La literatura de Stephen King suele emplear elementos que siembran una disyuntiva en el lector, una situación que los adentra en la historia y crea un conflicto interno. En ‘The Dead Zone’, el destino yace en una tela de juicio sobre qué está escrito en la vida y cómo puede cambiarse.
Ficha técnica
Título original: The Dead Zone – La zona muerta
Autor: Stephen King
Año de publicación: 1979
Género: Suspenso – Terror
Sinopsis
Johnny Smith es un profesor universitario que siempre ha tenido gran intuición. Luego de un accidente automovilístico, cae en coma por casi cinco años y al despertar obtiene el don de ver el futuro. Luego de tener una visión sobre un mundo apocalíptico, Johnny deberá decidir si interviene en el destino y cambia el curso de la historia.
La divinidad del destino
¿La vida está escrita o cada quien forja su camino? ¿El destino existe o cada ser humano crear el suyo? Esas dos preguntas se han visto arraigadas a la filosofía humana desde la antigüedad. Una de las obras que mejor lo plasma es Edipo rey, la tragedia griega de Sófocles.
En la obra clásica, el personaje de Edipo recibe una profecía y en su intento de huir del destino, lo encuentra, demostrando que escuchar su futuro era parte de un juego que lo llevaría a tomar las acciones de las cuales quiso huir. La tragedia de Sófocles demuestra la nimiedad del ser humano ante la fuerza del destino y la divinidad que lo forma.
En The Dead Zone, Stephen King hace algo similar. Su personaje principal cuestiona la naturaleza de su don y por qué lo tiene. Duda si es un plan de Dios con la intención de que cambie el destino de la humanidad al evitar los acontecimientos que concluirán en un mundo apocalíptico. Se muestra cuál es el destino original, pero también da lugar a su reinterpretación, en donde es parte del juego tener la capacidad de cambiarlo.
El miedo a lo desconocido
Si bien la obra se cataloga como literatura de suspenso y terror, no hay muchos elementos siniestros que resultan en lo tradicional del género; lo más cercano es una serie de homicidios y las visiones del futuro apocalíptico.
El verdadero peso dramático yace en el conflicto interno del personaje y cómo lo transmite al lector. El miedo que causa tener el poder de cambiar la historia puede resultar abrumador, y allí es donde King introduce el terror.
No es la primera vez que el autor usa el recurso de la disyuntiva y el conflicto interno para sumergir al lector. En Pet Sematary está en juicio el poder de jugar con la vida y la muerte. Los poderes divinos causan un miedo innato en las personas porque ahondan en un terreno que va más allá de lo humano y yacen en lo desconocido.
“La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”,
H. P. Lovecraft.
Fragmento destacado
“Ya no estaba allí.
Fuera lo que fuere lo que había estado allí, ya no estaba más. Se levantó y dio media vuelta y por supuesto no había nada. Pero lo vio allí, con las manos profundamente metidas en los bolsillos, con esa sonrisa desenvuelta, sesgada, en su rostro más simpático que bello, recostado, con su porte larguirucho e informal, contra un monumento o contra uno de los pilares de piedra o quizá solo contra un árbol enrojecido por el fuego agonizante del otoño. Nada importante, Sarah… ¿sigues aspirando esa abyecta cocaína?
Allí no había nada, excepto Johnny. Cerca, en alguna parte, quizás en todas partes.
Todos hacemos lo que podemos, y eso debe bastarnos… y si no nos basta, debemos resignarnos. Nunca se pierde nada, Sarah. Nada que no se puede hallar”.
Con información de Eskitofrenia / Lecturalia / El Libro Total
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