Por Pónganse a Leer con Pedro Julio | Hoy vamos a hablar de los libros de mi infancia, esos libros que me volaron la cabeza de niño. Y es que yo me acerqué a los libros desde niño, gracias a mi mamá involucrada en el ambiente de la lectura y una familia en la que la lectura es un hábito recurrente, que se fomenta a los más chiquitos.
Yo crecí en la Red de Bibliotecas Públicas de este país gracias a que mi mamá, una madre soltera trabajadora, era servidora pública de la Biblioteca Nacional de Venezuela, de manera que yo me conozco muchos pueblos de Venezuela porque mi mamá viajaba y obvio me llevaba con ella, a supervisar las salas infantiles, que fue una de sus funciones en la Biblioteca.
Pero yo no sólo estuve expuesto a los libros, en mi casa y en el trabajo de mi mamá, de eso vamos a hablar más a delante, sino que a mi me leyeron, mi mamá me leía, luego leía conmigo y luego me dejaba leer solo y ella me recomendaba cosas, me las sugería, pero nunca me impuso la lectura de nada, ni me impuso la lectura. Para mi la lectura siempre fue placentera por eso. Aparte yo veía a mi mamá leyendo y los chamos repiten lo que ven.
La importancia de leer en la infancia
Todos los que andamos por aquí haciendo apología de la lectura, sabemos que una persona con hábito de lectura tiene autonomía cognitiva, es una persona que está preparada para aprender por sí misma durante toda su vida.
Un niño que alcanza pronto la comprensión lectora fluida y el hábito lector, está garantizándose el futuro, porque en esta época en la que vivimos la información, el conocimiento parece que envejece rápido, cambia siempre y un lector se garantiza poder estar al día con el conocimiento y eso le ayudará a alcanzar mayores logros académicos y tener acceso a mejores oportunidades de trabajo.
Ojo que so no lo digo yo, lo dicen los estudios.
UNICEF, que es el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, dice que: “Leer cuentos a los niños y niñas diariamente es de suma importancia para impulsar el desarrollo de su inteligencia y creatividad”.
Agregan que “Si logramos el objetivo de que los niños amen la lectura, vamos a lograr que vivan plenamente su infancia”.
Pero para que un niño, una niña lean es necesario que se generen algunas condiciones, la investigadora estadounidense Yvette Carter, menciona que una de las condiciones fundamentales para promover el desarrollo de lectores es leer todos los días a los niños, porque esto amplía su vocabulario, sus conocimientos y su sentido de la historia, y aumenta la habilidad para comprender los textos.
También es importante que los adultos que están leyéndoles, estén receptivos a las preguntas de los niños y las niñas, a ver, que deben estar dispuestos a dialogar con ellos acerca del texto que están leyendo, y si a esto le suman que tienen cerca papel y lápiz, aprovechan también para explorar la escritura.
Los niños y las niñas tienen que tener la oportunidad de elegir los libros que quieren que les lean o ellos van a leer y que los adultos les permitamos interactuar con los libros.
Carter también dice que es necesario que las experiencias con el lenguaje escrito sean significativas, que podamos permitir también que los chamos puedan crear textos a partir de actividades recreativas.
Y concluye el estudio diciendo una frase que me encantó, ella dice que: “Crear estas condiciones es nuestro privilegio y responsabilidad”.
La falta de un buen hábito de lectura en niños y jóvenes no solamente es un problema para su desarrollo intelectual, también interfiere en el desarrollo de las comunidades en las que viven y en las que deberían tener un rol ciudadano protagónico y responsable.
Cada año, las organizaciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLAC) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD), entre otras, constantemente lanzan iniciativas para fomentar la lectura, porque se ha entendido que el hábito de la lectura tiene un peso importante en el bienestar social.
Pero sin el apoyo de las familias, de las madres, padres y adultos responsables de los niños, esas políticas poco pueden influir en el desarrollo del hábito lector en los chamos.
Un niño, una niña que leen incrementa su capacidad de atención, de retención y de comunicación, van a desarrollar pensamiento crítico (que pareciera que está en peligro de extinción), le ayudará a explorar su vocación (eso a lo que está llamado en su vida), y expertos de la UNESCO dicen que ayuda a fomentar la ciudadanía global y a reducir el estrés en los niños.
Y en eso mi mamá es una dura, porque ella desarrollo un programa de lectura infantil para atender a los niños y niñas afectados por el deslave del estado Vargas en 1999, mi mamá dice que la experiencia lectora cambio la vida de esos niños que participaron, que la forma como afrontaban lo que estaban viviendo era distinta, a ver que estas criaturas estaban en albergues que se acondicionaron rápidamente sin condiciones en muchos casos dignas para recibir a todas las víctimas de aquella tragedia.
