Con sede en Londres, la Sociedad de la Tierra Plana ha reabierto sus puertas para que se inscriban nuevos miembros. De momento, esta asociación apenas suma 400 socios. Pero quién sabe si algún día conseguirán convencer a los restantes habitantes del planeta de que existe una conspiración para ocultar que la Tierra, según dicen, no es una esfera.
Michael N. Wilmore es el vicepresidente de tan peculiar institución. Este irlandés comenzó a interesarse por la teoría en 2006. Desde hace unos años es el vicepresidente de la Sociedad. El origen de esta organización se remonta a 1864, cuando Samuel B. Rowbotham (inventor y escritor británico) publicó un panfleto titulado Astronomía Zetética: La Tierra no es un globo. Bajo el seudónimo de Parallax, fue el principal propagandista de la idea, pero no fue hasta su muerte cuando su mujer creó la Universal Zetetic Society. Sin embargo, hubo que esperar hasta 1956 para que Samuel Shenton creara la Sociedad de la Tierra Plana como tal.
Durante más de un siglo, la teoría de la Tierra plana tuvo un origen religioso. Así fue cuando, en 1956, Samuel Shenton decidió crear la primera Sociedad moderna. Su sucesor, Charles H. Johnson, mantuvo esa línea, pero con su actual presidente (Daniel Shenton, que no tiene nada que ver con el anterior), se desacralizó el tema. “Yo, personalmente”, confiesa Wilmore, “soy ateo, y la Sociedad evita el componente religioso”. Si tuviera que citar una prueba, su favorita es el llamado “experimento Bedford”, que concluye que, si la Tierra no fuera plana, la superficie del mar sería cóncava.
Los miembros de la sociedad, además, están divididos en dos corrientes. La primera defiende que la Tierra es un disco finito y que viaja en el espacio acelerándose hacia arriba, lo que crea la ilusión de que la gravedad newtoniana existe. La segunda sostiene que la Tierra es ilimitada, pero tiene una profundidad finita (como un embudo). Este plano crea una bisectriz con nuestro universo y provoca un campo gravitatorio.
Ambas coinciden, eso sí, en que la Tierra está rodeada por un continente circular de hielo, la Antártida, que evita que el agua caiga al vacío. A esto hay que sumar los heterodoxos, los seguidores del difunto Orlando Ferguson, que añaden que el planeta tiene la estructura de un exprimidor de limones con la parte exterior cuadrada.
Por supuesto, el concepto de Tierra plana exige una nueva cosmología. La más extendida es que el diámetro del planeta es de unos 40.000 kilómetros y tiene una circunferencia de cerca de 126.000 km2. El Sol y la Luna son dos discos situados a cerca de 52 kilómetros (aunque algunos creen que hay dos lunas) y las estrellas se sitúan a más de 200 kilómetros. Y lo que llamamos “día” no se debe a la Tierra orbitando alrededor del Astro Rey, sino a que este se mueve en círculos sobre la superficie y va iluminando diferentes zonas a su paso.
Pero si la Tierra es plana, ¿por qué nos lo ocultan? La explicación es que existe una conspiración mundial. Según Wilmore, esto merece una matización. Afirma que es exagerado pensar que hay una cábala de científicos que se reúnen para evitar que la verdad salga a la luz: “Pero sí creo que por algún motivo (académico, económico…) nadie se atreve a dudar de que la Tierra es redonda. El que ose hacerlo se verá condenado a la burla de sus colegas”.
Algunos van más allá y creen que hasta los artífices de la carrera espacial están en el ojo. El primero que abordó este debate fue Charles K. Johnson, presidente de la entidad cuando Neil Armstrong pisó la Luna. Según él, es más difícil falsificar un viaje a nuestro satélite que una imagen de la Tierra para que parezca redonda, así que optaron por lo segundo. Suena cómico, pero quizá algún día la frase de Homer Simpson –“también se rieron de los que decían que la Tierra era plana”– sea una realidad.
Los mapas de la Tierra plana son una maravilla. En 2011, la Librería del Congreso de EEUU aceptó como donativo una de las pocas copias que existen del mapamundi elaborado por Orlando Ferguson en 1893. Pero el más famoso es el llamado mapa Volvia, en honor de su creador, Wilbur G. Volvia
Fuente: quo.es
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