Los cosacos han jugado un papel especial en la historia de Rusia y Ucrania. Eran grupos seminómadas de jinetes y guerreros, éticamente de mayoría eslava, que huían de la servidumbre y de la explotación de los nobles.
En el siglo XV se establecieron en las orillas del Dniéper, Don y Volga, para formar comunidades libres y autogestionarias de campesinos que defendían las fronteras rusas o lituano-polacas, a cambio de trigo y armas. Muchos cosacos se integraron en la caballería zarista. Su estilo de vida empezó a diluirse en la época soviética y, aunque hoy existe cierto ‘revival’ cosaco, se han convertido en una atracción turística.
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