Dentro de la medicina natural, hay enseñanzas ancestrales que tratan el asunto de la felicidad del hombre sustentándose sobre tres mundos: el mundo material, el mundo sexual y el mundo estático.
El mundo material
El budismo original hablaba genéricamente sobre las siete emociones y seis deseos. Según entendían antiguamente, las emociones y los deseos del hombre construyen y determinan el mundo material en que vivimos. El hombre cobra su máxima vitalidad cuando más dinero gana y más bienes obtiene.
Ser famoso, reconocido y querido por otros es lo que todos deseamos. La comida es otro de los deseos que aportan gran felicidad al hombre, normalmente no hay celebración que no venga acompañada de una buena comida o cena. Por supuesto, el sexo es uno de los deseos que cobra mayor importancia en nuestra sociedad actual. Hasta hoy, hemos puesto todas nuestras esperanzas e ilusiones en satisfacer nuestro mundo material. La característica fundamental de este mundo es el predominio del ego en nosotros.
El ego obtiene la felicidad por medio de satisfacer sus intereses y deseos propios, pero esto conlleva aspectos negativos como una tendencia inconformista y desconsiderada hacia los demás. Algunas emociones que surgen del ego son el odio, el resentimiento, la envidia, la euforia, el miedo, la desconfianza, la preocupación, la codicia, el sentimiento de injusticia, etc.
La alteración emocional no solo hace daño a los demás, sino también a uno mismo. Cuanto más se infla el ego, más se va intensificando la inestabilidad emocional. Estas emociones son la fuente de todos los conflictos, y muchas de las enfermedades que sufrimos también están relacionadas con éstas. Por ello la felicidad en este ambiente material pasa por el abandono gradual de estas emociones, de los pensamientos negativos y obsesiones personales que asedian y perturban nuestras mentes.
El mundo sexual
En la naturaleza, los árboles y las plantas, cuando se encuentran en su máximo esplendor, hacen brotar sus flores y producen sus semillas con el fin de permitir la continuidad de nuevas generaciones en la tierra. Igualmente, tanto los animales como los seres humanos conciben a sus hijos en el esplendor de sus vidas.
Después, tendrán que hacer grandes sacrificios para sacarlos adelante, pero esto no tiene por qué entenderse como un sufrimiento, sino más bien como una alegría y una satisfacción personal. La forma de llegar a la alegría en el mundo sexual es a través de la entrega incondicional.
La medicina china enseña que la energía sexual reside en los riñones y la vejiga. Estos órganos, además de sus funciones fisiológicas bien conocidas por la ciencia actual, tienen características y funciones que nuestra medicina contemporánea no toma en consideración.
Las enseñanzas científicas de la antigüedad, a través de la experiencia y una exhaustiva observación del cuerpo humano, llegaron a comprender profundamente las relaciones existentes entre el comportamiento humano y su cuerpo físico. Explicaban que en estos órganos reside la voluntad del hombre, su tolerancia, su capacidad de sacrificio, su vida y estabilidad. Cuando el hombre desgasta demasiada energía vital con el sexo, está desgastando su vida y agotando estos valores innatos.
Los riñones y la vejiga controlan la temperatura corporal y su sentimiento alterado es el miedo. No es de extrañar por esto que el erotismo utilice al cine de terror y escenas violentas para estimular el placer sexual. La infidelidad, la promiscuidad, la inestabilidad de pareja en la sociedad en que vivimos son un reflejo de la importancia que la sociedad da al deseo sexual, a costa de sus aspectos energéticos.
La medicina tradicional china también vincula diversos trastornos físicos como el frío corporal, la rigidez articular, la impotencia, la inapetencia sexual o la frigidez al desgaste de la energía y a la falta de conocimiento espiritual.
El mundo estático
La gran mayoría de nosotros se ha preguntado alguna vez sobre el propósito verdadero de la vida. No es posible que nuestros únicos propósitos sean tener una vida material exitosa y placentera y llegar a tener una gran familia. La satisfacción de este mundo estático reside en el despertar de la naturaleza altruísta del hombre y el placer de servir a los demás.
Es diferente de la satisfacción del mundo material, en el cual el hombre invierte toda su energía y tiempo para su propio beneficio. Consiste en dedicar las virtudes y valores personales al servicio de los demás. Es una energía que no busca fama, nombre ni recompensa y tiene mucha capacidad para perdonar y olvidar las cosas negativas.
Ciertamente hay que ser muy generoso para experimentar las satisfacciones que produce este mundo estático, pero no es en otro mundo donde el hombre descubrirá su verdadero propósito en la vida. ¡Que sean muy felices!
@Culturizando
Fuente: Roberto C. de la Cuerda lagranepoca
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