Pónganse a Leer con Pedro Julio | “Lo que se escribe debe tener un solo adorno: el de la exactitud. Lo que se escribe no debe causar efecto, alarma en el lector, la expresión no debe sonar jamás a discurso, a elocuencia declamatoria y tribunicia. Nunca, en lo que se diga, haga o escriba, se debe llamar la atención. En este principio se fundan todas las virtudes sociales.”.
Esto pertenece a un trocito de carta personal que le escribió José Antonio Ramos Sucre a su hermano Lorenzo, aquí asistimos a uno de los mejores consejos que se le puede dar a alguien que quiere escribir y aparte nos deja ver el talante eminentemente intelectual del poeta cumanés que homenajeamos hoy.
Ramos Sucre es el poeta maldito de Cumaná, y hoy lo vamos a demostrar.
Los poetas malditos
Los llamados poetas malditos pertenecieron a un movimiento estilístico que tuvo lugar en Francia, en el siglo XIX, lo que les unía era el estilo rompedor, fuera de toda regla establecida.
Eran artistas incomprendidos, porque tenían un ideal de belleza distintito al imperante y decidieron innovar.
Se dedicaron a experimentar en la poesía, dándole a su obra un aire gótico y con una predisposición a lo siniestro, así que rompieron con el estilo romántico medio cursilón de la época y se escribieron poesía sugerente, y hasta desgarradora.
En 1884 el poeta francés Paul Verlaine, publica un libro de ensayos llamado “Los poetas malditos”, en esta obra, hace una lista de 6 poetas malditos, en la que se incluye el mismo, y habla del tipo de vida y la obra que producían estos señores, lo que los llevó a tener una vida según el “maldita”, yo diría más bien incomprendida… pero bueno no me voy a poner aquí a llevarle la contraria al hombre.
Estos nobles malditos eran: Tristan Corbière, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Marceline Desbordes-Valmore, Auguste Villiers de L’Isle-Adam, y el Pobre Lelian, que es como se llamó el autor de ensayo haciendo un anagrama de su propio nombre, es decir Paul Verlaine.
Todos ellos tenían una vida fuera de toda moral cristiana, en donde el desenfreno era la regla, hacían apología del vicio y el placer un estilo de vida.
En el poema “Bendición” Charles Baudelaire, da cuenta de lo que significa ser poeta y lo que esto significa:
“Cuando, por un decreto de las potencias supremas,
El Poeta aparece en este mundo hastiado,
Su madre espantada y llena de blasfemias
Crispa sus puños hacia Dios, que de ella se apiada:
-“¡Ah! ¡no haber parido todo un nudo de víboras,
Antes que amamantar esta irrisión!
¡Maldita sea la noche de placeres efímeros
En que mi vientre concibió mi expiación!”…
La lista de poetas malditos se expandió y la academia reconoció las características del malditismo en poetas posteriores como: el ya mencionado Charles Baudelaire, John Keats, Federico García Lorca, Alejandra Pizarnik, Rodolfo Fogwill, Edgar Allan Poe, William Blake, Charles Bukowski y claro está José Antonio Ramos Sucre.
Características de los poetas malditos en Ramos Sucre
En la obra de Ramos Sucre encontramos los elementos fundamentales para considerarlo un poeta maldito. Por ejemplo:
Los poetas malditos son proclives al sentimiento pesimista, y esto abunda en su producción, en sus textos nos encontramos con una visión muy pesimista de la vida, la incomprensión es una constante.
Los textos son oscuros, es decir el tono y el ambiente en el que se recrean sus poemas, son siempre misteriosos.
Entre los elementos propios de estos poetas esta la concepción alternativa de la belleza frente a los tópicos más clásicos y convencionales, a ver esta gente encuentra la belleza en planos poco comunes como la muerte o la tristeza. Esta poesía también es metafísica, porque busca darle un significado más trascendental a la vida en sus composiciones.
Y finalmente, los poetas malditos cuidaban mucho el lenguaje que emplean, haciendo gala en la maestría para construir metáforas y simbolismo.
Breve biografía
Ramos Sucre nació el 9 de junio de 1890 en Cumaná, capital del estado Sucre en Venezuela. Era hijo de Jerónimo Ramos Martínez y de Rita Sucre Mora, su educación estuvo primero a cargo de la escuela de Jacinto Alarcón, en donde aprendió a leer, escribir y las operaciones matemáticas.
Cuando tenía 10 años lo mandan a Carúpano, con su tío paterno José Antonio Ramos Martínez para que lo educara, su tío era el párroco de la Iglesia Santa Rosa de Lima, era también historiador y muy letrado, lo inició en el latín y la literatura.
En Carúpano pasó tres años, regreso a Cumaná en 1903, luego de la muerte de su padre. Pronto le tocó enfrentar la nueva situación familiar de pobreza, su madre tuvo que dedicarse a dar clases a niños pudientes para poder sobrevivir.
