Por Crónicas de Ares | ¿Conocía con suficiente antelación el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, sobre el ataque que infligiría la Armada Imperial Japonesa a la base naval de Pearl Harbor? ¿Ocultaron deliberadamente los servicios de inteligencia estadounidenses los indicios y alarmas que avisaban el bombardeo de modo de convencer al Congreso y la sociedad estadounidense de la necesidad de participar en la Segunda Guerra Mundial? ¿Fueron capaces el gobierno y el alto mando militar norteamericano de sacrificar parte de su flota marítima y miles de hombres para convencer a la opinión pública de la necesidad de entrar en la guerra? Trataremos de descubrir las razones de esta teoría conspirativa en este episodio de Crónicas de Ares.
Contexto bélico del ataque a Pearl Harbor
• El ataque japonés a la base naval norteamericana de Pearl Harbor (Hawai, Océano Pacífico), se inició a las 7:48 de la mañana del 7 de diciembre de 1941, lo que significó la entrada de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial.
• Fue una ofensiva militar catalogada en la historia como sorpresa efectuada por la Armada Imperial nipona destinada a neutralizar el poder de la Flota de los Estados Unidos en las aguas del Pacífico y garantizar así la esfera de influencia de Japón en el sureste asiático.
• La base naval fue bombardeada por 353 aeronaves japonesas, que incluían cazas de combate, bombarderos y torpederos que despegaron de seis portaaviones, entregando un saldo final de cuatro acorazados norteamericanos hundidos y 188 aviones destruidos, además de severos daños en otros cuatro acorazados, tres cruceros, tres destructores, un buque escuela y un minador.
• En total murieron 2.403 estadounidenses y otros 1178 resultaron heridos de diversa consideración. Este fue el motivo para que un día después del ataque, el 8 de diciembre de 1941, EEUU le declara la guerra a Japón y las potencias del Eje (Alemania e Italia).
• Consecuentemente, la Alemania Nazi y la Italia Fascista le declararon la guerra a los Estados Unidos el 11 de diciembre, en respuesta a las operaciones puestas en marcha en contra de la potencia asiática del eje, con lo que la guerra se volvió mundial.
Contexto económico
• En la década de 1930, los ciudadanos de Estados Unidos luchaban bajo la pesada carga de la Gran Depresión. Los movimientos y acuerdos del presidente Roosevelt llevaron cierto alivio a través de la creación de una Seguridad Social y la Comisión de Bolsa y Valores; sin embargo, los trabajos seguían siendo escasos y la fabricación era más bien pésima. Con el comienzo de una nueva guerra en Europa, la gente no estaba muy interesada en inmiscuirse en una guerra que no era la de ellos.
• A través de la aprobación de las Leyes de Neutralidad de 1935 y sus enmiendas, promovidas por el aislacionista senador republicano Arthur H. Vandenberg, se establecieron restricciones a las empresas e individuos estadounidenses que asistieran a los países en guerra, prohibiendo incluso que los ciudadanos estadounidenses viajaran en buques de países en guerra. Los norteamericanos no querían vivir los horrores de la primera guerra mundial, una que ellos consideraban una guerra ajena.
• Sin embargo, mientras el aislacionismo triunfaba en el congreso y en la opinión pública, el presidente Roosevelt ordenó un aumento en la producción de buques y submarinos, como iniciativa militar defensiva en caso que fueran necesarios para bloquear a Japón. Mientras Franklin Roosevelt predicaba la paz en el mundo, sus acciones denotaban que deseaba reconducir la Gran Depresión involucrándose en la guerra. La guerra, como se suele decir, es buena para los negocios porque estimula la producción (armas de guerra).
