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Así te afecta el “Índice de miedo”: 5 herramientas para desactivar los temores que nos quieren inculcar

Así te afecta el “Índice de miedo”: 5 herramientas para desactivar los temores que nos quieren inculcar

Por Daniel Colombo / Todos venimos al mundo con cierta tendencia al temor por distintos aspectos. Incluso desde pequeños, las personas con quienes nos criamos pueden haberlos alentado. Hoy te invito a analizarlos desde otra perspectiva.

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Antes de empezar, va este “spoiler”: aquí se mencionan términos como ideología, política, medios de comunicación y empresas. No significa que este sea un artículo específico sobre esos temas; sólo que quiero compartir algunas reflexiones sobre la manipulación externa que a veces vivimos, sin que nos demos cuenta.

Hay una frase de Slavoj Zizek, quien es uno de los filósofos eslovenos más conocidos y comentados en el mundo por sus ensayos las creencias y los símbolos que usamos como sociedad para interpretar lo que pasa.

La frase dice: “La política es el arte de asustar a la gente con la amenaza de los monstruos que acechan en los rincones oscuros, para poder ofrecerte como su protector y salvador.”

Si esa expresión te hace ruido, puedes reemplazar la palabra “política” por algunos tipos de empresariado, sindicatos, universidades, medios y mercado laboral, por ejemplo. Incluso por nuestro círculo de amistades, familia y toda persona que quiera inculcarte un miedo sobre algo que no conoces, que no sabes ni siquiera si existe, y que lo consumes como verdadero.

  • ¿El miedo ha creado un mundo paranoico?

Hoy, el miedo y la paranoia parecen ser las emociones dominantes en la sociedad. Desde la amenaza del terrorismo hasta el riesgo de pandemias y desastres naturales, hay una serie de situaciones reales (y otras imaginarias, como los “riesgos”) que hacen que las personas sientan miedo.

La prevalencia de estos miedos también es quizás la razón por la cual las teorías de la conspiración se han vuelto tan comunes.

La gente parece estar más preocupada por las cosas que podrían salir mal, que por lo que sí podría salir bien. A esto se le llama la cultura del miedo, y se puede medir mediante un índice de cómo esos factores externos influyen en tu construcción del miedo interior.

Te propongo un ejercicio sencillo. El número que te dé representa tu índice de miedo.

Califícate entre 1 y 5, siendo 1 el mínimo y 5 el máximo de miedo:

  1. ¿Cuánto temor sientes diariamente por cosas internas tuyas? Califícate.
  2. ¿Cuánto de tus miedos obedecen a lo que te dicen otras personas, o escuchas, lees o ves por ahí? Califícate.
  • El miedo, un factor de control

Como si no tuvieses demasiado con tu propia emocionalidad, distintos sectores del mundo alientan el miedo. Lo consumes diariamente en los discursos, en cierto tipo de periodismo, en el alarmismo de las personas que te rodean.

De esta forma se usa al miedo como un factor de control, porque cuanto más dispuesta esté una persona a dejarse atemorizar por alguien externo -quien, a su vez, te dice que tiene “la solución” a tu miedo-, más entregas tu poder personal, y más restringes tu libertad.

El experto en management y liderazgo Stephen Covey afirma que esto crea en la mente un círculo de preocupación que disminuye notablemente tu capacidad de influir más constructivamente en las situaciones. La preocupación constante atemoriza, te pone en modo reactivo frente a lo que sucede, y esto hace que tu posibilidad de actuar se achique.

Si cambias la preocupación por expandir tus posibilidades de influir sobre lo que sucede –por ejemplo, poniendo en duda y observando las “cosas de miedo” que quieren inculcarte desde afuera, con discernimiento, y regulando mejor tus emociones-, verás cómo adiestras tu forma de ampliar tu círculo de influencia y disminuir notablemente la preocupación.

  • 5 factores externos que generan más miedo en la gente

Hay 5 miedos que se utilizan muy frecuentemente para provocar distintos efectos en la gente. Se generan desde determinados círculos de poder.

Cuando menciono la palabra “poder” no significa que sea solamente en altos niveles de conducción, sino del poder de llegar a masas de personas, que, si no tienen pensamiento crítico, terminan aceptando que esos miedos son suyos y son reales. Pero no lo son.