En estos años estudia en el Colegio Nacional de Cumaná, donde conoció a otro poeta sucrense del que se haría gran amigo de Cruz María Salmerón Acosta. En esta época también aprende varios idiomas, este hombre hablaba con soltura francés, inglés, italiano y como dirían los orientales machucaba el alemán.
En 1911, después de graduarse de bachiller en Filosofía, se va para Caracas, Salmerón Acosta lo convence para que presentar los exámenes de admisión en la Universidad Central de Venezuela. Estudio Derecho y Literatura y en esta época aprendió más idiomas, como el griego antiguo y moderno, portugués, danés, sueco y sánscrito.
En 1914, sin haberse graduado es obtiene un trabajo como Oficial de la Dirección de Derecho Público Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores, trabajó como intérprete y traductor en Ministerio de Relaciones Exteriores hasta su nombramiento en 1929 como Cónsul en Ginebra, Suiza. Y es en Europa donde ascendería al cielo de los poetas.
Empezó a quejarse de un insomnio constante y cada vez más desesperante. Empieza a sufrir de ansiedad por temor a perder su trabajo por falta de concentración, busca tratar su afección en Alemania y también en Italia.
Llega a un punto de desesperación, que en marzo de 1930 intenta suicidarse con una sobredosis de veronal, mientras se recuperaba escribió su ultimo poema “El residuo”. Que dice entre sus versos:
“yo decline mi frente sobre el páramo de las revelaciones y del terror, donde no se atreve el roció imparcial de la parábola.
Salí a una ciudad ilustre y las vírgenes cerraban su ventana al acento de mi laúd siniestro”
Intentó suicidarse otra vez con veronal el día que cumplió 40 años, al final la muerte llego el 13. Su cuerpo fue trasladado al panteón de la familia Ramos en el cementerio viejo de Cumaná.
Su obra
La obra literaria de Ramos Sucre no puede encajarse con facilidad en un movimiento literario determinado, su producción que va desde el poema en prosa hasta el ensayo se podría decir quizá que es modernista, pero es que Ramos Sucre nunca se afilio a corriente determinada.
En los años sesenta del siglo pasado su obra fue rescatada del olvido y condensada en los libros:
- Trizas de papel en 1921;
- Sobre las huellas de Humboldt, en 1923;
- La torre de timón, en 1925;
- El cielo de esmalte y Las formas del fuego, en 1929.
En cada poema se deja ver con creses que este hombre se ganó con honores su puesto en el panteón de los poetas malditos, a mí me gusta mucho un poema que se llama “antífona” publicado en El cielo de esmalte. Que dice:
“La memoria de mis errores en la selva diáfana embelesó mi juventud ferviente. Larvas y quimeras de mi numen triste, una ronda aérea seducía mis ojos bajo el cielo de ámbar y una corona de espinas, la de Cordelia, mortificaba las sienes de la doncella fiel.”
Reconocimiento y popularidad póstuma
Aunque su obra es realmente notable, como ya mencionamos, no fue sino a hasta la década de los sesenta del siglo pasado cuando empezó a valorarse la calidad de sus escritos, llenos de desesperación, soledad, mucho misticismo y oscuridad, drama a todo lo que da.
Esto se lo debemos a los miembros de los grupos culturales venezolanos Sardio y El Techo de la Ballena, y el auspicio de figuras como Eugenio Montejo y Salvador Garmendia.
Ramos Sucre es un innovador, y así es percibido por los miembros de los grupos y movimientos literarios que lo devuelven al público, la importancia de su obra radica principalmente en que fue uno de los primeros venezolanos en cultivar el poema en prosa, precisando la exaltación del “yo” como único e inmutable.
El valor de su obra se ha reconocido al punto de que en 1993, se funda la Cátedra Internacional de Literatura Venezolana José Antonio Ramos Sucre en la Universidad de Salamanca, España.
Despedida
Gente, yo creo que ya nos agarró el sereno, pero es que es tan sabroso hablar de los poetas que nos gustan, recuerdan que en el primer episodio por allá por febrero les dije que en este espacio hablaríamos de los libros y sus autores y de los poetas y sus poemas, bueno aquí estamos cumpliendo aquella promesa.
Si seguimos aquí el sereno que ya nos agarro va a hacer de las suyas, yo espero con todo mi corazón haberles picado la curiosidad, no solo con Ramos Sucre, también con los poetas malditos, ahí tienen un sinfín de oportunidades para darse un banquete y degustar cada poema como si fuera un bocado exquisito.
Aliméntense de buena poesía, eso nutre el alma y engrandece la conciencia.
Yo me despido con la satisfacción de haber compartido con ustedes un trocito de la historia literaria de Venezuela y de mi historia personal, así nos vamos conociendo vale.
Me voy pero antes les recuerdo la consigna… ya lo saben ustedes… pónganse a leer.
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