Lo primero que debemos tener claro es qué es la inteligencia emocional. Puede decirse que es la capacidad de identificar, entender y ajustar comportamientos y emociones a las situaciones, reconociendo las emociones propias y las de los demás, para facilitar las relaciones con las otras personas, la consecución de metas y objetivos, el manejo del estrés o la superación de obstáculos.
Ser inteligente emocionalmente no significa que se tienen menos emociones negativas, sino que, cuando aparecen, se sabe cómo manejarlas para el beneficio propio, y no dejar que éstas sean las que dominen.
Todos podemos ser emocionalmente inteligentes, solo se trata de poner en práctica ciertas pautas y usar adecuadamente las herramientas que tenemos disponibles es el camino para lograrlo.
A continuación algunas formas para que desarrolles y potencies tu inteligencia emocional:
1. Conócete, identifica y maneja tus emociones
El primer paso es ser capaz de conocer cuáles son tus emociones, identificar el modo en que te sientes cuando estás frente a determinadas circunstancias y luego reflexionar sobre la emoción que hay detrás.
Quizás al principio no sepas por qué actúas o te sientes como lo haces. No desesperes, no estás entrenado para hacerlo.
Puedes plantearte preguntas como ¿Por qué actúo así? ¿Por qué tengo estas creencias? y a medida que vayas centrándote en tus sentimientos empezarás a encontrar las respuestas.
Cuando has identificado lo que estás sintiendo es cuando puedes comenzar a controlar tus emociones y que no sean ellas las que te controlen a ti.
Si eres consciente de que sientes mucha rabia comprenderás que actuar bajo ese estado de ánimo no va a arrojar ningún resultado positivo. Seguramente lo mejor es esperar que pase o disminuya el sentimiento para después tomar decisiones y actuar.
Reconoce tus fortalezas y debilidades, maximiza tus aspectos positivos y toma conciencia de que sólo tú eres dueño de tu vida, y por lo tanto también eres responsable de encontrar tu propia felicidad.
2. Amplia tu vocabulario emocional
Según varios autores sólo hay cuatro emociones básicas a partir de las cuales se crean todas las demás: felicidad, tristeza, ira y miedo.
Una vez que reconozcas tus emociones no te quedes sólo con ellas, debes ser lo más específico posible.
Ponle nombre a tus emociones y entenderás cómo te estás sintiendo y por qué. No digas “estoy triste” si las palabras que mejor describirían tu estado emocional serían decepcionado, compungido, melancólico o herido. Sé concreto.
Tener un vocabulario rico con el que describir exactamente tus sentimientos es muy importante. No dominar el lenguaje limita el conocimiento de lo que estás experimentando, creando la sensación de que no sabes lo que te pasa.
3. No juzgues cómo te sientes
Las emociones tienen una única función: darte información sobre lo que está ocurriendo. Si pudieras reprimirlas estarías a ciegas y no sabrías cómo reaccionar. No castigues tus sentimientos antes de tener la oportunidad de pensar en ellos.
A través de sentir emociones negativas es como se previene y se crece si sabemos manejarlas. Entiéndelas y obteniendo toda la información posible de ellas para enfrentarte al reto del que te están alertando.
- El miedo te avisa de que no tienes recursos para abordar lo que está sucediendo. Refleja una desproporción entre la situación y los recursos con los que cuentas.
- La ira lo sientes cuando vulneran tus derechos o necesidades. Te empuja hacia el ataque o la defensa para hacerte respetar.
- La tristeza te indica la pérdida de algo valioso para ti y te prepara para superar esa ausencia.
- Te sientes feliz cuando algo te resulta agradable. Te motiva a experimentarla de nuevo con conductas que vuelvan a generarla.
Debemos analizarlas las emociones como si fuéramos un observador externo, con curiosidad, preguntándonos por qué están ahí, considerándolas no como algo bueno o malo, sino como la fuente de información que te ayudará a ser más consciente de ti mismo.
4. Descifra y analiza tu lenguaje corporal
Una forma de identificar qué experimentas cuando se desencadenan determinadas emociones en tu interior, es observar continuamente tu lenguaje corporal porque, aparte del cambio de posturas, también aparecen manifestaciones fisiológicas automáticas como rubor cuando te enojas o presión en el pecho cuando estás triste.
Por ejemplo, sentir un nudo en el estómago -o peso sobre la parte alta de la espalda- mientras te diriges al trabajo puede significar que emocionalmente lo consideras como una fuente de estrés.
Si relacionas este tipo de cambios en el lenguaje corporal con tus emociones serás capaz de detectarlas mucho antes.
5. Comprende la causa de las emociones
Los sentimientos son el resultado de la emoción y de lo que piensas sobre esa emoción.
Vale la pena que te tomes unos minutos para comprender la causa de tus propias emociones y también de las ajenas, eso ayudaría a entender su modo de actuar y evitar juicios apresurados.
Buscando qué sentimientos puede haber detrás de esa reacción y por qué surge podrás entenderte a ti y a los demás.
6. Exprésate asertivamente
Al reconocer las emociones y los sentimientos propios es más fácil que sepan qué tienen que hacer o cómo tienen que comportarse los demás contigo.
Porque cuando dices lo que sientes de una manera honesta y justa -regulando la intensidad de las emociones y cómo las expresas- podrás evitar llegar al conflicto. El respeto es clave en cualquier tipo de relación.
Define concretamente la emoción que sientes, expresa tu emoción en primera persona, comunica la conducta que te provoca esa emoción –sin juzgar- y termina diciendo lo que necesitas. Evita usar frases que empiecen por “tú” y continúen con un juicio o acusación.
Te sentirás mucho mejor al establecer relaciones auténticas, sinceras y en las que puedas expresarte libremente. Además, fortalecerás los vínculos saludables.
Aprovecha y sé agradecido con la vida y con las personas, esto te ayudará a que te sientas mucho mejor.
Cuando compruebas la cantidad de razones por las cuales deberías de dar las gracias, verás que eres mucho más afortunado de lo que pensabas.
Desarrolla tu inteligencia emocional (Parte I)
Desarrolla tu inteligencia emocional (Parte II)
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