Por Daniel Colombo / El coaching es una disciplina maravillosa. Puede ayudar a resolver problemas, fomentar la confianza y darte las herramientas necesarias para alcanzar tus objetivos. Sin embargo, como ocurre con muchas actividades en la vida, no todos quienes se dicen coaches lo son profesionalmente.
Es que el auge y la masificación del término “coach”, que en español significa entrenador, da lugar a diferentes interpretaciones.
Como sucede en cualquier actividad, hay para todos los gustos. La calidad variable de la preparación y la falta actualización de los programas de estudio en muchas escuelas, junto a cursos cortos de dos o tres días que usan esta palabra, pueden confundir a las personas y hacerles pensar que se trata de una actividad menor. Nada más alejado de la realidad.
Por si no lo sabías, el coaching, en sí mismo, es uno solo, con distintas corrientes según los orígenes de donde provenga. Puede ser individual, grupal o de equipos, u organizacional en el caso de que abarque una empresa completa.
En la actualidad hay miles de escuelas de coaching alrededor del mundo; sin embargo, un pequeño número, apenas 350 de esas miles, cuenta con el aval más elevado de la International Coaching Federation, la máxima organización de certificación profesional mundial, que garantiza la calidad de la formación, y del alumnado.
En cuanto a corrientes de formación, se distinguen cinco principales: la escuela norteamericana, formalizada a comienzos de 1980, donde se inicia el coaching ejecutivo y empresarial; la europea, relacionada con espíritu general que la estadounidense con la sumatoria de valores más humanísticos; el coaching con Programación Neuro Lingüística, que, en mi experiencia, es una fuente esencial para la disciplina del coach; el ontológico, surgido en Chile, más introspectivo en la esencia del ser; y el neurocoaching, más reciente, que combina herramientas de las neurociencias aplicadas.
De allí que siempre es conveniente formarse en instituciones con avales internacionales, que te permitirán tener la certificación de validez mundial, y, además, la posibilidad de credencializarte en distintos niveles de experiencia.
- Los 7 secretos del coaching que no conocías hasta hoy
Si te preguntas si alguno de tus coaches se guarda algún truco en la manga, ¡no te preocupes más! Aquí vamos a repasar 7 secretos comunes del coaching que la mayoría de la gente desconoce… hasta hoy (y confía: una vez que los descubras, tú tampoco podrás dejar de pensar en ellos).
- El coaching no es una moda: viene de siglos atrás
Por más que en Internet y en las redes sociales parezca que de cualquier lado sale alguien que se dice coach, esta es una disciplina que requiere rigor, profesionalismo y ética.
El rigor está dado a partir de los años de estudio y actualización permanente: no alcanza con cursar la carrera. El profesionalismo, por el ejercicio impecable con clientes según la orientación que le des (por ejemplo, coaching ejecutivo y empresarial, de vida, educativo, o dedicado al bienestar). Y la experiencia, por la cantidad de horas que tengas desarrollando trabajo real con clientes reales.
El coaching no es una moda, sino que desde los años ’80 empezó a implementarse con auge creciente en el mundo empresarial; luego, pasó a la vida personal de esos profesionales de grandes compañías, surgiendo el “life coaching”, o entrenamiento para los desafíos de la vida. Desde entonces no ha parado de crecer.
Pero su origen se remonta al siglo V antes de Cristo, especialmente con Sócrates, el filósofo griego que dio a conocer su método de la Mayéutica en la época de mayor esplendor cultural y del pensamiento, donde se definieron algunas de las ideas que son hoy las piedras angulares de la cultura occidental.
La mayéutica significa, literalmente, «técnica de asistir en los partos», es el método aplicado por Sócrates, en el que, por medio de preguntas, logra que sus alumnos o discípulos de su filosofía, descubran respuestas y conocimientos.
En efecto, las preguntas son uno de los recursos esenciales del coaching, y el método socrático es considerado entre los más valiosos a la hora de inspirar cualquiera de las corrientes modernas de entrenamiento.
¿Y de dónde salió la palabra “coach”? De siglos atrás. En inglés se documenta desde 1556, derivada del francés coach, a su vez del germano Kutsche y éste del húngaro kocsi, literalmente «carruaje». Es decir que coach es como un carruaje que transporta a las personas desde un lugar a otro.
A comienzos del siglo XX se empezó a incorporar la figura del coach (entrenador) deportivo, con gran suceso en lo motivacional; y, mucho más adelante, llegó al mundo empresarial.
2. La diferencia entre coaching, mentoría y psicoterapia
Si te preguntas cuál es la diferencia entre el coaching, el mentoring y la psicoterapia, rápidamente llegarás a comprender los matices que tienen:
. Coaching
El coaching es una forma de acompañamiento que busca ayudar a las personas a alcanzar un objetivo. Trabaja desde el momento presente de la persona hacia el futuro deseado que quiere alcanzar, es decir que no se enfoca principalmente en el pasado.
