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El Afrika Korps: La pesadilla de los aliados en el norte de África

El Afrika Korps: La pesadilla de los aliados en el norte de África

Por Crónicas de Ares | Durante más de dos años, lo que tenía que haber sido una fuerza expedicionaria destinada a proteger la región de Tripolitania, se extendió sobre una inmensa área geográfica que incluyó toda Libia, Túnez y Egipto, lo que obligó a los Aliados Occidentales a concentrarse sobre el continente africano largo tiempo y por tanto descuidar el mucho más importante teatro de operaciones en Europa. Con este historial y de manera incuestionable, el Afrika Korps del mariscal Erwin Rommel se convirtió en una de las formaciones del Eje que más problemas estratégicos causó a sus oponentes durante la Segunda Guerra Mundial.

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La Segunda Guerra Mundial se extiende a África del Norte

En las últimas décadas del siglo XIX las principales potencias europeas habían colonizado la casi totalidad del continente africano. La conferencia de Berlín de 1884, había organizado el reparto colonial de África, dejando lo que se consideraban las mejores zonas bajo el control de las potencias de primer orden. El Reino de Italia, que no gozaba de ese estatus, había quedado al margen de la repartición colonial.

Italia se procuró a sí misma un imperio colonial en el territorio libio invadiéndolo en 1912 tras la guerra ítalo-turca, aprovechando de este modo la proximidad con la península italiana y la debilidad del Imperio otomano. Libia había permanecido, hasta ese momento, y debido al desconocimiento de sus potenciales recursos por parte de las naciones coloniales europeas, bajo el control más o menos directo del Imperio otomano, sin tener mayor relevancia desde el punto de vista geoestratégico.

La presencia italiana se afianzó con la llegada al poder de Benito Mussolini en el Reino de Italia (1922), que emprendió una campaña de «pacificación» del territorio, buscando eliminar cualquier posible resistencia local y consolidar el régimen colonial italiano sobre las provincias libias.

En los años 1930, Mussolini y Hitler empezaron a preparar a sus países para una guerra que pensaban que se desataría hacia 1942 o 1943. A ambos les sorprendió que Francia y el Reino Unido le declararon la guerra a Alemania en 1939 a raíz de la invasión alemana de Polonia. Por estas fechas, los aviones y blindados italianos eran muy inferiores a los aliados y el país solo tenía reservas de petróleo para unos meses. Dada la falta de preparación de Italia para la guerra, Mussolini optó inicialmente por mantenerse neutral en el conflicto. Fue solo a finales de junio de 1940, cuando Francia estaba invadida y prácticamente vencida por los alemanes, que Mussolini entró en la guerra al lado de Alemania.

Tan solo veinticuatro horas después de que Benito Mussolini declarase la guerra al Imperio Británico, el 11 de junio de 1940, nadie advirtió ni puso en alerta a las guarniciones del Ejército Real Italiano (Regio Esercito) desplegado sobre la colonia de Libia pese a que la nación se encontraba en un conflicto armado contra el Reino Unido. Contrariamente en el bando de los Aliados, los mandos del Ejército Británico en Egipto que sí que estaban enterados de todo lo que sucedía y muy preparados para responder a la afrenta de los latinos mediante una incursión rápida que abriría el teatro de operaciones del Norte de África.

Una vez abierto un boquete en el doble alambre sin que nadie resultase herido, las tropas británicas traspasaron la frontera egipcia y se infiltraron algunos tramos hacia el interior de Libia hasta que distinguieron en la lejanía aproximarse a cuatro camiones con las luces encendidas, contra los cuales dispararon hasta que los conductores pararon los vehículos y descendieron. Nada más ser apresados aquellos desconcertados italianos, la expresión de sorpresa de los ingleses fue mayúscula cuando los prisioneros manifestaron que desconocían estar en guerra contra el Reino Unido (algo que obviamente hizo que los británicos dedujesen que la colonia estaría totalmente desprevenida para continuar lanzando acciones de tipo similar).

Italia pudo recuperar sus posesiones en Libia en una contraofensiva que terminó expulsando a los británicos de su territorio.

