El punto G masculino se encuentra en la próstata, y tiene el tamaño de una nuez. Este órgano cuenta con numerosas terminaciones nerviosas que, con la estimulación adecuada, pueden provocar una erección.
Se puede acceder al punto G del hombre a través del ano. Con el dedo envuelto en un preservativo previamente lubricado, se introduce en el esfínter y se llega al recto, donde, a unos cuatro o cinco centímetros de profundidad, hay un bulto de un centímetro: la próstata.
La erección es una reacción medular, sin necesidad de que haya erotismo de por medio. Algo así como un acto reflejo. No obstante, si estás tú y tu pareja en un encuentro íntimo, estimular el punto G sólo hará que la erección sea mayor.
Tanto el orgasmo como la estimulación del punto G son placenteras, pero pueden ser distintas: la estimulación del punto G masculino no suele desembocar en orgasmo, aunque produce un intenso placer. Es cierto que el hombre puede eyacular, pero no implica que tenga un orgasmo. No obstante, la combinación de ambos es extremadamente eficaz.
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Fuente: sexología.net
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