En 1946 comenzaron los experimentos con animales en el espacio para comprobar su supervivencia antes de probar vuelos con humanos. Los primeros animales enviados al espacio fueron moscas de la fruta, que partieron con semillas de maíz a bordo de un cohete V-2 a mediados de julio de 1946.
El propósito del experimento era investigar sobre los efectos de la exposición a la radiación a elevada altitud. Posteriores expediciones llevaban otros insectos y pequeños mamíferos, pero hoy nos vamos a centrar en algunos de los simios y canes más célebres que visitaron el espacio.
El mono Albert II
Fue primer simio enviado al espacio el 14 de junio de 1949, tripulaba un cohete V-2 lanzado desde los Estados Unidos. Logró alcanzar la altura máxima de 134 km. Murió al caer el cohete y después de que el sistema de paracaídas fallase.
La perra Laika
Probablemente, el animal más famoso lanzado al espacio. La U.R.S.S. la lanzó el 29 de enero de 1951 el proyecto R-1 IIIA-1.
Laika fue el primer can en orbitar a bordo del Sputnik 2 el 3 de noviembre de 1957. Falleció entre las cinco y siete horas del despegue debido al estress y a un colapso térmico. No fue hasta octubre de 2002 cuando se reveló la causa de la muerte; fuentes oficiales informaron de que falleció cuando se agotó el oxígeno. En 1998 se celebró en Moscú, una conferencia de prensa en el que Oleg Gazenko, científico veterano en la era soviética declaró:
«Cuanto más tiempo pasa, más culpable me siento. No hemos aprendido nada desde aquella misión para justificar la muerte del perro…»
Los monos Able y Baker
Able y Baker fueron los primeros monos en sobrevivir a un viaje espacial después de su vuelo de 1959. El 28 de mayo de ese año, el misil balístico intercontinental AM-18 transportó a «Able», un mono de rhesus (nacido estadounidense, de 3,18 kg de peso) y a un mono ardilla peruano de 310 gramos llamado «Baker». Los monos volaron en la cápsula frontal del misil (donde se colocan las cabezas nucleares) hasta una altura de 579 km y a una distancia de 2.735 km fuera del alcance del sistema atlántico de misiles desde Cabo Cañaveral.
Aguantaron una presión 38 veces superior a la normal, quedando en condiciones de ingravidez durante 9 minutos. A lo largo de sus 16 minutos de vuelo se alcanzó una velocidad máxima de 16.000 km/h. Los monos sobrevivieron en buen estado. Desgraciadamente «Able» murió cuatro días después del vuelo, debido a una reacción a la anestesia empleada en la operación que iba a retirarle un electrodo infectado. «Baker» vivió hasta el 29 de noviembre de 1984 en el Centro Espacial de Huntville, Alabama.
Los perros Belka y Strelka
El 19 de agosto de 1960, Belka y Strelka estuvieron un día en el espacio a bordo del Sputnik 5 y volvieron sanos.
Con ellos iban varios animales (un conejo grisáceo, 42 ratones, dos ratas) y plantas.
Fue el primer viaje en el que todos sobrevivieron al entrar en órbita.
Strelka tuvo seis cachorros con un perro varón llamado Pushok, el cual participó en varias pruebas espaciales pero jamás viajó al espacio.
En 1961, el Presidente Nikita Jrushchov le regaló a Caroline Kennedy, hija del Presidente John F. Kennedy, uno de los cachorros que se llamaba Pushinka. Entre Pushinka y el perro del presidente: Charlie tuvieron cuatro cachorros, lo que se llegó a catalogar como un romance en plena Guerra fría, mientras Kennedy los llamó pupniks de manera cómica. Dos de los cachorros: Butterfly y Streaker fueron regalados a niños de la Región Medio Oeste de Estados Unidos, mientras que los otros dos: Tips y Blackie vivieron en la residencia Kennedy en Squaw Island hasta que los regalaron a amigos de la familia. Hoy en día, los descendientes de Pushinka siguen vivos y en el Museo Zvezda de Moscú se pueden ver las fotos de los descendientes de todos los perros espaciales.
Ham el chimpancé
Ham pertenecía a un grupo de seis chimpancés entrenados en el centro de medicina aeroespacial de Holloman, donde fue entrenado para mover algunas palancas en función de diversas luces activadas. Durante su entrenamiento recibía golosinas como premio o descargas eléctricas como castigo.
El 31 de enero de 1961, fue enviado en una cápsula dentro de un cohete Redstone, como parte del programa Mercurio, en la misión Mercury-Redstone 2.
El despegue se llevó a cabo sin incidentes, pero un problema en el regulador de aceleración del cohete proporcionó un exceso de velocidad que no se resolvería hasta que se agotó el oxígeno líquido, lo que llevó a la cápsula a una altitud máxima de 253 km, superior a la esperada. Ello supuso un período de ingravidez de 7 minutos para Ham, y una reentrada con una desaceleración de 14,7 Gs, más elevada de lo normal.
El vuelo duró 16 minutos y 39 segundos y la cápsula amerizó en el Océano Atlántico, a 679 km de distancia del punto de despegue, 209 km más allá de lo previsto. Como resultado del mayor impacto y la prolongada espera hasta la llegada del rescate y la violencia de las olas, un poco de agua penetró en el interior de la cápsula.
Por fortuna, Ham fue rescatado sano y salvo, y una rápida revisión confirmó que se encontraba en buenas condiciones.
Después de ser el primer chimpancé lanzado al espacio exterior y que además demostró que podía seguir trabajando y recibiendo órdenes allá arriba, Ham pasó sus años en el zoo, hasta el 19 de enero de 1983, cuando murió con 26 años de edad.
Su vuelo demostró la posibilidad de realizar operaciones durante el vuelo espacial. Poco más de 3 meses después, la NASA envió al espacio a Alan Shepard.
Por Patricia Martín Zurro
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Foto portada: Gato astronauta / Shutterstock
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