Operación Compass

Desde la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial el Imperio Británico se había temido una invasión de Egipto que se materializó de manera muy limitada en Septiembre de 1940 con la conquista por parte de los italianos de 120 kilómetros en la región desértica de Sidi Barrani. Una vez pasado el peligro y entendiendo en Londres que habían supravalorado al débil Ejército Italiano, el general Archibald Wavell, responsable de la defensa de África y Oriente Medio, manifestó al general Richard O’Connor que lideraba a la Fuerza del Desierto Occidental (Western Desert Force), la siguiente verdad: “En todo menos en número somos superiores al enemigo”. Así fue como surgió la “Operación Compass” consistente en recuperar el territorio egipcio perdido y penetrar en la provincia de Cirenaica sobre Libia

La “Operación Compass” preveía que una fuerza con el tamaño de dos divisiones se enfrentara a casi diez divisiones del Ejército Italiano, algo que nunca se había hecho, por lo que el general Archivald Wavell se cuidó mucho de preparar a sus hombres para la campaña en la que iban a aventurarse.

La operación contó con el apoyo para las tropas británicas de egipcios, australianos, indios y la Francia libre. En febrero de 1941, los aliados habían arrollado a las tropas italianas y la hicieron retroceder, recuperando un terreno de 800 kilómetros. Italia sufrió 148.798 bajas entre 5.500 muertos, 10.000 heridos y 133.298 prisioneros, más un material perdido de 400 tanques, 1.292 cañones, 330 aviones y 1 crucero (San Giorgio).

Los “30.000 de Wavell”, en honor a las tropas del general Archibald Wavell, habían expulsado a los italianos de Egipto a través de Sidi Barrani, habían irrumpido en Libia bordeando el Fuerte Capuzzo, habían ocupado los puertos de Tobruk, Derna y Bengasi, y finalmente habían aniquilado a la mayor parte de las fuerzas italianas en la Batalla de Beda Fomm, dejando a la Italia Fascista al borde de una derrota sin precedentes.

La catástrofe cosechada por la Italia Fascista en Libia y Egipto, obligó a Benito Mussolini a solicitar ayuda urgente a Adolf Hitler, por lo que desde entonces el Tercer Reich ejercería su influencia en el Norte de África como nación dominante del Eje.

La conformación del África Korps

Inicialmente Alemania se había declarado como una potencia ajena al desarrollo de la Segunda Guerra Mundial en África, por lo menos hasta que Adolf Hitler evaluó el riesgo que supondría la más que probable pérdida de Libia en manos de los Aliados. Si tal cosa llegaba a ocurrir, toda la costa del Norte de África se convertiría en una gigantesca base británica desde la que dar el salto hacia el sur de Europa y más aún de poner en peligro la “Operación Barbarroja” con la que el Tercer Reich pretendía invadir la Unión Soviética. Fue entonces, como ante estos dos grandes inconvenientes estratégicos que implicaría la caída de la colonia italiana de Libia, el Führer finalmente se decidió por intervenir en África y dar un giro a la situación.

Erwin Rommel, general del Ejército Alemán (Wehrmacht) que había liderado a la 7ª División Panzer, también conocida como “División Fantasma”, durante la invasión de Francia de 1940 y al frente de la cual había protagonizado el mayor avance de la campaña desde la frontera germana hasta el puerto de Cherburgo; fue interrumpido de su descanso en su casa de Ulm después de descolgar el teléfono y de que un oficial le informara de que debía presentarse en menos de 24 horas en Berlín. Así lo hizo porque al día siguiente tomó un avión a la capital y se entrevistó con Hitler en persona, quién le comunicó de que había sido elegido para ostentar el mando de una fuerza expedicionaria destinada a socorrer al Ejército Italiano en África.

Inmediatamente después de la reunión, Rommel voló a Roma para tener audiencia con Benito Mussolini en calidad de Duce, que para sorpresa de todos los presentes, le concedió también el liderazgo de las tropas italianas desplegadas en la región. Con esta última decisión, el 11 de enero de 1941 fue dado de alta el Afrika Korps, también conocido como Cuerpo Alemán de África (Deutsches Afrika Korps o DAK).

