Por Michel Rodriguez | Es sabido que las marcas Dodge y Plymouth dieron la cara por la Corporación Chrysler en el mundo del ‘muscle car’ por mucho tiempo, mientras que la marca Chrysler se dedicaba a producir solo vehículos ejecutivos y de lujo. Vale recordar aquí que la Corporación logró desarrollar modelos bastante suntuosos; como los producidos a través de su marca Imperial. Sin embargo, la verdadera joya de este fabricante fue el Chrysler 300 Hurst, un modelo que combinó ambas vertientes, siendo así un auto musculoso y de lujo como ningún otro.
De los actores
Hurst Performance fue una empresa fundada en 1958, que había funcionado anteriormente como taller de reparaciones, bajo el nombre de Hurst-Campbell. A partir de la década de los 60, se especializó en fabricar palancas de cambio de velocidad caracterizadas por su precisión.
Más tarde, la compañía se especializó también en frenos y otros elementos de alto performance. Esto gracias a la adquisición de Schiefer Manufacturing; un fabricante de clutches y de sistemas de frenos Airheart.
Hurst desarrolló una serie de proyectos en conjunto con diversas marcas automotrices, entre ellas Oldsmobile, American Motors Corporation y Plymouth.
Por su parte, la marca Chrysler venía produciendo desde 1955 una serie de automóviles que buscaban mezclar los conceptos de ‘gran turismo’ y ‘muscle car’: modelos de dos puertas, de alto performance, lujo y comodidad. Esta colección, de nombre serie 300, fue también denominada como la serie ‘letrada’ de Chrysler, pues sus autos incorporaban una letra en su nomenclatura.
Dicha serie arranca con el 300C de 1955, y cierra con el Chrysler 300L de 1965.
El 300 Hurst
Chrysler consideró que una buena opción en términos de mercadeo era producir en pocas cantidades un automóvil tributo que conmemorara la existencia de los Chrysler ‘letrados’. Para este desarrollo acudió a Hurst, compañía con la cual había trabajado previamente.
El automóvil elegido como tributo fue el Chrysler 300 de 1970. (El modelo 300 -sin letras- era una versión más económica de estos grandes muscle cars de lujo, que se fabricaban desde 1962).
El convenio consistía en que Chrysler armaría los automóviles en su planta de la Avenida Jefferson y los pintaría de blanco. Luego, los modelos serían enviados a los talleres de Hurst Performance para que se encargaran de los elementos de performance y del resto de la parte estética.
Un proyecto apresurado
Según el acuerdo, el vehículo tendría una palanca de cambios Hurst, pero lo cierto es que en primer lugar estaría la caja de cambios Torqueflite 727, con la palanca en la caña de dirección como era el estándar.
La palanca de cambios de piso, que en teoría colocaría Hurst, sería opcional, así como una consola central.
El gran problema fue que el desarrollo de este auto comenzó con retraso y Hurst no tuvo tiempo suficiente para diseñar la nueva palanca. El resultado final fue que el modelo, realizado en alianza con el gran fabricante de palancas de cambio de alto performance, no tendría ninguna.
En ese mismo orden, la ‘falta de comunicación’ llevó a que el plan inicial de Hurst de instalar un motor V8 de 426 pulgadas cúbicas o 6.9 litros no se concretara. De nuevo la falta de tiempo impidió que se pudiese incorporar el exclusivo motor, del que solo se hicieron 11.000 unidades en su homologación para la serie NASCAR. Esto hubiese hecho del Chrysler 300 Hurst un automóvil mucho más exótico.
Interior del 300 Hurst
Pero el trabajo fuerte de la ‘socia’ de Chrysler en este proyecto estuvo en el interior. Los vehículos llegaban de Chrysler a los talleres de Hurst, donde el fabricante cortaba el capó y le colocaba una toma de aire central hecha de fibra de vidrio, con emblemas que decían 300 H en ambos lados.
Además, el auto llevaría unas bandas de color bronce satinado, al igual que las calcomanías que iban en paralelo a la pintura color bronce.
Es de notar también cómo estaba instalado el spoilder del 300 Hurst. Este, a diferencia del resto de los spoilers conocidos, estaba integrado a la carrocería, por lo que muchas personas no lo verían como tal, sino como una especie de “agarradera” para abrir la maleta.
A su vez, la maleta del 300 Hurst no abría por una cerradura (como en modelos anteriores), sino a través de un suiche eléctrico o una guaya oculta bajo el tablero, como forma alternativa de emergencia.
Otra característica que resalta la exclusividad de este automóvil es el equipamiento estándar de su interior. Este incluía tapicería de cuero proveniente de la división Imperial. Esto ocurriría en una época en la que los muscle cars tenían como mucho un asiento recto y de vinil, que además no era cómodo.
