Crónicas de Ares | Kiev, 9 de agosto de 1942. Segunda Guerra Mundial. Dos equipos de fútbol se enfrentan en el terreno de juego. Uno está integrado por soldados de la Alemania nazi, el otro por jugadores de fútbol ucranianos. Los primeros se juegan su prestigio como fuerza de ocupación; los segundos, su supervivencia. Los últimos saben que si quieren vivir, deben perder. Sin embargo, ganan y pagan su acto de coraje frente al pelotón de fusilamiento. ¿Es esta historia verdadera o realmente es un mito bien soportado en el tiempo? Aquí lo sabremos, en este episodio de Crónicas de Ares.
Cuando en junio de 1941 arrancó la Operación Barbarroja, la invasión de la URSS por la Alemania nazi, la Wehrmacht tenía como objetivo principal Moscú, que según los planes de Hitler era la clave para vencer la resistencia soviética. En el mes de agosto la Wehrmacht recibió la orden de asegurar los flancos de su avance, por lo que el Grupo de Ejércitos Sur, que forma el flanco derecho del avance alemán y se encuentra desplegado en Ucrania, se desvía hacia Kiev con el objetivo de ocupar la ciudad, asentar y asegurar su posición y proseguir el avance hacia Moscú.
Tras más de un mes de cerco, el 19 de septiembre de 1941 la Wehrmacht entra en Kiev. Cerca de un millón de soldados soviéticos son embolsados, y alrededor de medio millón se vieron atrapados en Kiev cuando los alemanes dieron por concluida la batalla. Las calles de la ciudad estaban atestadas de refugiados que no habían podido ser evacuados a tiempo, incluyendo 30.000 judíos de los 160.000 residentes.
Los alemanes pusieron en marcha de inmediato las leyes raciales y los einsatzgruppen, grupos de operaciones autónomos encargados de localizar elementos pertenecientes a organizaciones políticas y colectivos sociales calificados como indeseables por el gobierno alemán, comenzaron a operar: 100.000 personas fueron ejecutadas, entre judíos, miembros del partido comunista y minorías raciales en el barranco de Babi Yar entre el 20 y el 29 de septiembre. Se estableció la censura, se clausuraron periódicos y se disolvió la administración, dejando a miles de personas desocupadas. Solamente los trabajadores de las granjas colectivas continuaron trabajando, como mano de obra esclava para alimentar a los ejércitos alemán y rumano.
Por supuesto el futbol fue prohibido, y las asociaciones deportivas disueltas, empezando por el Dinamo, el equipo del ejército, prohibiéndose el uso del nombre “Dinamo” para cualquier tipo de organización deportiva.
La estrategia alemana en Ucrania, diseñada antes de ejecutar Barbarroja, era sencilla: facilitar la ocupación apoyándose en las organizaciones nacionalistas ucranianas, sobre todo en la OUN-B (Unión de Nacionalistas Ucranianos) de Stephan Bandera, de ideología fascista. Durante el año 1941, el gobierno de Ucrania y la OUN-B colaboraron activamente con los alemanes, formando batallones de voluntarios ucranianos que operaron junto al ejército alemán.
Pero en 1942 la situación en Ucrania distaba mucho de ser idílica, ya que a los problemas inherentes a la ocupación, se unían los continuos choques de soldados alemanes con la OUN-B, y el desencanto de una población que ve como a las duras leyes impuestas por el gobernador alemán, Erich Koch, se une la falta de la prometida independencia. En un intento de destensar las relaciones con la población ucraniana, y siguiendo la estrategia propagandística de deporte y política, las autoridades alemanas organizaron un torneo doméstico, en el que participarían equipos militares, sumando a un equipo ucraniano con el objetivo de elevar la moral de la población y lograr adhesiones al movimiento nacionalista ucraniano.
Es este el contexto en el que se desarrolla la historia del FC Start, que es también la de Josef Kordik, un panadero de origen alemán, fanático del Dinamo de Kiev, y que gracias a su origen podía vivir con más o menos holgura regentando una panadería en la ciudad ocupada. Una tarde que Kordik camina por Kiev, casualidades del destino, se encontró con el portero del Dinamo, Trusevych, que malvive en la calle entre refugiados y gente sin trabajo. Kordik se interesó por su situación, y tras una conversación, le propuso hacerle un contrato de trabajo como ayudante, cosa que Trusevich no dudó en aceptar.
Pero no quedó ahí la cosa, y Trusevych y Kordik se embarcaron en una búsqueda para localizar a más miembros del Dinamo, a fin de conformar un equipo con el que poder volver a jugar al fútbol. De esta manera fueron localizando a jugadores del Dinamo, y también a algunos de su rival, el Lokomotiv Kiev, que malvivían en las calles, ofreciéndoles un puesto en la panadería y confeccionando así una plantilla: ocho futbolistas del Dinamo, y tres del Lokomotiv. Como nombre, eligen llamarse FC Start de Kiev. Las autoridades alemanas, enteradas de su creación, vieron así una buena oportunidad para sus objetivos propagandísticos, e invitaron al FC Start a formar parte de la competición que había organizado.
