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'Derecho al reclamo' por Fiores Florentino

‘Derecho al reclamo’ por Fiores Florentino

Por Fiores Florentino |

CULTURIZANDO EN WHASTAPP

Esos días fueron cortos, pero en mi mente serán eternos. Eternos por el cambio de ambiente que significaron para mí, eternos porque todavía hoy (varios años después) estoy entendiendo aquella experiencia, porque todavía hoy estoy aprendiendo y porque confirmo lo necesario que fue.

Aquella pequeña puerta no se podía quedar abierta un segundo, las plantas de la entrada debían estar regadas, con apariencia fresca y bien cuidadas; la recepción  iluminada e impecable. Debía dar la impresión de que detrás de la puerta de cristal el mundo era ordenado y perfecto.  Recuerdo que mientras estuve del otro lado me parecía todo exagerado. La actitud, los regaños (los gritos), el miedo y la inseguridad. No quería terminar acostumbrándome a ello, y por eso me fui, pero hoy entiendo que a veces es necesario ser así para que las cosas pasen, para que la gente coopere, para que se mantenga cierto orden.

A veces el recuerdo redime más el pasado que el mismo Jesucristo, y espero que mis comentarios en este post no estén influenciados por esa redención que muchas veces nos hace fracasar cuando nos lleva a reconsiderar cosas, experiencias y/o personas que debieron ser descartadas de entrada.

Cuando uno lee un poco sobre el rumbo que va tomando nuestra realidad, la influencia de la tecnología en la forma de hacer las cosas, que cada día se va tornando  mayor, y la perspectiva holística que requiere vivir ese cambio para que sea beneficioso en todos los aspectos de la vida y para todos los sectores involucrados; hablar de temor, inseguridad, regaños y malas actitudes… definitivamente es algo con lo que no nos podemos permitir estar de acuerdo ni siquiera tomando en cuenta que hay gente a quien le funcionó en el pasado. Pero el orden y la disciplina demandan de nosotros una actitud exigente que nos podría convertir en villanos ante los que prefieren condiciones un poco “light”, una actitud sin la cual no podemos hacer las cosas posibles.

Let´s make it work!

A veces confundimos  el hecho de tener un espacio de trabajo amigable con un exceso de relajación en la forma de trabajar que encamina a la empresa más a la quiebra que al cumplimiento de las  metas, y a nosotros con ella. Estoy muy de acuerdo con la demanda de condiciones de trabajo justas y equitativas, con iniciativas laborales que tomen en cuenta las condiciones personales de los empleados para ver si, por fin, logramos siquiera acercarnos en la práctica al concepto de “work-life balance” pero junto con ese reclamo también es preciso reflexionar sobre el compromiso que requiere de parte de los empleados.

Delegar responsabilidades, horario de trabajo flexible, tomar en cuenta iniciativas  pero… hasta qué punto estamos cooperando para que nuestra voz sea escuchada y nuestras demandas evaluadas?

Recuerdo una reunión que tuve una vez con quien fuera mi jefe, necesitaba viajar  a  mi país unos días para resolver unos asuntos personales y todavía no tenía un año trabajando en la institución, de manera que no tenía derecho a solicitar días de vacaciones. Aproveché la reunión, le expliqué mi necesidad y sin inconvenientes ni sobresaltos me dijo: No hay problemas, ve y nos vemos el lunes aquí. Muchos dirán: Vaya! Qué buen empleador! Pero la cuestión aquí es, qué decía mi trabajo de mí como para que me concediera ese permiso sin dudar de mi palabra (porque bien pudo haber sido una excusa falsa para tomar un fin de semana de descanso en casa) y sin poner obstáculos al respecto?

No me contrataron por tener aspecto de miss universe, no soy una persona aduladora ni complaciente (aunque  trato de tratar a todo el mundo con el mayor nivel de cordialidad posible), no dudo en poner los puntos sobre las íes cuando es necesario (a quien sea) pero en casa me educaron para cumplir con mi responsabilidad. Esto muchas veces implica llegar antes al trabajo, cooperar en lo que sea necesario, y esté a mi alcance, para hacer las cosas bien y asumir mi responsabilidad en el cumplimiento de los programas pautados para mi puesto y para la empresa. No para quedar bien con el jefe, sino por cuestiones de crecimiento profesional y satisfacción  personal. Aunque trabajes por cuenta ajena, siempre tienes, o debes tener, un compromiso contigo.

Al final, no solo ganas la satisfacción de ver los proyectos encaminados. Ganas también confianza, consideración, agregas valor tanto a la posición como a tu perfil y eres digno de las facilidades que implica para los empleados la nueva era tecnológica a la que nos estamos encaminando.

Muchos trabajos están siendo desplazados o modificados por la tecnología y en nuestro papel de empleados de  nada nos sirve oponernos a este proceso de modernización ni empezar a llorar porque implica el fin de hacer lo que siempre hemos hecho.  Ahora más que nunca se hace cierto aquello de que nunca se termina de estudiar, porque tenemos que aprender lo que se necesite para ser el empleado que esta nueva revolución industrial (como la llaman algunos) necesita y hay que ganarse el derecho a demandar las condiciones de trabajo de este nuevo empleado.

Entonces, que no sea necesario que nos manden a cerrar la puerta, que no haya que estar detrás del chico del jardín para que cuide las flores, que no nos acosen con un listado para comprobar que hemos llegado a tiempo ni haya que explicarle al personal de recepción que las luces son a su espacio de trabajo como el maquillaje a un rostro femenino.

Siempre estaré entre las voces que reclaman cuando es  necesario, entre los que luchan por el respeto a la dignidad, los derechos y el futuro de cada empleado. Pero hay que ganarse el derecho al reclamo haciendo lo que nos pagan por hacer, lo que nos comprometimos a hacer a la hora de firmar el contrato de trabajo. Hay que ganarse el derecho a reclamo trabajando.

¡Hasta la próxima!

Por Fiores Florentino @Fioresita |

Fiores Florentino es de una hermosa isla del caribe donde el verano nunca termina (República Dominicana), Master Executive en Administración y Dirección de Empresas que desde hace tres años trabaja como gerente de entrenamientos para firmas de ingeniería, coordinando cursos especializados en mantenimiento predictivo y preventivo en países de América Latina, el caribe y España. Escribir es su medicina y su bendición, compartiendo sus historias encuentra respuesta a sus dudas existenciales y ha conectado con personas maravillosas en el proceso. Estudiante eterna, participante recurrente en moocs y miembro del club de osados que todavía se atreve a creer en que un mejor mundo es posible y cada día trabaja para hacer realidad ese sueño.

Foto: Oficina Shutterstock

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