Al mismo tiempo, aunque los asientos delanteros del 300 Hurst eran individuales, en su parte trasera el asiento sería corrido. Este incluía, además un apoya brazos plegable, para instalarlo de manera opcional.
Finalmente, como accesorios, el automóvil incluía un sistema eléctrico de ajuste de posición de los asientos tanto delanteros como traseros. El bólido además contó con vidrios eléctricos y aire acondicionado.
Bajo el capó
Aquí es en donde está la verdadera magia del vehículo. El 300 Hurst estaba equipado con un solo tipo de motor, un V8 de 440 pulgadas cúbicas (7.2lts) y carburador de 4 bocas. Era un monstruo capaz de generar unos 375 Hp. El motor se conocía como “TNT 440” y era el mismo al que Plymouth apodaba “Super Commando 440” y Dodge como “Magnum 440”.
El motor era tan potente que podía llevar de 0 a 100km/h a este espécimen de 5.7 metros y 1.9 toneladas de peso en unos 7.3 segundos, y podía hacer un cuarto de milla (202 metros) en 15.3 segundos.
Para muchos, hablamos del auto con las mayores prestaciones ofrecidas por un Mopar en 1970.
Al motor le acompañaba una caja de cambios Heavy Duty Torqueflite 727 automática de 3 velocidades
Cabe aquí mencionar el hecho de que, para poder manejar toda esa potencia en este crucero sobre ruedas de forma segura, Chrysler decidió equipar al modelo estándar con una suspensión ‘heavy duty’, además de dirección y frenos asistidos.
Una producción complicada y confusa
La producción del 300 Hurst tiene todavía muchos vacíos e interrogantes, que desde su salida nunca tuvieron respuesta.
Por ejemplo, el boletín interno que Chrysler enviaba a todos sus concesionarios indicaba que el auto estaba destinado al segmento comercial medio, “para quienes quieren sofisticación, distinción e identidad”. No obstante, para la gente de mercadeo de Chrysler el perfil del comprador del 300 Hurst era una persona emprendedora, en ascenso rápido en la escalera corporativa o ya en la cima.
Por supuesto, este no era el tipo de automóvil que se compraba en una sola visita al concesionario. Más bien se trata de una compra por la que se llenaba un formulario de solicitud, y en ocasiones era hasta necesario anticipar una buena suma de dinero para iniciar la producción del auto.
Un 300 Hurst con todos los accesorios, como generalmente era solicitado, podía valer unos 5.939 US$, lo cual lo convertía en el automóvil del grupo Chrysler más costoso, a excepción de los automóviles Imperial. Es como si Cadillac o Lincoln produjeran muscle cars.
Sin dudas, el auto en su misma concepción rompe ya con el concepto más estricto de lo que es un muscle car; un término además tan ambiguo y complejo que ni los propios estadounidenses se han puesto de acuerdo en su definición.
Sin embargo, sabemos que dicho género suele tener tres características fundamentales:
- Economía.
- Solo versiones simplificadas de un modelo X.
- Produce automóviles equipados con un motor de bloque grande.
Ahora bien, aunque el 300 Hurst sí tenía un motor de bloque grande, como ya hemos visto, no era económico ni básico. Por el contrario, era un auto exclusivo, tanto que solo se produjo una cantidad reducida de ellos.
¿Y por qué tan reducida? Ese es otro misterio, pues Chrysler nunca dio la cifra oficial de modelos ensamblados. Sin embargo, en una carta de fecha 1 de septiembre de 1972 dirigida por el Departamento de Ventas al feliz dueño de un 300 Hurst, Chrysler expresó beneplácito al conocer de su satisfacción con “uno de los 485 Chrysler 300 Hurst producidos”.
Promoción
De esas 485 unidades producidas, existe un convertible que es propiedad de la firma, que Hurst utilizaba como vehículo promocional; de hecho es el único 300 Hurst equipado con una palanca de cambios de su marca.
El plan era tener tres ejemplares para fines promocionales en la costa oeste, este y centro del país. Sin embargo, solo uno se produjo.
Incógnitas pendientes por aclarar
Es también confuso y vago el motivo de una producción tan reducida. Primero, Chrysler inicia el proyecto poco después de que el modelo Chrysler 300 de 1970 se comenzara a producir.
Por otro lado, en Hurst se pensaba que Chrysler promocionaría el auto, mientras que en Chrysler se pensaba que el gran promotor sería Hurst. Como consecuencia de esa confusión, la escasa información enviada a los concesionarios llegó con retraso y sin claridad de las partes involucradas.
Quedan aún incógnitas y datos por aclarar pero lo que lo hace interesante al 300 Hurst es que se trata de un automóvil único y exclusivo, de un muscle car que para muchos no lo es, y un modelo que hoy por hoy no es tan sencillo de ubicar.
Con información de: Chrysler 300 Club / Crazysmopar / Fantom Works / Hot Cars / Street Muscle Mag / Imagen de portada: Orlando Classic Cars
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