La historia de los rayos X comienza en el siglo XVII, al mismo tiempo que se sientan las bases del magnetismo y la electricidad.
En el año 1785 ya se conocían los fenómenos producidos por una descarga eléctrica en el interior de un tubo de vidrio sellado al vacío y se desarrolla el “tubo de Crookes” llamado así en honor a su inventor: el físico y químico británico William Crookes.
Como muchos de los grandes avances científicos, el uso de los rayos X para tomar radiografías se descubrió por casualidad.
El 8 de noviembre de 1895 el físico Wilhelm Conrad Röntgen, se encontraba realizando experimentos para analizar la fluorescenciavioleta de los rayos catódicos, para los cuales utilizaba un dispositivo llamado tubo de Crookes. Pero un efecto inesperado le llamó la atención: un sutil resplandor amarillo-verdoso sobre un cartón con una solución de cristales de platino-cianuro de bario. Esto le incitó a realizar algunas pequeñas pruebas para ver qué estaba ocurriendo.
Röntgen comenzó por alejar la solución cada vez más, comprobando que el resplandor se mantenía. Infirió que se trataba de un radiación muy penetrante pero invisible al ojo humano. Los experimentos continuaron por varias semanas para intentar comprender las propiedades de estos rayos, hasta ahora nunca estudiados, lo que desembocó en un nuevo descubrimiento. Al intentar hacer una fotografía comprobó que las placas estaban veladas.
Este nuevo evento le llevó a pensar a Röntgen que los rayos influían en la emulsión fotográfica, lo que desencadenó nuevas pruebas. Pronto comprobó que los rayos atravesaban la materia e impresionaban su forma en la fotografía. Al tiempo decidió experimentar con el cuerpo humano. Su esposa expuso su mano a los rayos y la colocó sobre la placa. Obtuvieron así la primera radiografía del cuerpo humano (incluyendo su anillo), un avance que revolucionaría posteriormente la medicina.
Röntgen decidió llamar a su descubrimiento “rayos incógnita”, o “rayos X”. Sus estudios tuvieron un alto impacto en la comunidad científica, obteniendo en 1901 el Premio Nobel de Física.
Al primitivo tubo de Crookes luego lo reemplazó el tubo de Coolidge y se realizaron las primeras radiografías dentales. Aunque aun no se conocían los efectos de la radioactividad ni se habían formulado sus principios.
Durante casi 20 años, muchos científicos de aquellas épocas experimentaron con los rayos X, aunque de forma desordenada y sin ninguna medida de seguridad. Tanto es así que muchos de los primeros radiólogos perdieron sus manos por los terribles efectos de la radiación, producto de los experimentos con rayos X.
Hoy en día, la radiología es una rama de la medicina muy valiosa a la hora de formular diagnósticos, y los efectos de la radiación han sido minimizados hasta tal punto que se puede decir que son totalmente inocuos.
Con información de: ojocientifico.com | Sobre Historia | Foto: Rayos X / Shutterstoxk
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