El 12 de febrero de 1941, el general Erwin Rommel que volaba a bordo de un bombardero Heinkel He 111, pisó por primera vez las arenas de África tras tomar tierra en la capital de Trípoli. Sobre el asfalto de la pista le esperaba el general Italo Gariboldi, responsable del Ejército Italiano en Libia, con quién mantuvo una charla acerca de la situación. A pesar de que las órdenes de Berlín y Roma eran las de mantenerse a la defensiva a la espera de que el Ejército Británico avanzase, Rommel que era un gran admirador de Napoleón Bonaparte, sabía que permanecer inmóvil era un completo error y que la mejor defensa era el ataque, por lo que sin consultar absolutamente a nadie, comenzó a gestar una ofensiva.

Rommel tenía mucho trabajo: solucionar la calidad de los soldados italianos que eran famosos por su actitud dejada y pesimista. Sin embargo y contra todo lo esperado, Rommel realizó un trabajo laborioso porque en cuestión de semanas los italianos dejaron de ser combatientes mediocres gracias a que suprimieron las fiestas y la diversión, se superó el miedo al enemigo y sobretodo se igualó el trato entre oficiales y soldados (pese a las protestas de los primeros). Así pues, las tropas italianas pronto aprendieron a pensar y actuar como las alemanas, convirtiéndose en unos efectivos de excelente calidad de cara a la campaña que estaba por venir. De hecho y para motivar tanto a alemanes como a italianos, el Afrika Korps contó con su propio periódico para narrar las hazañas de los soldados al que titularon El Oasis.

A nivel uniformológico, el Afrika Korps tuvo que modificar su vestimenta inicial compuesta por las guerreras verde oscuro “feldgrau” características de Europa y sustituirla por una puramente tropical. De este modo se introdujo un nuevo uniforme consistente en guerrera de cuatro botones y cuello cubierto, pantalones beix, camisa, corbata, correaje de cuero y hebilla metálica, lo que constituía un conjunto fresco y adaptado al desierto, además de poseer cualidades miméticas gracias a su color arena. Respecto el casco se mantuvo el mismo del tipo M-42, pero pintado de todos desérticos; aunque también muchos soldados escogieron los “salacot” estilo colonial que también llevaban tanto británicos como italianos.

El 31 de marzo de 1941 el Afrika Korps inició la ofensiva en Libia para sorpresa de toda la Fuerza del Desierto Occidental (Western Desert Force). Tan inesperada fue la contundencia de la arremetida ítalo-germana, que la mayor parte de las tropas británicas iniciaron la retirada tras ser machacadas por el fuego coordinado de artillería y tanques rodando sobre el desierto, además de verse obligadas a abandonar la plaza de Bengasi a las 10:00 horas.

A pesar de que los planes del Alto Mando Alemán (OKW) eran solamente los de atacar la Tripolitania, el general Erwin Rommel decidió excederse en su cometido y por ello cargó contra la ciudad de Mersa El Brega, la cual fue bombardeada por oleadas de bombarderos en picado Stukas y cañones de 88 milímetros, logrando los alemanes embolsar y destruir el 1 de abril a dos brigadas enteras de la 2ª División Blindada Británica, y también capturar un gran cantidad de vehículos. Solamente tres días más tarde, el 4 de abril, las tropas germanas conquistaban Agedabaia y las italianas el puerto de Bengasi, haciéndose en ambos casos unos 800 prisioneros.

Rápidamente la Fuerza Británica del Desierto Occidental comenzó el repliegue de Cirenaica en la primavera de 1941 para evitar su total destrucción a manos del Afrika Korps. Así fue como las columnas ítalo-germanas se apoderaron de las localidades de Tmimi, Bardia y Sollum, recuperaron el Fuerte Capuzzo el 13 de abril, dejaron atrás la plaza de Tobruk a la que sometieron bajo asedio y entraron en Egipto forzando el Paso de Halfaya, lo que devolvió nuevamente el control de Libia al Imperio Italiano.

Luego, el asedio de Tobruk, que se convirtió en un problema logístico de primer orden para el Afrika Korps porque la fuerza sitiadora en torno a la plaza concentró un gran número de efectivos y además cosechó grandes bajas en todos los asaltos efectuados contra la guarnición de la 9ª División de Infantería Australiana. Ante este prolongamiento en el tiempo del asedio que se extendió a lo largo de julio, agosto y septiembre de 1941, al Afrika Korps se le fueron agotando los suministros y también la gasolina como consecuencia de los ataques aéreos procedentes de la Isla de Malta que hundieron a numerosos a buques italianos cargados de carburante.