Repasemos esta lista para que veas cuáles son los mecanismos que se activan y cómo podrías contrarrestarlos:

1 – Miedo a la pérdida

El mundo de la salud mental en general trabaja desde siempre en que las personas elaboren de la mejor forma posible la sensibilidad lógica frente a las pérdidas. Esto significa, por ejemplo, que sentimos más miedo a perder cosas que ya tenemos que a adquirir cosas nuevas.

Una de las formas de inculcar miedo a la pérdida es instalar en tu mente que para conquistar cosas que quieres tienes que perder o renunciar a algo; y que no es posible hacerlo sin un cambio tal como te lo pintan desde afuera.

Por ejemplo, cuando escuchas “Nadie te va a tratar como en este empleo”, “La culpa es de x factor externo” o “Bajan las ventas por culpa de… (ajeno a quien lo dice)”, y hasta desde el refranero popular mete miedo con “Mejor malo conocido que bueno por conocer”.

Lo cierto es que el miedo a la pérdida es universal y, tal como afirma Zizek en su frase del comienzo, es uno de los mecanismos de control más usados en todos los ámbitos. Lo que intentan decirte es que sólo obedeciendo lo que te dicen te garantizarás no sentir miedo; y eso, en sí, es meterte más miedo. ¿Comprendes lo ilógico de este razonamiento?

Como herramientas para trabajarlo: no creas todo lo que escuchas, lees o ves. Chequea las fuentes. Ten tu propia visión a partir de lo que consideras que es más saludable para ti. Ten discernimiento y pensamiento crítico; toma tus posturas y cuestiónalas de vez en cuando. Puedes moldear nuevos pensamientos e incorporar visiones del mundo que creías que no eran para ti. En definitiva, evolucionamos.

2 – Miedo a la desigualdad

Otra forma que genera miedo es el temor a la desigualdad. Esto ocurre especialmente en los países en los que hay un alto nivel de disparidad social.

El miedo a la desigualdad surge por la figura impuesta de que tiene que haber siempre alguien que domina y otro que se somete. En tanto mantengas esa postura en tu modelo mental quizás lo aceptes calladamente, y esto restringe tu forma de pensar y de actuar. Simplemente, lo aceptas mansamente.

Por ejemplo, el tema de las clases sociales no sólo es un miedo que afecta a la gente desfavorecida como habitualmente se cree, sino a los que están en la línea media, y hasta la gente más beneficiada, porque recae allí el estigma social de que son poderosos, por ejemplo. O la disparidad de mujeres y salarios en prácticamente todo el mundo, incluyendo la diferencia en el acceso a puestos de alta conducción ocupados por los hombres. Estas son formas de prejuicios.

Un prejuicio es formular un juicio previo sobre algo basada en filtros determinados por tus creencias, una opinión y una inferencia e interpretación según tus percepciones. Por ejemplo, puede ser que hagas un juicio automático al ver una persona vestida de tal forma, aunque no la conozcas.

¿Cómo se forma un prejuicio? Por la cultura, la educación, lo que consumes “masticado” por otros, y por tu forma de interpretar el mundo que has desarrollado por lo aprendido y por tus experiencias.

Una forma en que lo observamos es el prejuicio contra quienes son dueños de empresas, debido a que mucha gente cree que todos se enriquecen infinitamente y que son explotadores. Sí, hay muchos dueños explotadores; aunque, como trabajo con empresarios, CEOs y alta gerencia en dieciocho países, puedo asegurarte de que, en la gran mayoría de los casos, ese preconcepto no tiene nada que ver con la realidad.

Para trabajar el miedo externo a la desigualdad con el que se maneja mucha gente y organizaciones, desarrolla tu autoconfianza. Lo lograrás a partir de conocerte mejor; de indagar en ti en tus fortalezas y potenciarlas -más que en lamentarte de por vida por todas las debilidades-.

3 – Miedo al «otro»

Una de las fuentes más comunes de miedo es el miedo al «otro». Puede ser el miedo a que no piensen como tú, a prejuicios sobre razas, ideologías, religiones, etnias, género, sexo, salud, incluso al tipo de alimentación que eligen.

