Una jugada común en el fútbol (golpear la pelota con la cabeza) quizá no sea tan inofensiva para el cerebro como se ha pensado, sugiere una nueva investigación.
Un estudio de más de 200 jugadores de fútbol adultos a nivel amateur de ambos sexos que regularmente «cabeceaban» la pelota, además de sufrir golpes accidentales en la cabeza, encontró que esto aumentaba significativamente el riego de conmoción de un jugador.
«Lo que se cree en la actualidad es que cabecear de forma rutinaria en el fútbol es inocuo y solamente debemos preocuparnos por los jugadores cuando sufren colisiones en la cabeza involuntariamente», dijo el líder del estudio, el Dr. Michael Lipton, del Colegio de Medicina Albert Einstein de la ciudad de Nueva York, en un comunicado de prensa del colegio.
«Pero nuestro estudio sugiere que no necesitamos una colisión evidente para albergar este tipo de preocupación», señaló Lipton, profesor de radiología, psiquiatría y ciencias de la conducta en el Einstein.
Otra experta en conmociones que revisó los hallazgos se mostró de acuerdo.
El estudio «parece proporcionar evidencias adicionales de que tales prácticas que forman parte del juego del fútbol pueden poner a los deportistas en riesgo de lesiones cerebrales traumáticas», comentó la Dra. Jamie Ullman, directora de neurotrauma en el Hospital de la Universidad de North Shore en Manhasset, Nueva York.
Gran parte de la investigación sobre las conmociones relacionadas con los deportes se ha concentrado en los deportes de alto impacto, como el fútbol americano o el hockey. Pero los expertos en traumatismos en la cabeza hace tiempo que saben que otros deportes (como el fútbol y el rugby) también podrían conllevar ciertos riesgos.
En estudios anteriores, Lipton dijo que su equipo encontró que «el 30 por ciento de los jugadores de fútbol que realizaban más de mil cabeceos al año tenían un riesgo más alto de cambios microestructurales en la sustancia blanca del cerebro, lo que es típico de las lesiones cerebrales traumáticas, y un peor rendimiento cognitivo».
Al explorar la cuestión con mayor profundidad, el nuevo estudio se centró en formularios en línea que respondieron 222 jugadores de clubes de fútbol a nivel amateur en el área de la ciudad de Nueva York, tanto hombres como mujeres. Todos habían jugado al fútbol al menos 6 meses durante el año previo.
Los hombres promediaron 44 cabeceos en 2 semanas, según la encuesta, y las mujeres 27. El 43 por ciento de las mujeres y el 37 por ciento de los hombres reportaron haber sufrido uno o más impactos en la cabeza accidentalmente, como por ejemplo al recibir un golpe de la pelota en la parte posterior de la cabeza o al colisionar la cabeza con la rodilla de otro jugador.
Los jugadores que cabeceaban la pelota con regularidad tenían tres veces más probabilidades de sufrir síntomas de conmoción que los que no cabeceaban a menudo, reportó el equipo de Lipton.
Los jugadores que sufrieron impactos accidentales en la cabeza dos o más veces en un periodo de 2 semanas tenían 6 veces más probabilidades de sufrir síntomas de conmoción que los que no sufrieron impactos en la cabeza, mostraron los hallazgos.
De los que cabeceaban la pelota o reportaron sufrir impactos accidentales en la cabeza, el 20 por ciento tenían síntomas de conmoción entre moderados y graves, según el informe.
De los 7 jugadores con síntomas muy graves, 6 sufrieron dos o más impactos involuntarios en la cabeza en dos semanas, 4 estaban en el grupo que más cabeceaban la pelota y 3 estaban en el grupo que quedó segundo en cabeceos a la pelota.
Lipton enfatizó que los hallazgos no pueden generalizarse a los niños, los adolescentes o los futbolistas profesionales.
Aun así, «nuestros hallazgos ciertamente indican que cabecear es más que un simple impacto que no llega a ser una conmoción, y que las conmociones relacionadas con los cabeceos son habituales», señaló Lipton. «Necesitamos dar a las personas que han sufrido estas lesiones la atención médica adecuada y hacer esfuerzos por prevenir los múltiples impactos en la cabeza, que son particularmente peligrosos».
Eso significa estar atento a los síntomas, añadió.
«Muchos jugadores que cabecean la pelota con frecuencia experimentan síntomas clásicos de conmoción, como dolor de cabeza, confusión y mareo, durante los partidos y los entrenamientos, aunque no se les diagnostique una conmoción», explicó Lipton.
«Los que sufren conmociones deberían evitar más colisiones o impactos en la cabeza durante días o semanas, cuando su riesgo de sufrir una segunda conmoción es extremadamente alto», dijo. «Dado que estas lesiones pasan inadvertidas y no se gestionan, podría haber consecuencias clínicas importantes a corto y a largo plazo».
El Dr. Salman Azhar, neurólogo y director de los servicios de accidentes cerebrovasculares en el Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York, dijo que los nuevos hallazgos están en sintonía con estudios previos, y las probabilidades de conmoción parecieron aumentar junto con la frecuencia de los impactos en la cabeza.
«Las probabilidades de tener síntomas entre moderados y graves aumentaron cuando los cabeceos involuntarios pasaron de uno en un periodo de dos semanas a dos en un periodo de dos semanas», indicó Azhar.
El estudio aparece en la edición en línea del 1 de febrero de la revista Neurology.
Con información de HealthDay, traducido por HolaDoctor | Foto: Cabecear en fútbol / Shutterstock
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