Maruchita, mi mamá, me contó que una de las claves era poner los libros al alcance de los chamos, que ellos pudieran tomarlos cuando quisieran, que ella no se los llevara de vuelta a la biblioteca, sino que los dejara con ellos, a su resguardo y su disposición.
Y a esto es a lo que me refería con lo del ambiente letrado que mencionaba antes. Cómo quieres tú que tus hijos lean si en tu casa no hay libros, ¿qué van a leer?; es más, puede que en tu casa haya libros, pero están fuera del alcance de los niños, o estantes altísimos o no los dejamos que los agarren porque los van a romper. Bueno mira, cómprale libros infantiles y si los rompe no hay rollo, es parte de la experiencia.
Para acercarse a los libros se recomienda que se exponga a los niños desde los cuatro o seis meses, porque en este momento un niño ya puede enfocar su vista en los dibujos, y desde aquí empieza a desarrollar la coordinación de sus ojos con las manos, la coordinación óculo-manual.
Ese cuento de “espérate que esté más grande”, no es cierto, eso es pronto. Este es un buen momento para sumergir a los niños y niñas en los libros, señalándoles las cosas que aparecen en las páginas.
Luego, al final del primer año, muchos niños pueden señalar esas mismas cosas ellos mismos. Y este es un gran paso en el aprendizaje del lenguaje.
Lo que yo leí de niño y me voló la cabeza
Gracias a que yo tuve acceso a los libros desde niño soy lo que soy, ojo que esto no es bueno ni malo, es lo que es.
Hay un montón de libros que son “los libros de mi infancia”, esos libros que me leyeron y que yo luego leí y me volaron la cabeza.
Estos son libros infantiles, pareciera obvio, pero hay que decirlo, porque luego saltará alguno a decir “yo creía que habías leído clásicos o cosas más profundas”, eso me ha pasado cuando hablo de lo que leí de niño y digo yo “pero bueno, si era un niño, que iba a leer ¿el lobo estepario?”.
Muchos de estos libros o cuentos de los que voy a hablar eran de la biblioteca pública, mi mamá los sacaba en préstamo circulante, o fueron míos, muchos fueron donados y con los años he conseguido algunos y los compro, otros mi mamá los ha buscado y me los ha regalado ya de adulto.
El Cocuyo y la Mora
“El cocuyo y la mora” es el cuento pemón. Pero qué pasa aquí que a mí me gustaba tanto cuando era niño y aun de adulto me sigue subyugando, pues: esta es la historia de un cocuyo que hace un largo viaje, en el viaje por la sabana, el cocuyo se consigue con una mora vieja, decide quedarse con ella a pasar la noche y la mora se enamora del cocuyo, total que la mora le propone matrimonio al cocuyo y el cocuyo que era como un Johny Bravo del monte, le dice que no, que ella esta vieja y deshojada. Al día siguiente se va el cocuyo y la mora se queda tristona por el desaire. El cocuyo de regreso vuelve a pasar por el lugar donde está la mora y esta vez la mora se ve hermosa, tiene hojas nuevas, ha echado flores, vamos que la mora esta tuneada y el cocuyo se arrepiente de lo que le dijo antes. El cocuyo le pide matrimonio a la mora y es ella la que dice que no, que no le interesa y el resignado le pide que al menos le diga que hizo para ponerse tan bonita.
La mora le cuenta que hubo un incendio en la sabana y ella se quemó y luego se puso así de bonita y el cocuyo sale raudo a buscar un incendio, lo consigue y se lanza volando y zas… cuando siente el calor sale volando nuevamente, se está quemando y él intenta apagarse el fuego y lo consigue, pero le queda una chispita en la cola y el queda negro del chamusco.
Así explican los pemones porque los cocuyos alumbran en la noche y rondan a las moras en flor, esperando que les acepten la propuesta de matrimonio.
Para los que no son de Venezuela, un cocuyo es una luciérnaga.
Este cuento fue recuperado por Fray Cesáreo de Armellada, un religioso capuchino que hizo vida en la Gran Sabana venezolana, en el sur del estado Bolívar, y luego la editorial Ekaré, lo publicó en una joya, que yo tuve de niño y ahora tengo de grande.
El burrito y la tuna
“El burrito y la tuna” es un cuento wayú que recopilo Ramón Paz IpuanaI, que es un wayú del clan Ipuanal, los wayú que en Venezuela viven en el noroeste del país, en el estado Zulia, en la península de la Guajira, se dividen en clanes, cada clan tiene un ancestro totémico animal, él del clan Ipuanal es el Chiriguare.
