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Cómo cuidar los 3 bienes no renovables que más cotizan en tu vida: Tiempo, Atención y Energía

Cómo cuidar los 3 bienes no renovables que más cotizan en tu vida: Tiempo, Atención y Energía

Por Daniel Colombo / Cada vez más son las personas que dicen sentirse agotadas, con tendencia a la insatisfacción casi permanente, y con un aumento de necesidad de vías de escape a una realidad que las supera. La falsa sensación de que somos eternos, que nos queda mucho tiempo y que podemos prestar atención a cualquier cosa que se nos presente porque “¡qué más da!”, nos viene jugando una mala pasada.

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La contundencia del momento bisagra de la humanidad hizo que mucha gente tomara consciencia de la finitud de la vida. Si bien es algo que siempre estuvo metido en el cierto rincón de la mente, la realidad que vivimos nos lo expone en primer plano.

Y seguramente sabemos que podemos ser más productivos con una organización del día más inteligente, aunque no encontremos aún la respuesta; y que este entorno, que se ha vuelto cambiante, incierto y hostil, consume nuestra energía vital mucho más que antes.

Pensándolo bien, es que, así como en los recursos naturales, hay otros tres bienes que no se renuevan, y que debemos cuidar como nuestro valor más preciado: el tiempo, la atención y la energía. Quiero invitarte a revisar algunas visiones y herramienta prácticas sobre estos tres factores.

Cómo cuidar el tiempo

Cuando escribo este artículo, este subtítulo de “cuidar el tiempo” me recuerda a las campañas de cuidar el agua o la electricidad. Y es exactamente igual: sabemos que si no lo hacemos, en algún momento se agotarán.

Lo mismo pasa con el tiempo. Parece que fuese sólo una cuestión de organización de la agenda, y esa es sólo una parte. Porque para cuidarlo necesitas cambiar la relación de tu mente con el factor cronos, el que rige las veinticuatro horas del día.

Más que aprovecharlo al máximo, es aprender a distribuirlo de una manera equilibrada entre los compromisos, el trabajo y la vida personal.

Hace poco enseñaba a una CEO de una empresa a que, antes de agendar cualquier tema corporativo en su calendario, ocupe todos los espacios personales que quiere sostener. El encuentro con sus nietos, familia y amigos; el espacio para leer e instruirse; el curso aquel que dejó por la mitad, son de las primeras cosas a priorizar. Y que los haga importantes por sobre lo demás.

En vez de dar prioridad a las otras personas, para cuidar tu tiempo es necesario que tú te pongas en primer lugar. Generalmente las personas con dificultad para manejar su tiempo con eficacia son aquellas que entregan ese poder a los demás, y así van de prisa en una vorágine que los deja exhaustos.

Por ejemplo, las que viven buscando aprobación se desviven por otros, y así postergan sus anhelos. Y quienes son perfeccionistas entran en una carrera que, al final, no logran saborear porque perdieron el sentido de disfrute por andar tan rápido y entregados a los demás.

Si procrastinas, procrastina bien

Otro aspecto relevante es que apliques una procrastinación inteligente. Las personas piensan que cuando postergan eso no tiene un costo en términos de tiempo y de emociones. No es así: al posponer cualquier cosa se genera un circulo incompleto en tu mente, por el que se filtra la culpa, el desdén, el desconfianza, el desorden, y hasta la mediocridad en tus actos. Es decir, pagas las consecuencias.

Entonces, si vas a postergar algo, hazlo con total consciencia y asumiendo la responsabilidad que te cabe. Conozco personas que llevan una lista de todo lo que postergan, y tienen un tiempo en el calendario para completar lo que han pospuesto.

Cómo dar tu atención a lo importante

El segundo bien no renovable es la atención.

