Antes de ser piloto
Saint-Exupéry nació en la ciudad francesa de Lyon, el 29 de junio de 1900. Descendiente de un linaje de nobles, Antoine pasó a ser conde a la corta edad de cuatro años, debido a la prematura muerte de su padre. La tragedia mermó los ingresos familiares, razón por la que Saint-Exupéry crecería como un aristócrata sin lujos.
Luego de terminar el bachillerato en 1917, Saint-Exupéry intenta entrar en dos ocasiones a la Academia Naval de Francia, pero no pasa los exámenes de admisión. Tras el rechazo, el conde se dedica por un tiempo a entrar de oyente a las clases de la École des Beaux-Arts, y finalmente en 1921 se decide a prestar el servicio militar.
Saint-Exupéry obtiene sus alas de piloto
El joven soldado logra que lo transfieran del ejército a la Fuerza Aérea de Francia en 1922. Debido a este cambio, Saint-Exupéry es enviado a Casablanca, en Marruecos; territorio que por aquel entonces era administrado por el Gobierno francés. Es allí que el conde obtiene sus alas de piloto, la insignia que le permitirá volar de manera oficial.
Años más tarde, después de darse de baja y pasar una temporada en París, el aviador vuelve a África. Allí, en 1926, Saint-Exupéry pasa a ser uno de los pioneros del correo aéreo, al poner sus habilidades como piloto al servicio de la empresa Aéropostale.
En el desierto africano
Durante los primeros tiempos como personal de Aéropostale, Saint-Exupéry se encarga de transportar la correspondencia en la ruta que va de Senegal a Francia. Más tarde, la compañía asciende al piloto a gerente y le asigna su centro de operaciones en Cabo Juby (cerca del desierto del Sahara).
En las dunas del Sahara, Saint-Exupéry tendrá que realizar arriesgadas tareas, tales como negociar con las tribus locales la liberación de los pilotos que, luego de haber sobrevivido a aterrizajes forzosos, habían sido tomados como prisioneros por los aborígenes.
Estancia en Argentina
En 1929 Saint-Exupéry es transferido a Argentina. En este destino el conde fungirá como gerente de Aeroposta Argentina, la filial de Aéropostale en Sudamérica.
Aunque en el hemisferio sur las responsabilidades administrativas aumentan, tampoco allí el aviador abandona por completo su afición al aeroplano. En la necesidad de fijar nuevas rutas para hacer más eficiente el servicio del correo aéreo suramericano, el conde encuentra una excusa perfecta para seguir volando.
Dentro de Argentina, Saint-Exupéry además conoce a la que será el gran amor de su vida: la escritora salvadoreña Consuelo Suncín.
Para 1931 la empresa para la que trabaja el piloto entra en números rojos, la bancarrota pasa a ser un mal inminente. En 1932, la situación de su compañía lleva a Saint-Exupéry a tener que dedicarse de lleno a la escritura y al periodismo.
En las arenas de la muerte
El aviador no tuvo uno, sino varios accidentes aéreos a lo largo de su vida. No obstante, tal vez ninguno fue tan grave como que le acaeció el 30 de diciembre de 1935, cuando, durante una carrera, el piloto y su ayudante mecánico tuvieron que hacer un aterrizaje forzoso en la zona libanesa del desierto del Sahara.
En aquella ocasión, Saint-Exupéry y André Prevot estaban intentado romper el récord de tiempo de vuelo más corto entre París y Saigón (Vietnam), por un premio de 150.000 francos.
Cuando se fueron a pique llevaban volando 19 horas y 44 minutos. Ambos pudieron sobrevivir al choque, pero las condiciones extremas del desierto y las escasas provisiones con las que contaban (unas pocas uvas, dos naranjas, una bocadillo, y algo de vino) les auguraban pocas esperanzas de salvación. Náufragos en un arenal, la deshidratación habría de atacarlos pronto.
Al primer día el aviador y su compañero empezaron a sufrir alucinaciones a causa del calor; alucinaciones que con el paso del tiempo se fueron haciendo más vívidas. Al tercer día los dos habían dejado de sudar, al cuarto, ya al borde de la muerte, fueron rescatados por un beduino que hacía un recorrido en camello por la zona.
Cabe suponer que este encuentro cercano con la muerte fue el que le inspiró a Saint-Exupéry el argumento inicial para El principito.
Exilio en Estados Unidos
Cuando se da la ocupación de Francia por los nazis, Saint-Exupéry presenta resistencia hasta el armisticio con Alemania. Renuente a la rendición, el conde decide exiliarse en Estados Unidos; llegará a Nueva York el último día de 1940.
Estando E.E.U.U., Saint-Exupéry participa en una serie de campañas hechas con la intención de movilizar a los norteamericanos a la guerra contra el nazismo. Pero a mediados de 1943, cansado del papel pasivo que se encontraba desempeñando en la guerra, el piloto deja América para unirse a las Fuerzas Aéreas Francesas Libres.
Así, con 43 años (ocho por encima del límite máximo oficial para enlistarse como piloto guerra), Saint-Exupéry se dirige a volar sobre el que será el escenario de la última etapa de su vida.
El vuelo final
Ya instalado en una base de operaciones aliada en el Mediterráneo, Saint-Exupéry es asignado a un escuadrón de cazas bimotor P-38 Lightning (equipo destinado principalmente a realizar labores de reconocimiento).
El 31 de julio de 1944, a las 08:45 a.m., el conde de Saint-Exupéry despega solo desde una base aérea ubicada en la isla de Córcega. Su misión: recolectar información sobre el movimiento de tropas alemandas en el Valle del Ródano. Después de ese día el reconocido escritor no volvería a ser visto.
La desaparición del conde francés ha dado pie a diferentes hipótesis (el debate sobre lo que pudo haberle pasado a Saint-Exupéry aún hoy día sigue abierto). Pero una cosa es segura: la vida que este peculiar ser humano se forjó nos resulta igual de interesante y extraordinaria que su obra escrita.
Con información de: Biography / Wikipedia
El enigma detrás del último vuelo de Saint-Exupéry
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