En “El burrito y la tuna”, nos encontramos a un hombre wayú que está ensillando su burro porque se va a la Guajira. Se van de viaje, pero cuando cae la noche se acerca el Wanuluu, que es un demonio wayú, un jinete sin cara con plumas blancas en la cabeza y un caballo de sombras. Cuando el hombre siente la presencia del Wanuluu se esconde y deja al burrito expuesto.
Cuando el Wanuluu encuentra al burrito, le pregunta dónde está tu compañero, el burrito dice que no tiene compañero, el demonio insiste y el burrito protege a su amo, el espíritu lo amenaza de muerte para que revele donde se esconde el hombre, pero el burrito no lo delata. El burrito le da una patada al Wanuluu y se baten en duelo, aquello es horrible; el hombre en su escondite mira todo, pero no sale a ayudar al burrito. Cuando el Wanuluu vio al burrito herido de muerte le dejo tranquilo y se fue. Y ahí fue cuando salió el hombre que ni le dio las gracias, intentó montarlo para seguir el viaje, pero el burrito no podía andar, estaba malherido. El hombre lo arrastró un trecho y como se cansó lo dejó para que se muriera en el monte y siguió el viaje a pie.
En el lugar donde el burrito murió nació una mata de cardón, pronto se llenó de abejas que hicieron un panal y llenaron a la mata de frutos sabrosos.
Cuando el hombre regresó intento encontrar donde estaba el cuerpo del burrito, pero no lo consiguió, encontró una mata de cardón, una tuna. El hombre que tenía hambre le dio por comer los frutos del cardón y de pronto empezó a convertirse en cardón también. Y así permaneció eternamente junto a su compañero, al que había abandonado.
Yo tengo que reconocer que cuando mi mamá me leía esto yo me moría de miedo, pero me encantaba.
Benito encuentra un hogar
El que viene ahora es quizá el primer cuento que yo logré leer, se llama “Benito encuentra un hogar”. Yo amaba esta historia, y ahora que la recuerdo me emociono.
Es un cuento de Chris Demarest, que narra la historia de Benito, un pajarito que vive en un nido con su familia, pero aquello está lleno, no caben, la familia es muy numerosa, aparte vivir ahí era insostenible, hacían mucho ruido y Benito decide que quiere mudarse. Vamos que se nos independiza Benito.
Benito se va y empieza a intentar establecerse en varios lugares, pero siempre es echado, que si de una cabeza de una estatua, que si de un banco del parque, que si de un campanario.
Cada nuevo lugar supone una aventura, hasta que Benito encuentra un nuevo hogar, bendito sea Dios.
Pensándolo bien, yo estoy como Benito en este punto de mi vida, me quiero independizar, estoy viendo para dónde me mudo y que puedo pagar, espero en que no tenga que salir volando como Benito.
Margarita
Otra gloria editada por Ekaré es Margarita de Rubén Darío con las ilustraciones preciosas de Monika Dropper. Este me lo sabía de memoria.
Rubén Darío escribió el poema, que muchos niños y yo leímos y nos leyeron como un cuento para Margarita Debayle, que era la hija de su médico, allá en Nicaragua.
El cuento/poema es una belleza, el inicio dice:
… “Margarita está linda la mar, y el viento, lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar; tu acento: Margarita, te voy a contar un cuento” …
Desde ahí nos sumergimos en la historia de Margarita, una princesa que se enamora de una estrella del cielo y la quiere para hacerse un prendedor “con un verso y una perla y una pluma y una flor”. (así lo dice el cuento).
La valiente Margarita se embarca en un viaje hacia los astros para buscar su estrella, pero no le pide permiso a su padre el rey. Cuando Margarita vuelve con su estrella en la mano, su padre la descubre y le reprende, le dice que no debía hacerlo y que El Señor se iba a enojar, pero cuando está a punto de castigarla, aparece el niño Jesús y la defiende.
El cuento/poema es una belleza, hay un verso que particularmente a mí me arrebata, dice:
… “Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son así” …
El Principito
Otra historia que está ligada intrínsicamente a mi infancia es “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, y al que le dedicamos un episodio de “Pónganse a leer con Pedro Julio” en la primera temporada.
Yo les contaba ahí que mi mamá cuando supo que estaba embarazada de mí, lo primero que compró antes de saber si quiera que era lo que venía, fue una edición de “El Principito”, me lo compró en una librería de viejo en Cumaná y mi edición es una belleza de 1954.
Yo crecí viendo al Principito, hojeándolo y manoseándolo antes de aprender a leer. Lo que les decía de poner los libros al alcance de los chamos. Mi ejemplar de “El Principito” esta llevado por la vida, esta sucio, con hojitas sueltas, es un libro con historia, es un libro que ha sido leído muchas veces y sus paginas han vivido mucho entre mis manos.
