En 1752, Benjamín Franklin (1706−1790) demostró la naturaleza eléctrica de los rayos. A través de un experimento, el científico estadounidense, desarrolló una teoría según la cual, la electricidad es un fluido que existe en la materia, cuyo flujo se debe al exceso o defecto del mismo en ella.
El inventor del pararrayos, fue fuertemente influenciado por el trabajo de otros grandes científicos como Isaac Newton o Joseph Addison, pero fue en 1745, cuando los descubrimientos de un físico holandés de nombre Píeter van Musschenbroek, inspiraron a Franklin en sus intentos por demostrar que el rayo es electricidad.
Píeter van Musschenbroek, vivió en la ciudad de Leiden e inventó un dispositivo de almacenamiento eléctrico que se conoció como «la botella de Leiden». Fue a partir de esta botella, que Benjamin Franklin ideó uno de sus experimentos más conocidos. Franklin sostenía que la chispa que se desprendía de la botella de Leiden, era una forma de electricidad similar a la del rayo, así que decidió capturar la electricidad de un rayo en una de sus botellas.
El modo de almacenar la electricidad ideado por el científico, se conoce como el experimento de la cometa de Benjamín Franklin y consistió en atar un hilo de seda con una llave en uno de sus extremos a una cometa con esqueleto metálico.
Al remontar la cometa en medio de una tormenta eléctrica, observó que la electricidad se conducía desde la cometa hacia la llave, cargándola de corriente eléctrica, fue así que logró demostrar que las nubes estaban cargadas de electricidad y que los rayos son descargas eléctricas de éstas. Así también, surgió el reconocido invento del pararrayos y que Franklin fuera admitido como miembro en la Royal Society de Londres.
Sin embargo el lado oscuro de este descubrimiento es que las otras dos personas en intentar el mismo experimento terminaron electrocutadas.
Foto: Benjamin Franklin y la electricidad Shutterstock
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