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Una posible explicación al origen de la endometriosis

Una posible explicación al origen de la endometriosis

Maria del Pilar García Peñarrubia, Universidad de Murcia; Antonio J. Ruiz Alcaraz, Universidad de Murcia y María Concepción Martínez-Esparza Alvargonzález, Universidad de Murcia

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La endometriosis es una enfermedad ginecológica que tiene una alta prevalencia. Afecta aproximadamente al 10-15% de las mujeres en edad fértil, con una estimación mundial por encima de los 176 millones de mujeres. Se caracteriza por la implantación y el crecimiento de tejido endometrial, que tapiza el interior del útero, fuera de su localización normal.

El lugar más frecuente en el que se producen las lesiones de endometriosis es la cavidad peritoneal, aunque también pueden aparecer en órganos más distantes.

Con más frecuencia de la deseable, aparecen síntomas severos que impiden el desarrollo de una vida normal. Entre ellos se incluyen dolores muy agudos durante la menstruación y las relaciones sexuales, además de dolor pélvico crónico. Por si fuera poco, suele causar infertilidad en aproximadamente un 30% de las mujeres afectadas.

Para colmo de males, resulta que el diagnóstico de esta patología es de todo menos sencillo. Frecuentemente requiere el empleo de técnicas invasivas, como la cirugía laparoscópica, que permite la observación macroscópica y la confirmación histológica mediante biopsia.

¿Y por qué se produce? Es una gran incógnita aún. No se conocen ni las causas que la originan ni los mecanismos implicados en su desarrollo. A pesar de la alta prevalencia y la repercusión que tiene en la calidad de vida de las pacientes, se trata de una enfermedad bastante desconocida. Generalmente se admite un origen multicausal de la endometriosis asociado a factores genéticos, ambientales e inmunológicos. Los tratamientos que se aplican tienen un carácter sintomático dirigido principalmente a combatir el dolor y la infertilidad.

Silenciada y escasamente financiada

Además de desconocida, la endometriosis está bastante silenciada. Quizás por estar relacionada con el dolor menstrual, el absentismo laboral, la infertilidad y afectar únicamente a las mujeres. Paradójicamente, llama la atención que las inversiones dedicadas a las políticas de igualdad de género no incluyan entre sus objetivos mejorar la atención sanitaria y la calidad de vida de estas pacientes.

En este sentido, cabe destacar que los fondos dedicados a investigar esta enfermedad son escasos. Como muestra del escaso interés en la investigación sobre esta enfermedad, cabe destacar que el número de artículos científicos recogidos en Pubmed de la National Library of Medicine sobre “endometriosis” a finales de mayo de 2020 era de 27.958. A efectos comparativos, muy por debajo de los correspondientes a “in vitro fertilization” (47.604) o “dermatitis” (122.762).

Lógicamente el número de artículos publicados en cada campo de investigación está relacionado con la cantidad de recursos invertidos en ese tema. De hecho, nuestro grupo de investigación carece de financiación pública al habernos sido denegados varios proyectos presentados sobre este tema en convocatorias nacionales y regionales.

Contaminantes químicos y endometriosis

Nuestra reciente publicación en Human Reproduction Update plantea una hipótesis sobre el origen y las causas de la endometriosis. Concretamente, el modelo predice que la exposición prenatal a diversos factores de riesgo podría favorecer el desarrollo de la enfermedad en la edad adulta.

La idea surgió de conectar varios factores de riesgo señalados de forma aislada en publicaciones recientes, procedentes de áreas de investigación muy diferentes.

El primer factor de riesgo se basa en observaciones, cada vez más numerosas, que muestran una relación directa entre una mayor exposición prenatal a contaminantes químicos medioambientales (que interfieren con la función hormonal y por lo tanto actúan como disruptores endocrinos u hormonales) y alteraciones morfológicas y/o funcionales del aparato reproductor, tales como una distancia anogenital más corta o un inicio precoz de la pubertad.

Entre los contaminantes citados destacan:

  1. Los ftalatos, que se usan en perfumes, desodorantes, jabones, champú, esmaltes de uñas y cosméticos;
  2. los parabenos que se usan a menudo como conservantes en cosméticos;
  3. los fenoles (triclosán y benzofenona-3) utilizados como aditivos para aumentar la durabilidad de jabones, pastas de dientes, pintalabios, lacas y lociones para la piel;
  4. las organoclorinas tales como las dioxinas, el insecticida DDT y análogos;
  5. compuestos asociados al plástico como el bisfenol-A (presente en el papel térmico de algunos tickets de caja), y un largo etc.

Además, se han descrito asociaciones frecuentes de altos niveles de disruptores endocrinos en mujeres con endometriosis.

Factores de riesgo microbiológicos

El segundo factor es de tipo microbiológico, y está basado en la posible contaminación del aparato genital femenino con microbiota fecal, cuyo acceso a la vagina infantil estaría favorecido por una distancia anogenital más corta.

Finalmente existe un tercer factor, basado en hipótesis y evidencias recientes, que implica el papel activo de las infecciones genitales subclínicas en el desarrollo y la progresión clínica de la endometriosis.

A la vista de estas consideraciones podemos prever la existencia de una relación directa entre una mayor exposición prenatal a contaminantes ambientales de tipo estrogénico y una distancia anogenital más corta. Este hecho podría favorecer frecuentes episodios post-natales de contaminación de la vulva y vagina infantil con microorganismos fecales. La consecuencia de estos episodios sería una disbiosis (pérdida del equilibrio microbiológico) de la microbiota cérvico-vaginal.

A su vez, estos hechos podrían generar una respuesta inflamatoria local que evolucionaría hacia una desregulación crónica del sistema inmunitario. En resumen, este círculo vicioso sería el responsable del desarrollo de la endometriosis.

Direcciones futuras

Determinar el origen de la endometriosis supone todo un reto. Y formular nuevas hipótesis sobre este enigma proporciona las herramientas necesarias para diseñar nuevos estudios experimentales, clínicos y epidemiológicos. Los resultados de dichas investigaciones podrían ayudar a comprender el origen de esta enfermedad y así permitir identificar nuevos tratamientos más eficaces y plantear acciones preventivas.

En concreto, a raíz de nuestro modelo, hemos propuesto realizar amplios estudios epidemiológicos de larga duración en mujeres embarazadas y sus hijas, midiendo los niveles de disruptores endocrinos maternos durante el embarazo. Tras el parto, deberá analizarse la distancia anogenital y la microbiota cervicovaginal de las hijas hasta la edad adulta, realizando un seguimiento a largo plazo de la aparición de endometriosis.

También sería de interés estudiar la posible asociación de la endometriosis con la distancia anogenital más corta, así como con la microbiota del aparato genital femenino, intestino y boca, en comparación con mujeres sanas.

Finalmente, consideramos relevante identificar especies microbianas “clave” asociadas con esta enfermedad femenina tan común.

Maria del Pilar García Peñarrubia, Catedrática de Inmunología, Universidad de Murcia; Antonio J. Ruiz Alcaraz, Associate professor, Universidad de Murcia y María Concepción Martínez-Esparza Alvargonzález, Profesora Titular de Inmunología, Universidad de Murcia

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original. / Imagen: Shutterstock

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