• Todo cambió con el comienzo de la guerra en Europa. En septiembre de 1940, el presidente Roosevelt firmó el Acuerdo de Destructores por Bases, el cual permitía al país entregar buques militares a Inglaterra a cambio del uso de bases controladas por ingleses en todo el mundo. Más tarde, ese mismo mes, Roosevelt aprobó la Ley de Capacitación y Servicio Selectivo, un proyecto de ley que básicamente constituía un borrador en tiempo de paz: todos los hombres de entre 21 y 30 años debían inscribirse en las oficinas locales en preparación para la guerra.
• Se sabe que el 7 de noviembre de 1941, un mes antes del ataque, el gabinete de Roosevelt discutió la posibilidad de si los Estados Unidos estaban en condiciones de hacerle la guerra al Japón. El presidente preguntó el parecer de la opinión pública, y Cordell Hull, uno de sus secretarios de Estado, le contestó que los ciudadanos tenían poca comprensión por los asuntos exteriores y que el Congreso sólo se decidiría por una declaración de guerra después de muchos meses de discusión. Así, Roosevelt se encontraba, al igual que ante una potencial intervención armada en Europa, atado de manos ante las barreras constitucionales. No podía tomar la ofensiva, por lo que era necesario que el adversario lo hiciera.
• En cuanto al hecho mismo de si el gobierno de Roosevelt estaba enterado del inminente ataque japonés a Pearl Harbor, existen interesantes datos para tomar en cuenta. Los servicios de inteligencia australianos, días antes del ataque, sorprendieron a un grupo de portaaviones de la Flota Japonesa en dirección a Hawai, por lo que enviaron a Washington la información de lo ocurrido. Pero, al parecer, Roosevelt la ignoró tomándola por un rumor de intereses políticos difundido por los Republicanos. Según consta en varios archivos históricos, el 6 de diciembre de 1941 el presidente Roosevelt recibió un mensaje interceptado por la Marina de los EE.UU, enviado desde Tokio a una de las embajadas japonesas en Washington y que estaba cifrado en el código diplomático de alto nivel japonés. Una vez leído el mensaje, que declaraba la intención de Japón de poner fin a las relaciones con los EE.UU., Roosevelt habría afirmado: “Esto significa guerra”.
• El contenido de la transmisión también fue conocida por los generales George Marschall y Leonard Gerow y los almirantes Harold Stark y Richmond Kelly Turner, altos rangos militares en Washington, y los únicos autorizados para revelar ese tipo de información confidencial a sus subordinados que se encontraban en los potenciales escenarios de guerra. Sin embargo, esta crucial información jamás llegó a oídos de los uniformados que realmente necesitaban saberlo: el Almirante Husband E. Kimmel, comandante en jefe de la Flota de los EE.UU. en el Pacífico, en Pearl Harbor (Hawai), y el Teniente General Walter Short. Hasta el militar más ingenuo sabía que en caso de que los japoneses atacaran en el Pacífico, el objetivo natural sería la base naval de Pearl Harbor. Al amanecer de la mañana siguiente todos los temores se volverían realidad: los japoneses atacaron Pearl Harbor en un supuesto ataque sorpresa. Kimmel y Short no recibirían el mensaje descifrado de la declaración de guerra hasta por la mañana, cuando el ataque ya había comenzado en el Pacífico.
• Los mandos americanos en Pearl Harbor también ocultaron o ignoraron numerosas advertencias sobre un inminente ataque. La más importante fue una transmisión diplomática que se interceptó, enviada a través de un falso boletín meteorológico de una estación de radio de onda corta japonesa, que decía “higashi no kaze ame”, que significa “viento del Este, lluvia”. Los estadounidenses ya sabían que éste era el código utilizado por los japoneses para referirse a la guerra con EE.UU y a un inminente ataque, pero los altos mandos del Ejército negaron la existencia del mensaje, aunque posteriormente éste sería recuperado.