El coaching suele implicar el trabajo de habilidades específicas, como la fijación de objetivos, la gestión del tiempo, la mejora de las relaciones con los demás, la comunicación y el fomento de la confianza, a modo de ejemplo.
Un objetivo general de la disciplina ejercida por coaches profesionales es acompañar a alguien a tener más éxito en su vida mediante el cambio y la transformación, que se da a partir de tomas de consciencia y procesos específicos de acción.
Para ser coach no se requiere saber o tener experiencia en los temas que trae el cliente a una sesión.
. Mentoring
El mentoreo, a cargo de personas en el rol de mentores, se trata de brindar orientación, el apoyo y la dirección que ofrece alguien que ya ha tenido éxito y posee experiencia en un área concreta de la vida.
Es un intercambio en el que el mentor o mentora guía, apoya y orienta a la persona para que alcance sus objetivos. A diferencia del coaching, su eje no espera que el alumno cambie nada.
Requiere tener experiencia previa en los temas que abordará el “mente” (persona mentoreada).
. Psicoterapia
Por su lado, la psicoterapia es una profesión matriculada oficialmente en cada país, que requiere de la intervención de especialistas en salud mental entrenados para abordar temas de la raíz de la persona, y todo tipo de cuestiones relacionadas con la salud psíquica.
No requiere tener experiencia previa en los temas de quien consulta, y trabaja, según muchas de las corrientes más populares, sobre el pasado y el origen de las problemáticas. Más recientemente, han surgido otras orientaciones psicoterapéuticas que se enfocan en la solución de los problemas del presente, ayudando a aliviar los padecimientos del paciente, sin necesidad de indagar tanto en el pasado; por ejemplo, la psicoterapia Gestalt y la cognitivo conductual.
Ni el coaching ni el mentoring son disciplinas que compiten ni debieran interferir con la psicoterapia de cualquier tipo, debido a que no se poseen los títulos ni las habilidades necesarias para el abordaje que sí tienen los psicólogos y psiquiatras.
3. Algunas cosas que entrenadores no deberían hacer en las sesiones de coaching
Cualquiera puede hacer coaching si te entrenas lo suficiente y cursas una carrera específica que, en promedio, puede durar hasta dos años. Luego recomiendo especializarse y continuar aprendiendo constantemente.
Del otro lado, cualquier persona puede ser cliente de coaching. No hace falta tener una patología (como pasa cuando acudimos a la consulta con terapeutas, que hacen un diagnóstico de lo que te pasa). Incluso tengo clientes de enorme éxito personal y profesional con los que trabajo como su coach empresarial para seguir mejorando y puliendo sus habilidades.
Ahora bien: aunque seas un profesional coach de excelencia, no es recomendable que tengas amistad con los clientes. El coaching es una relación profesional y necesita de la neutralidad y de cierta disociación para poder acompañar más apropiadamente.
Por otro lado, el vínculo entre los clientes y su coach se basa en la confianza y en la honestidad. No sirve de nada mentir en ese espacio, ya que desde allí no obtendrás un resultado real para tus inquietudes.
Otro aspecto crucial es mantener el equilibrio emocional y la disciplina constante para acompañar mejor a las personas. Desde cuidar la confidencialidad a ultranza, hasta usar el vocabulario y las formas de trato apropiadas, y el permiso que le pedirás a quien tienes enfrente para profundizar en aspectos que quizás puedan ser sensibles.
4. Saber cuándo contenerse y cuándo hay que presionar más.
Esta es una cuestión sensible, porque la tendencia de muchos coaches es ayudar e incentivar a sus clientes para que se desarrollen y alcancen un mayor grado de satisfacción en cualquier asunto que traigan a las sesiones.
Sin embargo, el ritmo, la temática y lo que hará en definitiva lo indicará, exclusivamente, tu cliente. De allí que el coaching no aconseja (como sí lo hace el mentoreo), sino que indaga y presta preguntas y observaciones neutrales, para que la persona encuentre sus propias respuestas.
El otro asunto sensible es detectar el momento en que hay que presionar más. Se da especialmente cuando un cliente parece que está en medio de un pantano, o repitiendo cíclicamente los mismos asuntos en un círculo vicioso que quizás le resulta cómodo.
Con ‘presionar más’ me refiero puntualmente a saber detectar cuándo sería indicado hacer preguntas más profundas, puntuales y hasta punzantes -sin agresión ni hostigamiento- para generar un espacio de mayor impacto en tu cliente; y, desde allí, observar si se mueve hacia algo diferente.
Entonces, se trata de ayudar a que apriete el acelerador, pero el rumbo y la velocidad lo marcará la persona, no quien es coach.
5. Encontrar tu forma de comunicación favorita para el coaching
Una de las mayores habilidades de coaches de excelencia es que saben adaptarse y acompasar con precisión, y descubrir el modelo mental desde el que se comunica la persona.
