Un asesinato es, en todos los casos, el acto más atroz y terrible que puede cometer un ser humano… sin embargo, cuando el crimen lo cometen los “más inocentes” de la casa, se convierte en algo sin precedentes. ¿Conoces la aterradora historia de Mary Bell?
El 25 de mayo de 1968 en Newcastle, Inglaterra, Martin Brown, un pequeño niño de 3 años fue hallado muerto en los alrededores del parque infantil donde jugaba… Aunque la prensa informó que se trataba de un accidente , y que el pequeño había caído de uno de los juegos, lo cierto era que Martin había sido asesinado.
Las marcas de estrangulamiento, los golpes y la gran contusión sangrante en su cabeza, daban prueba de ello.
A los pocos días de la misteriosa muerte de Martin, dos jovencitas irrumpieron en la guardería de Scotswood, destrozando el lugar y dejando una nota donde se responsabilizaban de la muerte del niño Brown y amenazaban en volver. La Policía de Newcastle desestimó el incidente pensando que se trataba de “una broma de mal gusto”.
El 31 de julio de ese mismo año, un niño de tres años llamado Brian Howe desapareció. Su hermana, Pat Howe emprendió una búsqueda por toda la zona encontrándose con la joven Mary Bell, quien en tono burlón le preguntó “¿Estas buscando a Brian?”. Poco después, el niño fue hallado muerto y mutilado cerca de una construcción. Tenía una letra “M” dibujada en el abdomen con cortes de navaja. Con unas tijeras habían cortado mechones de su cabello y habían cercenado sus genitales.
La familia de Brian dijo que sospechaban de Mary Bell y su mejor amiga, Norma, pues las dos niñas los habían estado acosando preguntándoles si extrañaban a Brian.
La policía arrestó a las niñas en agosto. Tras interrogarlas, supieron que Mary Bell había matado a Brian. Lo había estrangulado, lo había herido con unas tijeras de jardín y después le había impreso su marca. Primero dibujó una letra “N” (la inicial de Norma), pero después corrigió y la transformó en “M”.
Arrestada también, el relato de su amiga Norma concluyó que Mary había actuado sola y que después de matar al niño había llamado a Norma para mostrarle su obra. Norma fue absuelta de todos los cargos.
En sus declaraciones, Mary parecía haber disfrutado ambos asesinatos. Confesó sin aparente remordimiento el crimen de Martin Brown alegando que, al empujarlo del parque, el niño seguía consciente por lo que ella decidió estrangularlo. La policía impactada, corroboró estas declaraciones al encontrar el diario de Mary donde describía cada hecho con lujo de detalles.
Tras ser examinada por los psiquiatras, fue declarada psicópata, encerrada en prisión y condenada en diciembre de 1968 por el cargo de asesinato en segundo grado, a 23 años de cárcel. Los periódicos la bautizaron entonces como “La Niña Asesina”.
El origen de «La Niña Asesina»
Mary Flora Bell nació el 26 de mayo de 1957 en Newcastle, Inglaterra. Se dice que el maltrato comenzó desde su salida del vientre materno, al ser rechazada por una adolescente e insensible madre, Betty, quien a gritos y con asco pedía que le alejaran a la bebé, e intentando, durante los primeros meses de Mary, asesinarla fingiendo “accidentes”.
Mary era una niña muy hermosa con rostro de muñeca pero con facciones andróginas que le daban un aspecto de dureza. Dureza que no sería pura fachada ya que Mary tuvo que sobrevivir a los intensos abusos de su madre, quien se dedicaba a la prostitución y desde los 5 años forzó a la niña a participar en juegos sexuales. A los ocho se la vendió a un cliente pedófilo. Esto luego se convertiría en un hábito de Betty para complacer a sus clientes más depravados.
Así creció Mary Flora Bell, en un ambiente enfermo, disfuncional y violento.
Mary desahogaba los abusos recibidos torturando animales como perros y gatos, hasta el 25 de mayo de 1968, un día antes de cumplir los 11 años, cuando Mary le quitó la vida al pequeño Martin Brown.
La identidad que nunca pudo ser borrada
Desde el momento en que fue convicta, Mary fue el centro de atención de la prensa británica y de la revista alemana Stern. Su madre siguió explotándola: vendió en varias oportunidades historias acerca de ella y dio muchas entrevistas a la prensa sobre Mary, escribiendo relatos y diciendo que eran de la autoría de la niña.
Mary obtuvo otra vez los titulares cuando en septiembre de 1979 escapó brevemente de la custodia de la prisión. Finalmente salió en libertad en 1980, doce años después de su condena de 23 años. Una vez fuera de la cárcel se le dio una nueva identidad.
Mary se convirtió en madre en 1984. Curiosamente, de ser una infanticida, Mary Flora Bell se convirtió en una madre cariñosa y llena de atenciones a su bebé. Se casó y trató de formar una hogar estable.
Sin embargo, y pese a la rehabilitación y nueva identidad de Mary Bell, la sociedad no olvidó su atroz historia y los periódicos siempre descubrían donde estaba. Nadie quería a Bell cerca. Pasó su vida huyendo y escondiéndose, fingiendo ser otra persona hasta que alguien la identificaba y tenía que volver a marcharse. El estigma de sus crímenes la perseguiría siempre.
El 21 de mayo de 2003, Mary Bell obtuvo la victoria en la Corte, para mantener su anonimato y el de su hija por el resto de sus vidas. Pero los investigadores privados, contratados por la familia de Martin Brown, siguieron rastreándola. Tuvo que vivir escondida con el temor de que, a donde fuera, alguien podría identificar en ella a la “Niña Asesina”. Actualmente se desconoce su identidad y su paradero exacto, pero sus horribles crímenes nunca serán olvidados.
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