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El manifiesto existencialista de Jean-Paul Sartre

El manifiesto existencialista de Jean-Paul Sartre

Ante una gran multitud aglutinada para escuchar al intelectual francés, el 29 de octubre de 1945 Jean- Paul Sartre dio una conferencia titulada “El Existencialismo es un humanismo”, que sentó las bases de lo que se entiende por Existencialismo.

El Existencialismo no nació con el discurso de Sartre en 1945, pero sí vino a aclarar cuáles eran los principales pilares de esa corriente filosófica, al tiempo que se daba respuesta a algunas de las críticas más habituales que se hacían a los existencialistas.

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Jean-Paul Sartre está considerado como uno de los máximos representantes del Existencialismo y, en el “El Existencialismo es un humanismo”, se concentran las principales ideas de su postura filosófica. El texto no estaba pensado para ser publicado, sino que se trata del contenido de la conferencia que Sartre dio en 1945 en la Salle des Centraux de París. La jornada fue organizada por el club Maintenant y fue un auténtico éxito de público. El polifacético Boris Vian se refirió a esta cita en su novela L’Écume des tours, donde habla de señoras desmayándose, sillas rotas y Sartre abriéndose paso entre la multitud a codazos. Aun así, no hubo intención de publicar el contenido de la conferencia; fue la editorial Nagel, sin el permiso del filósofo, la que editaría el texto un año después.

El Existencialismo ha nacido

La explicación de Sartre, clara y directa, fácil de entender también para aquellos no versados en filosofía, nos permite saber qué es y qué no es el Existencialismo tal y como él lo entiende. Por este motivo, y debido a la repercusión que tuvo la conferencia, que convirtió al filósofo en todo un símbolo, se habla de que en ese momento, ese lunes 29 de octubre de 1945, es cuando nace el Existencialismo.

En realidad, pese a que disfrutó de su mayor grado de popularidad entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, tras el final del conflicto bélico, esta corriente filosófica tiene sus orígenes en el siglo XIX.

El propio Sartre menciona en su conferencia el punto de partida del Existencialismo cuando menciona a Fiódor Dostoievski. El escritor ruso se conoce por su obra literaria, sin embargo, esta ha tenido una gran influencia en filósofos como Friedrich Nietzsche o el mismo Sartre. Las obras de Dostoievski son tremendamente humanistas, exploran lo más profundo del ser humano, de manera que el escritor es capaz de convertir -como hace en El Jugador– algo tan mundano como pueda ser el juego de ruleta, en una reflexión metafísica sobre la propia naturaleza y las continuas batallas que debe librar el ser humano.

Sartre toma prestada la frase de Dostoievsky “Si Dios no existiera, todo estaría permitido” para explicar la falta de determinismo en el ser humano. No hay para los existencialistas una naturaleza humana dada que determine quiénes somos. Si Dios no existe, no hay excusas para el ser humano, tiene que enfrentarse al hecho de que es libre, “el hombre es libertad”. Una de las frases más conocidas de Sartre es la que condensa esta idea: “el hombre está condenado a ser libre”.

Imagen referencial – Pixabay

La existencia precede a la esencia

Esta es una de las premisas más famosas del Existencialismo. Tal y como explica Sartre, hay diferentes vertientes dentro de esta corriente, pero si algo tienen en común es esa idea de que el ser humano primero nace, es decir, existe, y luego se va convirtiendo en lo que es, se va creando su esencia.

En cierto sentido, para los existencialistas, somos dueños de nuestro propio destino. Esta entrega a la libertad lleva consigo cierta angustia existencial, cierta sensación de abandono que, a veces, para Sartre, se ha confundido con pesimismo. Esta idea de estar condenados por la libertad inherente a nuestro ser se encuentra en la obra de Søren Kierkegaard, el auténtico padre del Existencialismo, a quien Sartre también menciona en su conferencia.

Sartre combate el criticismo de aquellos que consideran a los existencialistas como pesimistas e individualistas explicando que la libertad no se puede separar de la responsabilidad para con uno mismo y para con los demás. Nuestra salvación siempre pasa por nosotros mismos; en este sentido, el Existencialismo es optimista porque del individuo depende el hacer y el cambiar aquello que no le guste. Somos dueños de nuestro destino. Además, uno se comprende a sí mismo a través de los otros; debemos analizar lo que nos rodea para no cometer los mismos errores una y otra vez, y aspirar a obtener la mejor versión de uno mismo para que también se obtenga la de los demás. La libertad del individuo no se desarrolla de manera individualizada, sino que lo hace en relación con la libertad de los otros.

El hombre es lo que hace

La esencia se va construyendo; el ser humano tiene esa libertad y esa responsabilidad. Cuando nace, solo existe, todavía no es. Sartre dirá que “el hombre no nace, se hace”, una expresión que Simone de Beauvoir, su gran compañera intelectual y sentimental, transforma para explicar que la desigualdad que sufren las mujeres es una construcción y, por lo tanto, se puede -y debe- destruir. “La mujer no nace, se hace”.

“El Existencialismo es un humanismo” convirtió a Sartre en un referente de la intelectualidad de la época; encarnó al filósofo comprometido que aspiraba a que fuéramos mejores con nosotros mismos y con los demás. Fue el equivalente de esa obra clave que es El segundo sexo de Beauvoir: una auténtica revolución para el pensamiento moderno. La autora compartió ideas con Sartre y ayudó a formularlas; en ese libro aboga por un Existencialismo feminista, para todos, y opina que “si somos iguales, seremos más libres”, hombre y mujeres.

El discurso de Sartre, como el de Beauvoir, sigue estando vigente. Si quieres leer “El Existencialismo es un humanismo”, haz click aquí

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