Por si no lo habías pensado, el tiempo y la atención son los dos factores más valiosos para las marcas, las empresas de todo tipo, la publicidad, el marketing y las redes. Todos quieren unos segundos de ti, y por eso es tan relevante cuánto permaneces conectado. Así miden qué tanto has mantenido la atención en cierto tema o sector, para después enviarte anuncios más personalizados.

Por favor, lee con cuidado lo que sigue:

Si utilizas tu atención en forma inteligente, obtendrás beneficios instantáneos como una mayor concentración, enfoque, sentido en el uso de los recursos de tu mente y la posibilidad de sentirte más despejado, en calma y en equilibrio. Todo esto, entre esos espejitos de colores allá afuera, y tu atención selectiva interior.

La atención es selectiva: puedes elegir en qué enfocarte y en qué no, en vez de dejarte invadir de tanto estímulo externo.

Ese “ruido” exterior puede ser ensordecedor, y te resta capacidad de pensar, analizar, estructurar tus ideas, tener análisis crítico de las cosas, si tan sólo llevas tu atención a lo que te llega desde afuera y lo consumes como si fuese papilla para bebés.

Recuerda que la atención sigue al pensamiento. Cualquier pensamiento que aparece en tu mente requerirá que lo atiendas para darle significado, y luego, que ejecutes alguna acción o idea relacionada. ¿Comprendes el proceso complejo que se da en el cerebro y en tu mente?

Para cuidar tus niveles de atención hazte estas 3 preguntas:

  • ¿Es esto relevante para mí, en línea con mis metas y objetivos?
  • ¿Aprendo o me aporta algo sustancioso para crecer y evolucionar?
  • ¿Puedo seguir viviendo sin esto que atrae mi atención?

Una vez que te las formules podrás elegir en qué, en quiénes y en dónde poner tu atención, y dónde no.

Cómo cuidar tu energía vital

El tercer bien no renovable personal es tu energía. Si bien el cerebro humano da los impulsos necesarios a los órganos del cuerpo para ponerte en marcha, esa batería no es infinita y se agota.

Una muestra son los desgastes extremos físicos, las situaciones sumamente estresantes, y también el entorno contaminante que afecta tu espacio emocional.

La energía parece inagotable y que se regenera. Es así; el asunto es que, si mantienes un alto nivel de desgaste permanente, llegarás a agotar la batería y costará mucho que vuelvas a arrancar. Es el caso de quienes padecimos el síndrome de Burnout -del quemado-, por el estrés extremo sostenido en el tiempo.

La sugerencia es que no gastes la energía porque sí. Aquí tienes varias ideas:

Por ejemplo, aun cuando tu mente quiere preocuparte demasiado por cosas del futuro, piensa que esas cosas o esas expectativas no son reales, no existen todavía, y no sabes si se van a concretar. Entonces, ¿para qué preocuparte en exceso? Posiblemente caigas en la parálisis por análisis por sobre razonar las cosas, por lo que terminarás agotado. Un nivel razonable de atención a los asuntos es lo más indicado.

¿Y qué decir cuando el entorno nos quita energía? Es fundamental cuidar lo que intercambias con las demás personas en lo personal y laboral. En ambientes densos y difíciles y frente a personalidades complejas, es posible que tu energía vital disminuya, porque literamente se va absorbida por esas interacciones.

La gente quejosa, prejuiciosa, malhumorada y con falta de empatía consume tu energía. En estos casos la sugerencia es que busques un equilibrio interno para mantener tu centramiento, cuidándote lo mejor que puedas de esas situaciones y entornos.

No se trata de romper relaciones, sino de saber cómo puedes gestionar mejor esos vínculos. Por ejemplo, aprender a decir que no y ponerles límites, sería lo más saludable.

Una clave final

Finalmente, quiero resaltar una clave en común que puedes aplicar: ten selectividad para no caer en la tentación de entregar el tiempo, tu atención y tu energía indiscriminadamente.

Recuerda: son tus bienes no renovables. No los derroches.

Imagen portada: Shutterstock

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