Un conjunto de mundos fantasiosos, escondían los más profundos deseos del autor Roald Dahl. Su mente creativa transformó completamente el mundo de la literatura infantil y lo volvió un clásico indiscutible. Desde los poderes mentales de Matilda, la fábrica de chocolates de Wonka hasta el durazno gigante de James, Dahl fue un ícono del mundo. ¿Cómo fue su historia? ¿Qué lo inspiraba? Aquí te contamos todo.
Un niño rebelde que detestaba las reglas
Su infancia estuvo llena de infortunios. Su hermana murió cuando él solo tenía tres años y pocas semanas después, falleció su padre. Su madre, se hizo cargo de él y quiso cumplir el sueño de su esposo: que Roald estudiara en una escuela británica.
El sueño de su padre se convirtió en una pesadilla para él. El colegio en el que estaba, era extremadamente estricto. Dahl recuerda sus días de escuela como “días llenos de terror, con reglas y más reglas que obedecer”. En venganza, se unió con unos amigos y dejó un ratón muerto en el escritorio del director. La travesura les costó una paliza y su madre decidió mudarlo de colegio.
En estas experiencias se inspiró para más adelante darle personalidad a cada uno de sus protagonistas. Haciendo un análisis de sus personajes, todos tienen cierta aversión a las figuras autoritarias.
Un trabajo casi tan loco como él: seducir mujeres
Cumpliendo su sueño de trabajar al graduarse de la secundaria, comenzó en la compañía petrolera Shell, en Tanzania. Luego, se unió a la Royal Air Force en Kenia, trabajando como piloto durante la Segunda Guerra mundial. Todo cambió cuando sufrió un accidente de avión en Egipto. Quedó tan herido que le prohibieron volar, por lo que comenzó a trabajar en Washington, codo a codo con el presidente Roosevelt.
Dahl era un hombre muy guapo. Medía cerca de dos metros, era delgado y de ojos muy claros. Además, su elocuencia al conversar era envidiable. Todas estas características lo hacían el encargado perfecto para un trabajo muy particular: seducir mujeres millonarias para que apoyaran a los Aliados del Ejército Británico. Fue una especie de espía seductor de las fuerzas de información de Reino Unido.
Su trabajo como conquistador terminó en 1953, cuando se casó con la actriz Patricia Neal y juntos comenzaron una familia.
El arte de la escritura, brotó por sus venas de un momento a otro
Conocido por su elocuencia, sus habilidades comunicativas y su actitud de Don Juan, Dahl conoció gente muy influyente en el medio de las comunicaciones. Comenzó a escribir para el Saturday Evening Post, como un simple hobby, su estilo caló rápidamente y colaboró con numerosas revistas.
Su mecanismo era diferente a los demás porque escribía para él. “Mientras más escribía, las historias se volvían más fantasiosas menos y menos realistas y más fantasiosas”, confesó.
Su accidente aeronáutico marcó la pauta de su primer libro infantil, Los gremlins (1943), quienes eran pequeñas criaturas que vivían en los aviones de combate y bombarderos, responsables de todos los choques.
El invento tuvo tanto éxito, que se dedicó a los cuentos para adultos. Por una década su misión fue crear una reputación como escritor y lo logró. Ganó tres premios Edgar Allan Poe de Mystery Writers of America, que honran a los mejores escritores en ficción y misterio.
Su mayor inspiración, fue el nacimiento de sus hijos.
Unos pequeños críticos, lo convirtieron en un excelente escritor
El matrimonio comenzó maravillosamente. Tuvieron cinco hijos. Mientras crecían, Dahl se dedicaba a contarles cuentos todas las noches. Mantenerlos entretenidos era todo un reto. “Los niños son muy críticos y pierden interés rápidamente. Tienes que mantener las cosas en marcha y si sientes que se está aburriendo, debes pensar algo que lo sacuda, que le haga cosquillas. Es toda una ciencia saber qué le gusta a los niños”, comentó el autor.
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Sus hijos estaban fascinados con las historias que les contaba y así fue como Dahl quiso indagar en el mundo de la literatura infantil. Publicó James y el durazno gigante en 1961 y marcó un hito en su carrera. Ahora sería conocido por ser un escritor infantil que crea mundos fantásticos. Los niños lo amaban. Sus historias incluían fragmentos crueles y humor irónico; pero, esto comenzó a molestar a alguno de los padres, que lo catalogaban de loco.
“Muchos adultos pueden perturbarse con mis libros, son mayormente para niños. Los adultos no se dan cuenta de lo diferentes que son los niños a ellos. Los pequeños son más vulgares y tienen un sentido del humor más cruel. El escritor para niños debe ser simple. Debe disfrutar de los trucos y las bromas y las rimas y otras cosas infantiles. Debe ser imaginativo, con una capacidad de ingenio que vuele cabezas”, se excusó el escritor.
Mundos fantasiosos, pero una realidad terrorífica
Su matrimonio con Neal fue perfecto al principio, pero la relación comenzó a fraccionarse tras una serie de tragedias. Uno de sus hijos murió atropellado, otra pequeña falleció tras una terrible enfermedad y Neal, al quedar embarazada por quinta vez, sufrió una caída que complicó todo el embarazo. Estas pruebas debilitaron la relación hasta que decidieron separarse.
A raíz de la muerte de sus hijos, Dahl no volvió a ser el mismo. Se transformó en un hombre oscuro y amargado. Editores del medio solían bromear con lo terrorífico que se había vuelto trabajar con él. Pese a su mal carácter, siguió produciendo obras extraordinarias.
¿Qué leer de Roald Dahl?
Fue un escritor muy fructífero, entre sus obras resaltan: Las brujas; Charlie y la fábrica de chocolate; Los cretinos; Matilda; Charlie y el ascensor de cristal; El cocodrilo enorme; Danny, el campeón del mundo; El dedo mágico; James y el durazno gigante; La jirafa, el pelícano y el mono; Relatos de lo inesperado; El vicario que hablaba al revés; y Boy.
En su narrativa se encuentran mezclas de argumentos reales y ficticios. Una vez aseguró que cada uno de sus libros tiene elementos biográficos.
Con información de: El mundo | NotableBiographies|RoaldDahl
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