‘Blond Ambition World Tour’ es considerada una de las giras de conciertos más extravagantes en la historia musical. Por medio de la yuxtaposición de erotismo, imágenes alusivas al catolicismo y a la sexualidad libre, Madonna fue incesantemente criticada, pero su tour se convertiría en uno de los momentos más icónicos para la música pop del siglo XX.
¿Qué fue el Blond Ambition World Tour?
El 13 de abril de 1990, comenzó lo que se convertiría en una de las giras más ambiciosas en la historia de la cultura pop. Por medio de 57 shows, múltiples y extravagantes cambios en el vestuario, y una narrativa que seguía más el estilo de un musical que el de un concierto, tal y como se le conocía para la época, el Blond Ambition significó un antes y un después para la música en vivo.
Erotismo, religión y sostenes de Jean-Paul Gaultier
En el año 2006, la icónica revista Rolling Stone definió el Blond Tour como «una extravagancia elaboradamente coreografiada, sexualmente provocativa».
Y es que si se suman los hits, como el mítico «Vogue», cuyo video musical ya forma parte del imaginario colectivo de la época; «Express Yourself»; y «Like a Virgin», considerado el tema más polémico y criticado de la gira; más la extraordinaria sincronización entre la artista y sus siete bailarines, junto a los sostenes puntiagudos de Jean-Paul Gaultier, el resultado de la gira no solo produce éxito inminente, sino una revolución en el mundo de la moda y la cultura del performance.
El coreógrafo de la gira, Vincent Paterson, explicó en 1990 durante una entrevista para la revista People: «Lo más grande que tratamos de hacer fue cambiar la forma de los conciertos. En lugar de solo presentar canciones, quisimos combinar moda, Broadway, rock y arte de performance».
En un repertorio dividido en cinco segmentos, como si se tratase de un musical, la artista fue capaz de otorgar un discurso narrativo al orden de sus canciones, ofreciendo a su público una experiencia que trascendía, incluso, el constructo moral de muchos de los países donde se presentó.
En el segundo segmento, el mundo se sobresaltó por medio de la interpretación de «Like a Virgin», pues el performance simulaba una coreografiada masturbación, en un crescendo cuyo clímax concluía con la exclamación «God!», la cual daba inicio a la siguiente canción, «Like a Prayer».
La artista, quien para ese año recién había estrenado el videoclip del tema «Like a Prayer», ya había sembrado el preludio de lo que se convertiría en una fusión entre contenido sexual, religioso, provocador y controvertido.
El tercer momento estaba inspirado directamente en la cinta Dick Tracy, dirigida y protagonizada por Warren Beatty, y donde Madonna contaba con una icónica participación en el papel de la “femme fatale” Breathless Mahoney, en 1990.
Finalmente, la última parte del performance se subdivide en dos temas, el Art Deco con temas como «Cherish» y «Material Girl»; y el Encore con «Holiday» y «Keep it Together».
Homosexualidad, censura y encuentros con la policía
Madonna gestó sus más grandes éxitos durante la década de los 80, por ello, al anunciarse el Blond Ambition World Tour, la intérprete ya contaba con un repertorio y un estilo lo suficientemente consolidado como para dejar inmerso a su público en uno de los más grandes espectáculos de todos los tiempos.
«Puse mucho de mí misma en esto. Es mucho más teatral que cualquier cosa que haya hecho antes» – Madonna.
Para la fecha, Madonna contaba con 31 años, y ya había venido apoyando incondicionalmente a la comunidad LGBTIQ+, no solo en sus presentaciones, sino en su discurso de todos los días. De los 7 bailarines que conformaban el centro de atención, 6 eran homosexuales, lo cual implicó una visibilidad extraordinaria que iba de la mano con el auge del Orgullo Gay, a raíz de la lucha contra el sida, en la década de los 80.
Tal y como se expresa en el documental de 1991, Madonna: Truth or Dare, el cual refiere a una serie de imágenes detrás de las escenas de la gira, la policía de Toronto, Canadá, amenazó a la artista con arrestarla, tildando a su performance de «indecente».
La idea era impulsar a la artista a modificar su show; sin embargo, dadas las negociaciones y a la expresión artística que exponía el evento, la policía optó por no arrestarla bajo los cargos de obscenidad. Madonna llamó a Toronto un «estado fascista».
Con información de: People / Rolling Stone / Is Morbo / IMDb / Web Archive
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