Adolfo Bioy Casares fue un escritor, traductor y periodista argentino, destacado autor de la literatura fantástica. Su obra se caracteriza por la mezcla entre fantasía y realidad, superponiéndose en armonía y la impecable construcción de sus relatos, de estilo clásico y depurado. Bioy Casares nació el 15 de septiembre de 1914 en Buenos Aires, Argentina y falleció un 8 de marzo de 1999.
10 de las mejores frases de Adolfo Bioy Casares
«Creo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros»
«Escribir es agregar un cuarto a la casa de la vida»
«En la vejez todo es triste y ridículo: hasta la muerte»
«Llega un momento en la vida en que, haga uno lo que haga, solamente aburre. Queda entonces una manera de recuperar el prestigio: morir»
«Creyó por primera vez entender porqué se decía que la vida es sueño: si uno vive bastante, los hechos de su vida, como los de un sueño, su vuelven incomunicables porque a nadie interesan»
«Hay tanta gente que escribe para lucirse… Yo empecé así y fracasé hasta el día en que olvidé esas pretensiones»
«La eternidad es una de las raras virtudes de la literatura»
«En infinitos mundos mi situación será la misma, pero tal vez la causa de mi encierro gradualmente pierda su nobleza, hasta ser sórdida, y quizá mis líneas tengan, en otros mundos, la innegable superioridad de un adjetivo feliz»
«No espero nada. Esto no es horrible. Después de resolverlo, he ganado tranquilidad. Pero esa mujer me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas. Tal vez toda esa higiene de no esperar sea un poco ridícula. No esperar de la vida, para no arriesgarla; darse por muerto, para no morir. Ya no estoy muerto: estoy enamorado»
«La vida es una partida de ajedrez y nunca sabe uno a ciencia cierta cuándo está ganando o perdiendo»
«La gente fuerte se abre camino sola. De joven yo no me sentía solidario con los jóvenes; la juventud no era una categoría que me interesara (sí la inteligencia, la iniciativa, la belleza). Los otros días vi en el cine a una chica rubia y linda que besaba cariñosamente a un viejo y pensé: Qué simpática (ojalá yo tuviera una así). Lo que pasa es que ahora hago causa común con los viejos. Los débiles necesitan agremiarse»
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