Esta parece ser la vida de los ejemplos. Quieres ser ejemplo de algo/alguien, o buscas un ejemplo que te sirva como indicador para medir y/o dirigir tu vida. Pero cada cabeza es un mundo, ninguna vida es igual a otra y después de mucho tiempo perdido resolvemos buscar nuestra propia manera de vivir. El objetivo de esta nota es no perder el tiempo con fórmulas de vida.
Hay que tener un proyecto, eso no lo discuto «quien no sabe a dónde va, ya llegó». Un «por qué», para enfrentar los a todos los «cómo» que la vida nos plantea cada día, pero tengo una serie de preguntas para reflexionar un poco sobre este tema, la primera es:
¿Estás viviendo tú proyecto?
A veces nos adaptamos al canon social, otras a «lo que mi familia espera de mi», en otras ocasiones me he encontrado con gente que simplemente no se ha planteado eso de tener un proyecto de vida y ha dejado pasar, o desperdiciado, verdaderas oportunidades, a veces nunca se dan cuenta de lo afortunados que fueron. Más importante que tener un proyecto de vida para dirigirte, es que ese proyecto haya sido ideado por tí (tus sueños, pasiones, intereses, habilidades, capacidades) y no que sea una adaptación de un proyecto ajeno o el sueño frustrado de otra persona. Es posible cumplir un sueño ajeno, pero estando en la meta sentirás que tienes todas las asignaturas pendientes…. Las tuyas!
«If I fail, if I suceed. At least I live as I believe» (Oh Whitney! How I miss you…)
Digamos que si, tienes un proyecto de vida y responde a tus intereses, sueños, pasiones, capacidades…. Ahora vamos a la siguiente pregunta.
¿Es viable?
Si no lo son, descuiden, yo también soy una soñadora y la vida me ha enseñado que no hay nada escrito. Pero a veces el proyecto de vida necesita una dosis de realidad para que se puedan desarrollar. ¿Revisiones? Muchas! La vida es una constante prueba de ensayo y error. Es totalmente válido replantearse algunas cosas de vez en cuando y en cada día tenemos un lienzo en blanco para reescribir el cuento, pero hay que tener claro que aunque sería maravilloso vivir en Wonderland, donde escribimos la historia es en la tierra, de modo que mientras más aterrizados sean nuestros planes, mejor.
¿Y entonces?
La fórmula es que no hay fórmulas. Cada uno lleva sobre sus hombros la responsabilidad de hacerlo a su modo, lanzar todas las posibilidades al aire, cual malabarista, y esforzarse por mantenerlas girando y funcionando. ¿Que sería más sencillo si tuviéramos un manual? Seguro que sí, pero no sentiríamos en frío de la incertidumbre, la adrenalina que producen los retos y la satisfacción de conseguir lo que una vez pareció imposible. Son estas cosas la sazón de la vida.
Una colaboración de @Fioresita
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