Noviembre 18, 2016

Crónicas clasemedieras: La huida

Crónicas clasemedieras: La huida

Por Omar G. Villegas |

Las noticias informan que más de la mitad de la población en el mundo vive en áreas urbanas y que la cantidad seguirá creciendo. Las ciudades de millones y millones y millones de habitantes han sacado de los campos a otros millones y millones y millones que se topan con una realidad complicada, inmensamente desigual y enrevesada.

Este es el desplazamiento del que más se habla por contundente y dramático, aunque en esas mudanzas también se gestan historias de éxito y motivadoras que no hubieran ocurrido de otra manera sino cuando esas mentes y cuerpos con talentos extraordinarios salieron de sus acotados mundos campiranos. Acotados al menos para la miope mirada urbana.

Sin embargo, también existe esa otra huída de quienes, hartos, decepcionados, cansados o resignados, se van de las mega urbes con las que ya no pueden lidiar o que los han sobrepasado y deteriorado de forma rotunda. Eso ocurre a menudo en la Ciudad de México, aunque en menor medida que la llegada de “migrantes”.

No encontré de primera instancia cifras que indiquen cuántas personas se van de la capital mexicana cada semana, cada mes o cada año. Pero me atrevería a decir con son varias y con la peculiaridad de ser personas muy capacitadas y con experiencia en distintos ámbitos profesionales y artísticos. Otra fuga de cerebros, esta interna y muy benéfica para el país. Al menos así me lo parece a mí.

En mi entorno cercano hay personas que han aprovechado la primera oportunidad, hasta ahora siempre buena y para mejorar, de irse de la Ciudad de México. Otros la buscan desesperadamente o, algunos que sin una opción viable por el momento, la anhelamos con deseos de que sea más pronto que tarde. Y aplaudimos esas historias de aquellos que dejan todo para irse a un pueblito playero, boscoso o serrano a aplicar su experiencia y conocimientos en algo que no sólo los sustenta, sino que les da calidad de vida y les permite sentirse plenos.

Y es que entre más gente llega la ciudad de nutre, pero en esa medida se alimentan sus problemas, conflictos y desastres. Las ciudades tienen una vida tan rica que es su principal atractivo. Aunque, eventualmente, como ocurre con todo exceso, se cae en la saturación que con el tiempo anula el interés y la disposición a arrojarse a la sobreoferta.

En fin. Bienvenida sea la movilidad que es un rasgo de la humanidad y que enriquece a las sociedades en la medida que hay intercambio de ideas, costumbres, conocimientos y se enfrentan prejuicios que, utópicamente, pueden limarse o atenuarse al entrar en contacto, aunque más bien ha pasado que se confrontan. Pero eso es otro tema. Por ahora creo que sería más sabroso y equitativo que la movilidad hacia y desde las ciudades fuera más equilibrada, ello nos haría mucho bien a todos.

Omar G. Villegas | Twitter: @omargvillegas |

Omar G. Villegas (Ciudad de México, 1979). Periodista. Ha ejercido el periodismo cultural y de espectáculos en los diarios Reforma, El Universal, La Crónica de Hoy, El Día y, actualmente, en la cadena Tv Azteca, donde también es guionista. Ha colaborado en revistas como ¡Quién! y DEEP, y en el portal The Huffington Post. Ha publicado narrativa breve en su blog Memorias Consustanciales y ensayos en revistas electrónicas especializadas de México, España y Suramérica como Imágenes del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es profesor de Periodismo en la Universidad Iberoamericana. Autor del libro de relatos breves “El jardín de los delirios” (Textofilia, 2012). Egresado de periodismo de la UNAM. Estudió la maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Salamanca, España, con beca de la Fundación Carolina, y la maestría en Historia del Arte en la UNAM.

Foto: Shutterstock

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