El FC Start jugó su primer partido el 7 de junio de 1942. Su rival fue el Rukh, al que vencieron 7-2. El siguiente partido fue ante un equipo militar húngaro, al que golearon por 6-2, y el tercero contra otro equipo militar, esta vez rumano al que barrieron 11-0. El siguiente equipo al que se enfrentaron fue un combinado formado por trabajadores del ferrocarril militar, con resultado similar: el Start les venció 9-1. El PGS alemán pierde 6-0 ante el Start, y las autoridades nazis, comenzaron a preocuparse por los resultados, por lo que decidieron medir al conjunto ucraniano contra un equipo profesional, el MSG Wal húngaro. Disputaron dos partidos, el primero el 19 de julio, que concluyó 5-1 para el Start, y el segundo el 21 de julio, de nuevo victoria de los ucranianos por 3-2.
Las autoridades alemanas decidieron organizar un partido más, uno que demostrase al mundo la superioridad del deportista alemán sobre los eslavos, sobre esos untermenschen racialmente inferiores. Para ello, la máquina de propaganda alemana recurrió al Flakelf, un equipo compuesto por miembros de la Luftwaffe que giraba por la Europa ocupada jugando partidos de exhibición. El partido de disputó en el Zenit Stadium, donde el Dinamo de Kiev jugaba sus partidos como local, el 6 de agosto de 1942, y el FC Start venció por 5-1.
Incrédulos, pero decididos a terminar de una vez y para siempre con aquel equipo de muertos de hambre, los alemanes organizaron un último partido entre el Flakelf y el FC Start, que pasaría a la historia como el partido de la muerte. Se disputaría tres días después, el 9 de agosto, de nuevo en el Zenit Stadium. Antes del partido el árbitro, un oficial de las SS, visitó el vestuario del FC Start para indicarles que antes de comenzar había que formar y hacer el saludo nazi a las autoridades alemanas. Formados los dos equipos en el centro del campo, el Flakelf saluda con el brazo extendido gritando Heil Hitler, mientras que los jugadores del Start gritaron FizcultHura!, “¡Viva el deporte!”, lema de los equipos deportivos en la Unión Soviética.
El árbitro, más que permisivo con los suyos, toleraba el juego duro de los alemanes, lo que no impidió que el FC Start terminase la primera parte con ventaja, ganando por 3 a 1. Pero durante el descanso, otro oficial de las SS entró en el vestuario para advertirles de las consecuencias de ganar el partido. Este continuó con la misma tónica que el primer tiempo, juego duro alemán, rayando en lo antideportivo, y dominio ucraniano, para marcar el FC Start dos goles más, por uno los alemanes. Con 5 a 2 en el marcador, se produjo una jugada legendaria, sin que se sepa donde acaba la realidad y comienza el mito: Alexei Klimenko, emulando a Mathias Sindelar, regatea al portero alemán para, en vez de marcar, chutar el balón al centro del campo, en claro gesto de desprecio a sus rivales.
El partido acabó 5-3, y tras él, propaganda y realidad comenzaron a entretejerse, dibujando sea como fuere un cuadro trágico: unas fuentes dicen que todos los jugadores del FC Start fueron fusilados después del partido, otras que jugaron un partido más y los dejaron marchar, y otras, la mayoría y más fundadas, que el Start jugó un partido más y, al cabo de un tiempo, las autoridades alemanas, molestas por la inyección de moral que para la población local suponían sus victorias, terminaron por disolver el equipo y enviar a algunos de sus componentes –de los que sospechaban eran de la NKVD, el servicio de seguridad soviético–, a un campo de concentración. Uno de los componentes del FC Start murió a consecuencia de las torturas a que fue sometido durante el interrogatorio posterior a su detención, y otros cuatro más, incluyendo al portero Mykola Trusevych fueron fusilados durante su internamiento en el campo de concentración de Siretz.
Hubo que esperar hasta la caída de la Unión Soviética para descubrir que esta leyenda bien arraigada en los países de la Europa del Este tenía poco de realidad y mucho de propaganda. Algunos hechos la sustentaban: el partido tuvo lugar, los locales ganaron y cuatro jugadores del Dínamo de Kiev murieron fusilados. Pero el cómo y el porqué de estos acontecimientos poco tienen que ver con la épica narrativa de la época comunista.
El último superviviente de ese partido recibió a una periodista en su casa de Kiev, un apartamento que conserva la vieja estructura de baño y cocina compartidos. Vladlen Putistin tenía entonces ocho años, hizo de recoge-pelotas y era hijo de uno de los jugadores, Mijail Putistin. Recuerda que en el partido hubo pasión, pero niega que hubiera juego sucio o amenazas: “No hubo patadas, nadie dijo a los jugadores que tenían que perder; hubo momentos muy tensos, pero sólo porque el partido fue intenso, con una gran remontada”. Y para probarlo, muestra una fotografía tomada justo después del partido. En ella se puede ver a los jugadores de ambos equipos posando mezclados y sonrientes.
