Por Daniel Colombo | En el extenso mundo de la Inteligencia Emocional, ¿es exagerado pensar que algunas personas no sienten ni tienen emociones? No, y tiene un nombre: alexitimia, un tipo de bloqueo emocional definido por el psiquiatra griego Peter Sifgneos en la década de 1970.
Todo tiene que ver con la afectividad, inherente a la condición humana. En el caso de los alexitímicos se manifiesta en la incapacidad para poder transmitir lo que sienten, y consecuentemente, no logran reconocer, identificar, describir y nombrar las emociones propias, y también para captar ese estado de las otras personas. Por eso se los ha llamado también “afásicos afectivos” o “analfabetos emocionales”.
Pero atención: hay una diferencia entre una persona que ignora las emociones y sentimientos propios y ajenos por algún motivo -por ejemplo, elige hacerlo, o no sabe cómo proceder-, y el padecer de alexitimia. Esto significa que quien lo tiene literalmente, no puede conectarse con su propio mundo emocional ni con el de los demás.
Cómo reconocer a la persona analfabeta emocional
El origen de la alexitimia puede deberse a un trastorno neurológico o bien a traumas emocionales que dejan su huella de esta forma: bloqueando el sentir.
En general, este tipo de personas suelen tener un tipo de pensamiento concreto, desprovisto de fantasía, abstracciones y dudas; suelen ser muy detallistas, aunque pasen rápidamente a la acción; su estructura mental es operativa.
Cuando se expresan tienen gestos mínimos, un lenguaje lento sin variaciones de tonos de la voz, y reiterativo al describir, por lo que su perspectiva comunicacional es escasa.
Y el que siente la repercusión de las emociones bloqueadas en extremo es el cuerpo, y lo manifiesta en forma de somatizaciones que tienen repercusión en lo físico. Es la forma de canalizar esos sentimientos que no encuentran su cauce dentro de su persona. Problemas digestivos, en los bronquios, insuficiencia respiratoria, dolores crónicos y migrañas, son algunas manifestaciones que aparecen con frecuencia. Siempre debe ser el profesional médico y de salud mental quienes diagnostiquen.
El precio del “tienes que ser fuerte”
La represión que se puede haber vivido, por ejemplo, al ser permanentemente rechazado o abusado emocionalmente o de otras formas, se puede traducir en esta anulación emocional.
Esas frases de “los hombres no lloran”, “no te rías que pareces loca” o “no hay que expresar los sentimientos porque se van a aprovechar de ti” cierran la puerta de la inteligencia emocional, entorpecen el desarrollo interno, y más tarde, se somatizarán en el cuerpo: por algún lado se manifiestan.
Los científicos estiman que del 8 al 10% de los hombres padecen de alexitimia. Aunque hay también casos en mujeres, son menos frecuentes. Los neurocientíficos lo asocian a que ellas tienen un cerebro izquierdo (racional) y derecho (blando) más integrados, y esto podría ser porque la unión entre ambos -llamada cuerpo calloso- es más grande. Al mismo tiempo, muchas tienen una mayor riqueza afectiva y emocional en cuanto a reconocer lo que les pasa y expresarlo.
5 aspectos para mejorar si te das cuenta de que no registras tus emociones
- Trabaja en el desarrollo de tus emociones. Aunque un profesional médico diagnostique alexitimia por causas que no sean neurológicas (lo que requerirá de otro tipo de abordaje), esto no te invalida para que recuperes paulatinamente tu universo de emociones: lo que hoy te sucede es que no sabes qué hacer para detectarlas, reconocerlas, transmitirlas y conducirlas. Hacer terapia, el escuchar cómo los demás comparten lo que les pasa, fomentar mayor interacción con personas de confianza, animarte a escribir tus ideas sobre los sentimientos o cómo te imaginas que son, pueden ayudarte con la guía apropiada.
- Pregúntale al dolor. Si tienes somatizaciones físicas, es posible que mediante herramientas de visualización, meditación, mindfulness y programación neuro lingüística, entre otras, puedas lograr algún tipo de información del sentido de lo que estás sintiendo: el para qué. ¿Qué me quiere mostrar este dolor que no se va? ¿Cómo puedo estar más atento la próxima vez para reconducirlo? Lleva un diario de respuestas para estar más consciente de ellas y, con la práctica, empezarás a reconocer eso que padeces en su dimensión no-física sino emocional.
- Tener más consciencia emocional. La inteligencia emocional nos enseña cuatro pasos para lograrlo: A) Detectar qué estás sintiendo. B) Asimilar las emociones: por ejemplo, cuando reaccionas de determinada forma, si lo conectas con la emoción subyacente te darás cuenta de que mejorarás tu forma de comunicarte (“me enojé mucho y no supe controlar mis palabras.”). C) Comprender las señales, como tensión interna cuando estamos a punto de estallar, o sinsabor interior cuando estás afrontando algo desagradable y que te angustia. D) Auto regular las emociones: para esto, es necesario trabajar en reeducarlas para cambiar los hábitos y conductas arraigados, por otros más conducentes a un mayor abanico de expresión de las emociones.
- Reconoce tu diccionario emocional. Las distinciones del mundo de los sentimientos y emociones se traducen a través de tu lenguaje y los gestos. Si empiezas a habituarte a hablar sobre cómo te sientes y a gesticularlos, percibirás como lentamente podrás expresar mejor lo que te pasa internamente. Por ejemplo, no es lo mismo estar triste, que deprimido; o falto de energía que angustiado.
- Los resultados son paulatinos y se dan a medida que se ejercite. El interactuar con personas muy diferentes a nosotros; leer y aprender sobre emociones; conectar con la empatía (ponerse en los zapatos del otro y ver de sentir por lo que esa persona está atravesando en ese momento), y saber que eres capaz de lograrlo como motor de la auto confianza, son otras de las herramientas que puedes considerar.
Foto: Shutterstock
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