesta. Por el momento, estas son algunas de las cosas que deben considerar:
1) Por un tiempo, toda estafa era llamada “otro Bricklin”.
2) El SV-1 fue objeto de una canción satírica escrita por el cantante canadiense Charlie Russell.
3) Hay un musical llamado “Bricklin, an Automotive Fantasy”.
4) Hoy existe en Canadá una estampilla con la imagen de un Bricklin y hasta una moneda conmemorativa.
Ahora, más allá de las conclusiones positivas o negativas, hay algo en lo que quizás sí estemos todo de acuerdo. Se trata de pensar que, a pesar de toda la inversión y las promesas surgidas en este proyecto, el Bricklin SV-1 fue una promesa incumplida.
Con información de: Bicklin / Classic Car History / Historic Vehicle / Wikipedia / Youtube / Imagen de Portada: Bring a Trailer
--
--