Un ambiente muy diferente al descrito por el periódico Kyivska Pravda al término de la guerra: “Los jugadores saltaron al terreno con el mismo espíritu con el que se participa en una acción de guerra […] Decenas de miles de personas fueron testigos de la humillación alemana y del triunfo de nuestros atletas”.
Y el mito quedó definitivamente consagrado en 1963 con la película “El partido de la muerte”, donde con gran dramatismo se narran las amenazas de muerte proferidas por un oficial alemán durante el descanso y el heroísmo de los jugadores locales que desafían a las fuerzas de ocupación y mueren fusilados esa misma noche.
Pero Putistin lo desmiente: “después del partido volvimos a casa y lo celebramos; unos días más tarde, incluso se jugó otro partido; las detenciones llegaron después”. De hecho, este partido formó parte de una serie de diez encuentros, tal y como explica el periodista deportivo e historiador ucraniano Valentin Scherbachov: “El partido de la muerte, como tal, no existió; se disputó una serie de encuentros que siempre ganaba el equipo local, lo que provocó que en 1942 el nuevo comandante local prohibiera los partidos para evitar el descrédito de las fuerzas que ocupaban la ciudad de Kiev”.
El equipo alemán, conocido como Flakelf, estaba integrado por pilotos y soldados de la defensa antiaérea que, como explica Scherbachov, “estaban bien alimentados y en buena forma, pero carecían de técnica”. Frente a ellos, el Start contaba con jugadores del Dinamo de Kiev y de otros equipos soviéticos que, pese a su debilidad física, contaban con un gran nivel futbolístico. Eso explicaría las victorias sucesivas de los locales y la suspensión del campeonato. Pero no las detenciones ni las muertes que llegaron después.
Putistin rememora la detención de su padre, tal y como se la contó él mismo. En aquella época trabajaba en una fábrica de pan junto a otros jugadores. El propietario, de origen checo, era un gran aficionado al fútbol y les había contratado para ayudarles a sobrevivir en la ciudad ocupada. “El 18 de agosto llegó la Gestapo y fue pronunciando uno a uno los nombres de los jugadores: ‘Tal y tal, salid’. Se los llevó a todos para interrogarlos. Querían saber si había miembros del Partido Comunista”, explica.
Sobre el porqué de estas detenciones circulan, una vez más, varias versiones. La más heroica afirma que los jugadores habían puesto cristales rotos en el pan destinado a los oficiales alemanes. Pero una vez más la realidad se impone: “El Dinamo era una estructura del NKVD, la policía secreta soviética” explica el periodista Scherbachov. “Y fueron precisamente los jugadores del Dinamo: Nicolai Trusevich, Ivan Kuzmenko y Alexei Klimenko, los que finalmente murieron fusilados”.
En el libro italiano “Los pies de los Soviet”, el escritor Mario Alessandro Curletto escribe que la Gestapo quería saber si entre los jugadores había miembros de la resistencia capaces de realizar tareas de sabotaje y espionaje. Y los interrogatorios se cobraron una primera víctima, el jugador Nikolai Korotkich, que había sido detenido aparte y que murió como resultado de las torturas. La Gestapo había descubierto que era miembro del Partido Comunista, y una foto suya en uniforme les sirvió para determinar su pertenencia al NKVD.
A falta de pruebas contra los otros jugadores detenidos, los alemanes optaron por enviarlos al campo de detención de Syrec, a las afueras de Kiev, donde fueron separados en diferentes grupos y donde los tres jugadores del Dinamo fueron asignados al equipo encargado de transportar la leña. Sobrevivieron seis meses más y cayeron, probablemente, víctimas de la tensión en el campo de batalla. Los alemanes sufrían cada vez más, perdían terreno y la batalla de Stalingrado tocaba a su fin. Esta tensión se sentía también en el campo de detención y cualquier incidente podía desembocar en un fusilamiento. Un robo de carne habría sido el desencadenante del desenlace fatal para los jugadores del Dinamo.
El 16 de noviembre de 1943, Izvestia fue el primer periódico en reportar la ejecución de los deportistas por los alemanes, aunque el partido en sí no fue mencionado.
El «Partido de la Muerte» llamó la atención del público en 1958, después de que Petro Severov publicó su artículo «El último duelo» en el periódico «Evening Kiev». Al año siguiente, Severov, junto con Naum Khalemsky, publicaron un libro con el mismo nombre, donde se narra la historia del FC Start en su lucha contra los ocupantes nazis.
La historia se volvió muy popular en la Unión Soviética, especialmente en Ucrania, y era contada de forma romántica. Dos películas – Tercer Tiempo (Mosfilm, 1964) y El Partido de la Muerte fueron filmadas, basándose en esta historia. Un monumento escultórico fue erigido en el estadio Zenit de Kiev, que pasó a denominarse el estadio Start en 1981.
La historia también inspiró dos películas no soviéticas: La película dramática húngara Két félidő un pokolban en 1963, y la película estadounidense «Escape a la victoria» en Latinoamérica, en España llamada Evasión o victoria, en 1981.
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