A estos problemas se añadieron la negativa del Alto Mando Alemán (OKW) a destinar más recursos a África debido a que otorgaban prioridad a la Unión Soviética, además de la cada vez más acentuada ausencia de comida y agua, la sed y unas temperaturas muy elevadas de calor, que junto a las plagas de las moscas, hicieron insoportable la vida a los sitiadores de Tobruk. Tuvieron que replegarse ante la contraofensiva británica en la “Operación Crussader”.

A comienzos de 1942, la situación bélica del Norte de África se hallaba casi en la misma situación que a inicios de 1941 tras el repliegue táctico del Afrika Korps durante la “Operación Crusader”. Gozando de una relativa superioridad numérica y con unas reservas de petróleo ilimitadas, el VIII Ejército Británico podría haber asestado un golpe final al Afrika Korps de no ser porque el intrépido general Erwin Rommel pasó a la contraofensiva en unas condiciones tan inesperadas como de auténtico factor sorpresa con la firme pretensión de retomar Cirenaica.

Ganando batalla tras batalla, a las 6:00 horas del 21 de Junio de 1942, el Afrika Korps conquistó Tobruk destruyendo a la 2ª División de Infantería Sudafricana que se rindió con 32.000 prisioneros. Hasta esa fecha la Batalla de Gazala había costado a los Aliados más de 50.000 bajas y la pérdida material de 1.188 tanques, 2.000 cañones, 100 aviones, 2.000 toneladas de gasolina y 5.000 de suministros, por tan sólo 4.000 bajas, 102 tanques y 70 aviones del Eje; algo que sin duda constituyó la mayor victoria militar en la Historia del Afrika Korps.

Obtenido el triunfo en la Batalla de Gazala, el Afrika Korps dejó atrás la frontera de Libia y penetró en Egipto con la intención de alcanzar el Canal de Suez, cerrar el Mar Mediterráneo y forzar al Imperio Británico a pedir la paz. Al frente de la campaña nuevamente fue puesto Erwin Rommel, quién tras haber ascendido al rango de mariscal de campo, reorganizó sus fuerzas.

El 30 de Junio de 1942 las tropas italianas del Afrika Korps alcanzaron la carretera que iba hacia Alejandría y algo más adelante una línea de ferrocarril con un cartel que rezaba “El-Alamein”. Frente a ellos el VIII Ejército Británico del general Claude Auchinleck se había propuesto defender la ciudad fundada por Alejandro Magno en el siglo III a.C. con unas fuerzas de 40.000 soldados, 800 cañones y 150 tanques.

A pesar de que por aquel entonces el mariscal Erwin Rommel contaba con unos efectivos muy por debajo de los de su oponente, decidió con sabiduría aceptar el reto y situar a sus 20.000 hombres, 70 tanques y 520 cañones dispuesto a lanzarse contra aquel paraje desértico llamado El-Alamein.

En la primera batalla de El-Alamein el Afrika Korps se erigió con una importante victoria tras haber provocado 15.500 bajas al VIII Ejército Británico entre 13.000 ingleses y 2.500 australianos, por tan sólo 3.200 propias entre 2.300 alemanes y 1.000 italianos. El ejército de Rommel contaba con la mitad de las tropas en número de las que disponía el ejército británico.

Nada parecía poder detener al Afrika Korps porque tras la victoria en la Primera Batalla de El-Alamein, comenzaron a producirse las primeras evacuaciones de El Cairo y Alejandría, además de quemarse todos los documentos secretos ante lo que ya se consideraba una inminente caída de Egipto. De hecho el propio Primer Ministro Winston Churchill que se había trasladado al Norte de África para dirigir las operaciones, llegó a dar paseos en solitario alrededor de las Pirámides pronunciando obsesivamente en voz baja “Rommel, Rommel…”.

Tal era el riesgo que había supuesto la existencia del Afrika Korps, que incluso los Gobiernos de los Aliados Occidentales representados por Estados Unidos, Gran Bretaña y la Commonwealth, catalogaron a dicha unidad como la más peligrosa del Eje y por ello se priorizó su destrucción antes que cualquier otra.

