Los combustibles fósiles se formaron a partir de restos de plantas y animales prehistóricos que quedaron enterrados bajo el barro.
Esos restos, sometidos a la presión de capas de piedra y al cabo de millones de años, se convirtieron en carbón, gas o petróleo.
Los combustibles fósiles se extraen de yacimientos geológicos. Al arder producen calor, luz y energía para mover máquinas o producir electricidad. También liberan gases nocivos a la atmósfera.
Fue en 1910 cuando se comenzó a utilizar el sismógrafo para localizar huecos en las rocas del subsuelo o bajo el lecho marino donde pudiera haber gas o petróleo. Con dinamita o cañones de aire, se crean ondas sonoras, que se reflejan en las piedras y se registran con el sismógrafo.
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