Contar chistes puede ser divertido, liberador, y hasta terapéutico. Pero… ¿qué pasa cuando alguien no puede parar de hacerlos? Incluso en momentos inoportunos, incluso si nadie se ríe, incluso si se despierta en la madrugada solo para soltar uno más. Bienvenido al curioso mundo del Witzelsucht.
¿Qué es el trastorno Witzelsucht?
Imagina tener una necesidad constante de contar chistes, muchos de ellos sin gracia, sin contexto y en cualquier momento del día. Y ahora imagina que, cuando alguien más te cuenta un chiste, por muy bueno que sea… no te causa ni una sonrisa.
Este fenómeno tiene nombre: Witzelsucht, un trastorno neurológico raro que convierte el humor en un impulso incontrolable.
¿Por qué ocurre?
Cuando alguien se ríe de un chiste, su cerebro experimenta una “sorpresa cognitiva”: hay una expectativa y un remate inesperado que activa el sistema de recompensa y genera placer.
Pero en personas con Witzelsucht, algo falla. Este trastorno suele aparecer por daños en el lóbulo frontal derecho, una zona clave para el juicio social, el autocontrol y la interpretación emocional.
Al dañarse esa región, la persona pierde la capacidad de entender cuándo un chiste es apropiado… o gracioso. No pueden captar el humor ajeno, pero sienten placer al contar sus propios chistes, aunque carezcan de sentido o sean socialmente incómodos.
Además, suelen presentar dificultades para reconocer las emociones de otros, lo que afecta sus relaciones interpersonales. El resultado es un humor desinhibido y, muchas veces, molesto.
El caso de Derek
Uno de los casos más famosos es el de “Derek” (nombre ficticio), documentado por el neurólogo Mario F. Mendez.
Durante cinco años, Derek no dejó de contar chistes a su esposa. Incluso la despertaba en la madrugada con “ocurrencias” como esta:
“Fui al Departamento de Vehículos para sacar mi licencia. Me hicieron un examen de la vista y me dijeron: A-B-C-D-E-F-G… Ahora ya me sé el abecedario, ¿puedo tener mi licencia?”
A pesar de que nadie se reía, él seguía. Su esposa, agotada, lo llevó a evaluación. El doctor Mendez escribió que “realizaba bromas constantemente, hasta que se hizo difícil interrumpirlo”, y lo diagnosticó con Witzelsucht.
¿Tiene tratamiento?
Debido a su rareza, el Witzelsucht no cuenta con un tratamiento estándar. Sin embargo, ciertos medicamentos antidepresivos o estabilizadores del estado de ánimo han mostrado resultados positivos en algunos pacientes, reduciendo la compulsión por hacer bromas.
Con información de PlayBuzz / BBC | Pravia
--
--