Fue entonces cuando se recurrió al general Bernard Montgomery, que a diferencia de sus antecesores Archibald Wavell y Claude Auchinleck, propuso una estrategia basada exclusivamente en la defensa de las posiciones existentes y vencer al Afrika Korps mediante una serie de emboscadas en la Cordillera de Alam Halfa que serían precedidas por una serie de trampas consistentes en densos campos de minas, agrupaciones falsas de tanques de cartón y zonas camufladas batidas por el fuego de la artillería y la aviación.

Cuando ya se acercaba a Alejandría, el Afrika Korps era detenido en la batalla de Alam Halfa y el general Montgomery al mando de las tropas aliadas hizo retrasar a Rommel de nuevo a El-Alamein, donde se enfrentarían en una segunda batalla el 23 de octubre de 1942. más de 1.000 cañones del VIII Ejército Británico pulverizaron las líneas de vanguardia del Afrika Korps, enterrando a decenas de soldados y matando al general George Stumme (que había ostentando el mando provisionalmente porque el mariscal Erwin Rommel se hallaba en Alemania).

Al amanecer siguiente, el 24 de Octubre, un conglomerado de tropas británicas, australianas, neozelandesas, indias, sudafricanas francesas libres y griegas, asaltaron las posiciones del Eje y entablaron combate, capturando durante la lucha al general Ritter Von Thoma (que sustituía al difunto George Stumee).

Rommel regresó de Alemania y solicitó a Berlín autorización para una retirada táctica, prohibida por Hitler. Sin hacer caso a la orden del Fuhrer, inició un repliegue hacia Libia que se haría efectivo el 6 de noviembre sin que increíblemente el VIII Ejército Británico ordenase ninguna persecución.

Sólo dos días después de la Batalla de El-Alemain, el 8 de noviembre de 1942, las tropas de Estados Unidos desembarcaron en Marruecos y Argelia durante “Operación Antorcha (Torch)”. La campaña que se prolongó una semana hasta el 16 de noviembre, terminó con la derrota de la Francia de Vichy y la ocupación de todo el África Occidental Francesa que pasó a quedar en manos de los Aliados. Ante este radical cambio de la situación estratégica, el Afrika Korps que por aquel entonces se hallaba en Libia, se encontró absolutamente rodeado por el VIII Ejército Británico en Egipto y por el Ejército Estadounidense en Argelia. El mariscal Erwin Rommel, dispuesto a evitar lo que se vislumbraba como una derrota segura, instruyó movilizarse a Túnez, aún leal a la Francia de Vichy.

A finales de enero de 1943, el Afrika Korps completó la total conquista de Túnez y abrió el puerto de Bizerta por el que comenzaron a llegar gran cantidad de suministros y refuerzos procedentes de Europa. Así fue como se incorporaron a las columnas acorazados los nuevos modelos de tanques Tiger. A inicios de marzo de 1943 el Afrika Korps consolidó posiciones a la defensiva en Túnez mientras el Ejército Estadounidense lo rodeaba por el oeste y el VIII Ejército Británico por el este. Salvo por un intento de ruptura sobre la “Línea Mareth” en la Batalla de Sidi Nsir y la “Operación Capri” que concluyeron en fracaso tras unas 4.000 bajas por ambos bandos, el Afrika Korps no se movería de sus fortificaciones.

Desde entonces y como consecuencia de una estrategia centrada en la defensa en lugar del ataque, el mariscal Erwin Rommel fue sustituido del mando del Afrika Korps para recaer en el general Hans-Jürgen Von Arnim. En mayo, las Afrika Korps serían aniquiladas por las tropas británicas y estadounidenses, donde lideraba el general Geoge Patton.

Oficialmente el 13 de mayo de 1943 los últimos restos del Afrika Korps se rindieron en el Cabo Bon y otras zonas aisladas de Túnez tras la capitulación firmada por el general alemán Hans-Jürgen Von Arnim y el mariscal italiano Giovanni Messe. Aproximadamente se rindieron un total de 275.000 prisioneros entre 175.000 italianos y 100.000 alemanes, lo que constituyó la disolución del Afrika Korps para siempre.

Imagen Portada: Shutterstock

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