En este miedo se suele inculcar la creencia de que todo lo diferente representa una amenaza para ti. Y, por supuesto, quienes encarnan poder de alguna forma te lo inoculan sin piedad.

En la infancia nos decían “No te juntes con tal persona, que no te conviene, es mala gente”. ¿Mala gente para quién? Y ya sabemos que en la política un partido intenta demonizar al otro asustando a la gente sobre el impacto de sus acciones. Esta es otra razón por la que la gente se hartó de los políticos -no necesariamente del ejercicio de la política-, porque todo el tiempo están provocando miedo.

Aquí tienes algunas ideas para vencer el miedo al otro: empieza a trabajar en los paradigmas. Un paradigma mental es una creencia a la que le has dado tanto poder que no te atreves a desafiarla ni a contemplar otras ideas y posibilidades.

Acércate a personas diferentes a ti: quizás te sorprendas al ver su apertura y receptividad. Mira a los ojos a la gente por la que sientes aprehensión o miedo: de alguna forma conectarás. No es necesario que justifiques su forma de ser ni de pensar; más bien, se trata de entender el mundo del otro, y así, empezar a vencer esos miedos.

4 – Miedo al cambio

Una de las cosas más fundamentales que la gente teme es el cambio. Puede tratarse de un cambio donde la gente se preocupa de que una recesión pueda hacerles perder su trabajo. O un acontecimiento social que lleva a un trastocamiento de valores o pilares que para ti son inamovibles. Incluso puede ser un cambio en la propia vida, como casarse o tener un hijo.

La mayoría de las personas se sienten muy ansiosas ante los cambios, porque alteran su nivel de vida o su estilo de vida.

Un miedo externo que seguro has escuchado en cualquier cultura es que “el cambio es malo” y que las personas que te dicen lo dicen porque quieren cuidarte. Esto no es verdad, porque existen otras posibilidades en cualquier aspecto.

Por ejemplo, “No cambies de trabajo, si bien no te gusta ahí ganas más o menos bien”; “Aguanta, que todas las parejas tienen altibajos” -mientras tu vida amorosa se derrumba desde hace años-, “Desde tu bisabuelo que aquí somos todos abogados; así que mejor no cambiar”.

Así es posible que te marchites en una vida sin sentido, y que, a la vez, marchites tu mente con pensamientos que no son tuyos: son externos y te infunden miedo.

Por otro lado, el alentar el miedo al cambio coarta tu libertad, porque te dice que no tienes opción y, por debajo, que tú no tienes la capacidad de elegir, y que otros lo harán mejor por ti. Considero que esto es falso.

Para empezar a aceptar los cambios: piensa que todos los meses la piel del cuerpo humano se renueva completamente. No hay nada fijo en el mundo: todo está permanentemente mutando y transformándose. Tú no eres la misma persona hoy, que hace cinco años. Has cambiado. La intención es que abraces el cambio sin miedo y que te animes a encarar los desafíos no desde el dogma que quieran imponerte, sino desde tu propia libertad individual para elegir.

5 – Miedo a no pertenecer y a quedar excluido

La gente “rara”, que sigue su propio ritmo de vida, se junta con quien quiere, puede elegir según lo que siente, o elige estar en soledad, por lo general no es tan bien vista en la sociedad actual.

La sola idea de que te dejen de lado infunde miedo a la mayoría de la gente. Por esto es que existe tanta dependencia emocional en las relaciones de distinto tipo. Por eso te quieren ver en grupo, en manada, con pensamientos uniformes y polarizados. En este caso quienes dominan mediante el miedo te juntan con otros miedosos como tú, porque así es más fácil adoctrinar y producir un efecto espejo entre unos y otros.

Algunas ideas para evitar el miedo a no pertenecer: El hecho de tratar de encajar con gente o en ámbitos donde no te sientes bien, es un mandato cultural que quizás quieras revisar. Por lo general, son personas con la inhabilidad de decir “No”, o “Prefiero otra cosa” y dicen un “sí” tácito la mayoría de las veces. Trabaja en tu independencia; no necesitas seguir a la manada.

Por si no lo habías pensado, cuando la gente se siente amenazada, suele responder agrupándose o creyéndole todo a quien considera que será capaz de protegerla. En estos casos es posible que caigas en la manipulación; por eso justamente se usa al miedo como mecanismo de control.

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