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Cómo saber lo que los demás saben de ti, y que tú no sabes: La respuesta está en esta pirámide

Cómo saber lo que los demás saben de ti, y que tú no sabes: La respuesta está en esta pirámide

Por Daniel Colombo / Si te da curiosidad saber cómo te ven las demás personas, incluso qué perciben, aunque tú no lo sepas, y qué aspectos conocen o intuyen, aunque no seas consciente de ellos, esta pirámide te va a ayudar.

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Todo parte de la información que emites en forma inconsciente, y que para ti pasa desapercibida, más no para los demás. En toda interacción con el entorno estás dando señales permanentemente; señales que, no necesariamente coinciden con el punto de enfoque de lo que sí quieres transmitir.

Desde hace varios años muchas personas que me conocen sólo en forma virtual por las redes sociales me envían mensajes diciendo “¡Qué paz que siento al leerte o escucharte!”. Para mí fue una sorpresa, porque más allá de trabajar en estos niveles desde hace décadas, no me auto-observaba de esa forma.

Para aprender a decodificar esta interacción que parece compleja, uno de los impulsores de la PNL (Programación Neuro Lingüística), Robert Dilts, desarrolló un modelo llamado “Pirámide de Niveles Lógicos”, basado en trabajos de Gregory Bateson, antropólogo, lingüística y científico social.

Para el autor estos movimientos de señales hacia el entorno tienen que ver con ciertos modelos lógicos y neurológicos. Así surgió la pirámide de 7 niveles, como una forma gráfica para facilitar la comprensión.

  • Primer nivel: Entorno o ambiente.

Los dos primeros niveles de la pirámide son los planos visibles de cualquier persona, y Dilts los denomina remediativos, por cuanto buscan dar sentido y remediar la forma de influir y de comportarse.

Todos vivimos interactuando con los demás. Hay relaciones de cercanía, como los amigos, la familia, el trabajo y el barrio, e incluso desde una perspectiva más amplia, influimos de alguna forma en nuestra ciudad, país y en el mundo en su totalidad a través de nuestras acciones, dichos, opiniones y consideraciones. Imagina, simplemente, el impacto que puede tener para alguien que no conoces, un mensaje que publicas en una red social, o una reacción tuya.

A su vez, esa interacción misma influye en ti. Y es en ese ida y vuelta donde se produce algún tipo de impacto o resonancia. Es el nivel de la reacción ante lo que sucede.

Para aprender a reconocerlo, los humanos nos hacemos preguntas esenciales: ¿Qué pasó? ¿Por qué? ¿Qué has tenido que ver al respecto? ¿Cómo te sientes? ¿De qué forma has influido en eso que sucedió? Es una fase de preguntas, respuestas, análisis, reflexión.

  • Segundo: Comportamientos

Aquí ya has pasado a la acción, y se revela tu forma de proceder en el entorno o ambiente donde estás moviéndote. Y lo haces con hábitos, hechos, costumbres, y actos reflejos.

El comportamiento puede ser consciente (te das cuenta de que lo estás haciendo) o inconsciente (respuesta automática). A su vez, generas estas acciones en forma voluntaria o involuntaria, ante otros o en privado; y, definitivamente, está influido por las circunstancias, que crean una onda expansiva que toca al entorno.

Los comportamientos se perciben a simple vista (por ejemplo, un gesto, palabras, actitudes, estados de ánimo), y también se producen en forma interna, invisibles a los demás (como los diálogos internos y los pensamientos rumiantes, que serían aproximadamente 12.000 por día en cada persona, según las neurociencias), los recuerdos y la imaginación.

Es en el nivel del comportamiento que vas construyendo tu forma de moverte, accionar o reaccionar ante el mundo; es decir que sirven para observar tu forma de actuar. Recuerda: lo que los demás observan es su propia interpretación de lo que tú manifiestas. Y lo que tú observas en ti, es tu propia interpretación, es decir, la historia que te cuentas permanentemente.

Para trabajar en este nivel puedes preguntarte: ¿Qué hago –cuando me comporto de tal forma–?, ¿Qué me impide…?, “¿Qué pienso acerca de…?”, ¿Qué más puedo hacer…?”

  • Tercer nivel: Capacidades

Entrando en los planos generativos, aquí sitúas tus recursos, programas mentales, emociones y cualidades.

Es desde que naces hasta aproximadamente los 6 o 7 años que vas creciendo en la relación con el entorno directo, y empiezas a determinar las causas y consecuencias de los comportamientos propios y ajenos.

Algunas preguntas para elaborar este nivel pueden ser “¿Cómo hago para lograr…?”, ¿Qué dominios activo cuando…?”, “¿Cómo puedo…?”, “¿Cuál es la elección más apropiada para…?”. Como observas, es un nivel de generación de posibilidades y alternativas, y de toma de consciencia de los recursos internos con que cuentas.

  • Cuarto nivel: Creencias y juicios

Las creencias son leyes escritas en el plano consciente e inconsciente que las damos por válidas, funcionen o no para el momento presente de la vida. Pueden ser posibilitantes o de expansión, que te ayudan a crecer; o limitantes y de restricción, que te impiden avanzar.

Dentro de estas últimas, los juicios acerca de “cómo deberían ser las cosas” ocupan un lugar importante. Es así como, de antemano, ya has tomado postura sobre ti, el mundo, los demás, tu entorno. Son generalizaciones de las acciones, y lo que logran es trabar la apertura de posibilidades.

Las creencias son una representación interior de lo que interpretas que es la vida y el mundo; por eso no hay dos personas que accionen igual ante un mismo hecho: todo es interpretativo y subjetivo según la mirada de cada uno. Además, los juicios van de la mano de las creencias limitantes.