Por si no lo habías pensado, este secreto incluye múltiples aspectos que, como malabaristas, estarán siempre en danza. Los principales son la forma de expresión personalizada para cada cliente; el rapport, la sintonía fina que se da entre las personas; la claridad que debes tener al expresar tus ideas; el tono y la velocidad al hablar; y el lenguaje verbal y no verbal.
También quienes son buenos coaches saben gestionar apropiadamente el factor de las emociones en juego en los encuentros, y observan la influencia del cuerpo, como manifestación clara de lo que está viviendo cada persona.
Estos aspectos conforman un diseño conjunto entre el cliente y su coach, y de su coherencia, integridad y afianzamiento en el tiempo dependerá el éxito de un proceso de coaching profesional.
6. El coaching es flexible
Algunas corrientes de formación de coaching impulsan todo lo contrario que se busca para los clientes: alienta al consultante a “ser flexible”, aunque la escuela es inflexible en sus formatos y quiere que los profesionales estén atados de pies, manos y de boca, a una fórmula que, dicen, es la única que existe. Gradúan coaches en serie, automáticamente y sin moldear su estilo personal.
Sin embargo, el coaching es flexible. Tan flexible como una danza entre dos personas que se acompañan en un proceso de descubrimiento y de acompañamiento para solucionar desafíos, encontrar sentido, impulsar metas y concretar objetivos. ¿Hay algo más dinámico y flexible que esto?
Dentro del aspecto de flexibilidad es importante decidir con el cliente qué puede funcionar mejor al diseñar los encuentros.
Por ejemplo, para alguien puede ser buena idea reunirse en persona, y para otra, la opción es comunicarse en línea. De hecho, en los Estados Unidos es sumamente frecuente que se haga mediante una llamada de voz, sin video, mientras que en otros países la videoconferencia se ha vuelto habitual para sesiones de coaching, con un índice de éxito similar al formato frente a frente.
7. El arte de la conversación
Como has leído si llegaste hasta aquí, Sócrates impulsaba sus herramientas de conversación mediante las preguntas.
En la disciplina del coaching se le llaman “preguntas poderosas”, o “transformadoras”, y consisten en saber indagar con precisión no sólo sobre lo que dice la persona, sino ir más profundo: el para qué y cómo se conecta lo que expresa en palabras y gestualmente, con la dimensión del ser, que es donde se produce el impacto en cualquier acción humana. Esto tiene una resonancia en la mente subconsciente humana, que es el espacio de construcción de las emociones y los sentimientos.
Si logras impactar en el subconsciente, es más factible hacer cambios reales cuando se pasan las ideas y pensamientos a la mente consciente, desde donde se accionan las palancas para actuar en la vida cotidiana.
Por eso que el coaching profesional se nutre de la herramienta de la conversación; es un ida y vuelta, como si fuese una calle de doble sentido.
Siguiendo con las metáforas (otro gran recurso para coaches), se necesitan dos para bailar un tango, por lo que, si quieres tener una buena relación con los clientes, tienes que tomarte el tango en serio.
Entre los trucos que pocas veces se revelan para lograr conversaciones efectivas están estos aspectos que, sin ser coach, tú también puedes aplicar en tu vida personal y en el trabajo desde ahora mismo:
- Prestar atención: a todo, por imperceptible que sea un movimiento, una palabra, una actitud.
- Escucha activa permanente: oír no es lo mismo que escuchar. Necesitas entrenar tus sentidos para escuchar para aprehender y capturar cada instante de lo que expresa tu cliente.
- Saber hacer parafraseos de calidad: se trata de repetir, con los términos que usó tu cliente, e incluso con tus propias palabras, lo que acabas de escuchar, para chequear si lo hiciste correctamente. Esta técnica tiene un doble efecto: por un lado, te aseguras de haber escuchado bien, y por otro, al repetir, haces de espejo al cliente, para que se escuche, y tenga la oportunidad de corroborar o corregir lo que dijo.
- Entrenar tu habilidad para preguntar: la mejor forma es utilizar fórmulas abiertas, que provoquen al cliente a expresarse y comentar más. Si haces preguntas retóricas, que son las que se responden usualmente con ‘Sí’ o ‘No’, allí se termina la sesión.
- El cliente es quien propone el tema de cada encuentro. Este aspecto es central hacerlo al comienzo, para que, desde allí, al final, se arribe a un resultado que agregue valor a cada persona.
Como has leído, hay mucho de precisión, compromiso y profesionalismo en las personas que abrazan al coaching con seriedad y respeto. Nada más lejos que una moda, ni más lejos que algo pasatista y de resultado instantáneo del estilo ‘microonda’. El coaching es una profesión que requiere entrega plena, actualización constante, permeabilidad a los cambios, y alejarse de los juicios y presunciones de lo que dice el cliente, porque, en definitiva, es esa persona quien tiene las respuestas y quien tomará las decisiones. Nosotros sólo somos “prestadores de preguntas”.
Imagen de portada: Shutterstock
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