Con el aumento de las investigaciones sobre los daños que las conmociones cerebrales pueden causar, los científicos afirman ahora que incluso los golpes leves en la cabeza podrían afectar a la memoria y al pensamiento.
En este último estudio, los jugadores de fútbol americano y de hockey sobre hielo llevaban unos cascos especiales durante los partidos de la temporada. No se diagnosticó una conmoción a ninguno de los jugadores durante el periodo de estudio, pero los cascos especiales registraron datos clave cada vez que los jugadores recibían golpes más leves en la cabeza.
«Los acelerómetros en los cascos nos permitieron contar y cuantificar la intensidad y la frecuencia de los impactos», señaló el autor del estudio, el Dr. Tom McAllister. «Pensamos que podría resultar en ciertas informaciones interesantes».
Los investigadores hallaron que la magnitud del cambio en la materia blanca del cerebro fue mayor en aquellos a los que les fue peor de lo esperado en las pruebas de memoria y aprendizaje. La materia blanca transporta los mensajes entre las diferentes partes del cerebro.
«Esto sugiere que las conmociones no son la única cosa a la que hemos de prestar atención», comentó McAllister, catedrático del departamento de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana. «A estos deportistas no se les diagnosticó ninguna conmoción cerebral en el año que les estudiamos… y hay un subgrupo de ellos que quizá sean más vulnerables a los impactos. Tenemos que aprender más sobre cuánto duran estos cambios y si son permanentes».
El estudio aparece en la edición en línea del 11 de diciembre de la revista Neurology.
Las conmociones son lesiones cerebrales traumáticas leves que se producen por un golpe repentino en la cabeza o en el cuerpo. Los síntomas incluyen el dolor de cabeza, la visión borrosa y dificultades para dormir o pensar con claridad. La investigación sobre los impactos repetidos en el cerebro no asociados con conmociones es escasa y contradictoria, afirmaron los investigadores.
McAllister, que realizó la investigación cuando era afiliado del Colegio Dartmouth, comparó a 80 jugadores universitarios de fútbol americano y de hockey sobre hielo que no sufrieron conmociones cerebrales y que llevaban cascos especiales con 79 deportistas que practicaban deportes en los que no había contacto. Los evaluó antes y después de la temporada con escáneres cerebrales y con pruebas de aprendizaje y memoria.
Un total del 20 por ciento de los jugadores de deportes de contacto y un 11 por ciento de los que practicaban deportes en los que no había contacto obtuvieron peores resultados en una prueba de aprendizaje verbal y memoria al final de la temporada, unos malos resultados esperados en menos del 7 por ciento de la población normal, indicó McAllister. Los que tuvieron un peor rendimiento mostraron más cambios en la región del cuerpo calloso del cerebro (un grupo de nervios que conectan los lados izquierdo y derecho del cerebro) que los que obtuvieron la puntuación esperada.
El Dr. Howard Derman, codirector del Centro Metodista de Conmociones de Houston, afirmó que no le sorprendieron los hallazgos. Afirmó que los golpes en la cabeza sin que se diagnostique una conmoción podrían causar daños cerebrales que no producen síntomas.
Derman señaló que la futura investigación sobre este tema sería aclaratoria si, con cascos que estuvieran especialmente equipados, se pudieran medir los cambios en el torrente sanguíneo y la presión en el cerebro a consecuencia de los golpes repetidos en la cabeza.
«Si se puede documentar que se han producido cambios en el cerebro y que no se han producido golpes significativos, sería incluso más preocupante», señaló. «Tenemos que asumir que hay un efecto acumulativo, en el que varios golpes causan el problema. Es como doblar una pieza de plástico una vez: no pasa nada. Pero si se hace 40 veces, se rompe el plástico».
Fuente: HealthDay, traducido por Hispanicare
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