Algunas preguntas generativas que te puedes formular, a modo de ejemplo: “¿Para qué…?”, “¿Esta creencia me acerca o aleja del resultado que quiero conseguir?”, “Cuál es el juicio hacia mí mismo/a o hacia los demás o situaciones, que aparece cuando surge esta creencia limitante?”, ¿”Cómo puedo cambiar la creencia que me limita y el juicio subyacente por una más contributiva?”

  • Quinto nivel: Valores

Conectados con esas respuestas acerca del punto anterior, aparecerán las dimensiones de los valores y la actitud.

Los valores son aquellos pilares que sostienen tus posiciones innegociables y actúas en base a ellos. Conforman tu para qué, y dan motivo y dirección.

La actitud depende de tu estado interno (a veces llamado estado de ánimo), y del entorno y de las circunstancias, y básicamente se sustenta en tu espacio emocional: cómo te conectas con la emoción y los sentimientos que aparecen ante determinados hechos. Relacionada con la actitud aparece tu motivación -que es ni más ni menos, “dar motivos”-. Entonces, de tu actitud dependerá el nivel motivacional que generes.

Algunas preguntas pueden ser: “¿Para qué hago tal cosa…?”, “¿En qué valor interno importante para mí se basa esta decisión?”, “¿Qué valor se ve transgredido cuando siento incomodidad ante tal hecho?”

Respecto a la actitud: “¿De qué forma me conecto con esta experiencia?”, “¿Para qué surge mi actitud de -tal comportamiento- frente a esta situación?”, “¿Qué puedo aprender de esto?”, “¿Desde dónde estoy observando la situación presente, y qué pasa si me muevo/cambio de posición para observar?”, “¿Cuál es el rol que juego frente a esto que me pasa?” Hay interesantes conclusiones a las que podrías llegar.

  • Sexto nivel: Identidad

Este otro escalón responde al cuestionamiento profundo “¿Quién soy?” y “¿Quién soy más allá de esto que creo que soy”?

Como estamos interpretando lo que creemos que somos, sería más preciso hablar de la identidad como un conjunto de creencias, valores, comportamientos, acciones y relaciones con el entorno y contigo, que definen quien eres, desde tu óptica.

El planteo de Robert Dilts invita a explorar aquí el tema de la misión de vida, del propósito y del legado que dejarás cuando ya no estés en este plano físico. Es la antesala del plano trascendente.

La identidad es mucho más de la etiqueta que suelen ponerse las personas al decir “soy médico”, “soy maestra”, “soy obrero”, “soy coach”, “soy técnico”. Esto lo que hace es anteponer un rol social a la esencia verdadera. Al hablar de las capacidades que tienes, evitas expresar algo más profundo, como lo es hacer una declaración de identidad.

Para reflexionar sobre este nivel, puede ser útil hacerte estas preguntas: “¿Quién soy?”, “¿Quién creo que soy?”, “¿En qué circunstancias sé concretamente quien soy y en cuáles no estoy tan seguro/a?” y para qué crees que haces ese proceso interno. También sugiero revisar los patrones de creencias acerca de la identidad que pudieron ser inculcados desde la familia, la educación y el entorno donde creciste e incluso actualmente donde te mueves.

  • Séptimo nivel: Espiritualidad transpersonal

En el vértice de la pirámide de los niveles lógicos, el autor invita a profundizar en planos superiores de la consciencia. La asocia al momento del despertar interno, la toma de consciencia del Ser.

Cuando se menciona la palabra ‘espiritualidad’ no se lo hace desde una perspectiva religiosa o de cultos determinados; si bien muchos coinciden en que espirituales somos todos, porque tenemos algo interno que nos mueve.

‘Espiritualidad’ puede tratarse de una fuerza, pulsión, alma, chispa, divinidad, o como quieras llamarla -si es que esta idea funciona contigo- No importan las denominaciones, más sí la esencia del concepto.

La espiritualidad transpersonal es todo lo que te trasciende como ser humano y te conecta con otras dimensiones del Ser. Es lo que facilita que se produzca un momento “wow” o “ajá”, cuando has trabajado intensamente en ti y aparece una respuesta, un indicio, una intuición, una visión que abre el camino.

Por ejemplo, es el campo relacional donde expandes tu consciencia, y, como consecuencia, tomas noción de que influyes en forma positiva en las demás personas, produces mejoras en ti y en cada relación que tienes, y se podría decir que se alcanza una versión mejorada de la existencia del vivir y del Ser en todas sus expresiones.

No tiene ningún dogma a seguir: simplemente, se es lo que se es, en completa coherencia y congruencia entre lo que pienso, lo que siento, lo que digo (lo que declaro) y lo que hago.

Es también un nivel de profunda claridad de consciencia; hay una especie de ‘transparencia’ en cada pensamiento y acción, completamente alineada con lo que eres en esencia.

Para trabajar este nivel, puedes explorar tu estado emocional interno. Si estás en balance al menos el 90% de cada día, es posible que ya lo estés experimentando. Y, en este caso, más que preguntas, aparecen espontáneamente sensaciones, indicios, pistas emocionales que te revelan visiones, próximos pasos, sentimientos de gratitud y una profunda conexión interior y con tu entorno. Es el estado de flow (fluir) con lo que está presente, sin oponer resistencia alguna.

Desarrollando tu conocimiento personal en estos siete niveles, estarás más cerca de saber o intuir lo que los demás conocen de ti; y, a la vez, estarás en un proceso de mejora personal para llevarte a un nivel de consciencia más elevado.

Imagen: Shutterstock

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