El memorando McCollum
• En octubre de 1940, el teniente comandante Arthur McCollum entregó un DOCUMENTO a los capitanes Walter Anderson y Dudley Knox, dos de los consejeros militares de confianza de Roosevelt, en la Oficina de Inteligencia Naval. El memorándum era esencialmente una “receta para la guerra”, una que contenía un desglose de la situación bélica actual junto a una lista de ocho cosas que Estados Unidos podría hacer si deseara provocar un ataque de Japón y obtener así el apoyo público para unirse la guerra. En el texto se podía leer: “Si con estos medios se pudiera inducir a Japón a cometer un acto de guerra abierta, mejor que mejor”.
• Hoy es imposible saber si Roosevelt conocía o no el Memorándum McCollum, pero lo que es cierto es que en muy poco tiempo pareció seguir sus instrucciones al pie de la letra. El documento describía una serie de medidas que fueron específicamente diseñadas para irritar a los japoneses. Por ejemplo: No es creíble que en el estado actual de la opinión política el gobierno de Estados Unidos no sea capaz de declarar la guerra contra Japón sin más preámbulos; y es muy posible que una acción enérgica de nuestra parte lleve a los japoneses a modificar su actitud. Por lo tanto, se sugiere el siguiente curso de acción: Realizar un arreglo con Gran Bretaña para el uso de bases británicas en el Pacífico, particularmente en Singapur, Llevar a cabo un arreglo con Holanda para el uso de instalaciones básicas y la adquisición de suministros en las Indias Orientales Holandesas, Dar toda la ayuda posible al gobierno chino de Chiang-Kai-Shek, Enviar una división de cruceros pesados de largo alcance a Oriente, Filipinas o Singapur, Enviar dos divisiones de submarinos al Oriente, Mantener la fortaleza principal de la flota de Estados Unidos ahora en el Pacífico en las cercanías de las islas hawaianas, Insistir en que los holandeses se nieguen a satisfacer las demandas japonesas de concesiones económicas indebidas, particularmente petróleo, Prohibir por completo el comercio de Estados Unidos con Japón, en colaboración con un embargo similar impuesto por el Imperio británico.
• Japón recibía el 80% de su petróleo de Estados Unidos cuando se promulgó el embargo. Sin el combustible, los japoneses estaban en una situación desesperada. La máquina de guerra de Japón sedienta de petróleo los hizo ponerse muy nerviosos, y la presencia de Estados Unidos en Filipinas parecía preparada para impedir que Japón obtuviera petróleo de otras fuentes. Además, ese mismo verano Estados Unidos se comprometió a “todo tipo de ayuda y asistencia sin guerra” a las potencias aliadas. La Flota del Pacífico se trasladó de San Diego a Pearl Harbor, tal y como lo recomendó el memorando de McCollum. El Comando de la Flota del Pacífico se ofreció al almirante Chester W. Nimitz, sin embargo, este la rechazó y señaló que no quería convertirse en chivo expiatorio si llegaba el ataque sorpresa japonés.
• ¿Entonces? Lo cierto es que no hay evidencia directa de que Roosevelt haya visto o actuado con respecto al Memorando McCollum, ni tampoco que haya influido en el Senado de Estados Unidos de alguna manera. Sin embargo, en 1955, el Almirante Husband E. Kimmel que recibió la asignación de trasladar la flota de San Diego al Pacífico, lanzó una autobiografía en la que escribió que Roosevelt tenía hambre de guerra, y que su propia posición y carrera se sacrificaron. Kimmel afirmó que había sido culpado de Pearl Harbor a pesar del hecho de que el presidente supuestamente sabía exactamente lo que venía.
• El memorando McCollum fue desclasificado y publicado bajo la Ley de Libertad de Información en 1994.
• Hoy, a casi 80 años del ataque japonés a Pearl Harbor, la mayoría de los historiadores creen que, si bien el presidente Franklin Roosevelt y los altos mandos militares norteamericanos eran conscientes de la probabilidad de un ataque japonés, no sabían con exactitud el cuándo y el dónde éste se produciría.
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