Mi mamá me lo leía de niño, pero este no es un texto para niños, aunque se haya pensado así durante años. Igual mi mamá me expuso a lecturas que no eran para la edad que yo tenía en muchas ocasiones y gracias a Dios por eso.
No les voy a echar el cuento del Principito porque nos va a agarra el sereno y nos quedan algunas historias por contar. Pero diré que yo me tatué un zorrito por este libro, esa idea de la domesticación me dejó sin aliento cuando la leí de adulto, recién haberme dado cuenta de que me había enamorado por primera vez.
Esta es una historia que me ha acompañado toda mi vida.
Vayan a buscar el episodio 6 titulado: Lecciones de vida de un Pequeño Príncipe, para ponerse en contexto.
Las vidas de los santos (santa Rita de Casia y santa Inés)
Ahora si hay una obra que me conecta a mi abuela en la infancia es la vida de los santos.
Yo veía a mis abuelos en vacaciones, cuando mi mamá que trabajaba hasta en vacaciones me mandaba para pasar esos días. Y de niño recuerdo ver a mi abuela Matilda Aristimuño, Mati, leyendo siempre. Con Mati aprendí que siempre uno debe andar con un libro para todas partes, porque siempre toca esperar, que te atiendan en el banco, mientras vas en el taxi, que lleguen las amigas con los que quedaste para jugar canasta en el club. Este consejo me ha servido toda la vida.
Mi abuela me leía la vida de los santos, ya más grandecito, me regaló un libro dónde estaban esas historias fantásticas de hombres y mujeres que se entregaron a vivir una experiencia mística y santificadora y que alcanzaron la santidad por diversos medios.
A mi la vida de muchos me impresionó, pero de niño recuerdo con especial emoción la vida de santa Rita de Casia y la de santa Inés, virgen y mártir.
La vida de Rita es como una telenovela de los 80, esa pobre mujer nació pa´ sufrir, como Frida Kahlo, Rita nació en Italia, se casó con un político que era cabeza caliente y pendenciero, tuvo dos hijos y por andar de picapleitos matan al marido y a sus hijos, entonces Rita ya viuda intenta entrar en un convento de hermanas Agustinas recoletas, esa era la orden, pero las monjas no se lo ponen fácil, le ponen mil pruebas que Rita supera, hasta entra y resulta que por su carácter contemplativo y espíritu de servicio fue declarada santa después de su muerte.
Yo recuerdo de niño que lo que más me gustaba de la historia de Rita de Casia es que cuando ella nació, pusieron a la bebé en una cunita, pues que llegan unas abejas y empiezan a rondar a la muchachita hasta tal punto que hacen un panal de miel en su boquita.
Ahora Inés, santa Inés, patrona de Cumaná, mi ciudad, era una adolescente romana, que según la tradición era muy bella, aparte era de una familia rica, ella se convierte al cristianismo y ofrece su virginidad a Cristo. Resulta que empiezan a coquetearle y a proponerle matrimonio, pero Inés, que tenia 13 años, dice que no, que ella ya está comprometida con Cristo y un pretendiente despechado la denuncia con el emperador por cristiana.
Entonces apresan a Inés y como los romanos eran muy suyos para castigar a los cristianos, primero la llevan a un prostíbulo para que la violen ahí pero, unos ángeles aparecen y protegen a Inés, entonces la pusieron en una hoguera, pero el fuego no la quemó, obviamente el emperador se puso ansioso y la mandó a decapitar.
Así muere Inés y se convierte en una de las santas más antiguas del martirologio romano, que es el libro donde están las vidas de los santos mártires.
Yo me hice devoto de santa Rita, que es patrona de las causas difíciles y de santa Inés que es patrona de la pureza, desde muchachito, tendría yo como 7 años. De hecho, mi primera estampita, la primera que compré con mi mesada fue de santa Rita y yo tenia 8 años.
Los pobladores del mar
Vamos ahora con un libro que para mi es importante no solo porque es interesante en su presentación, sino porque es el único regalo que tengo de mi papá.
Cuando yo cumplí 4 años Luis Enrique Franco, que es como se llama el caballero, aquí lo estoy dejando en la calle, me regaló el libro “Los pobladores del mar”, después de aquello, el hombre desapareció de mi vida, hasta que yo lo conseguí 20 años después gracias a una tesis de postgrado que me dedicaba.
No voy a dar más detalles, porque es que el cuento es largo y ya el sereno está llegando.
Este es un libro precioso. Es un libro de esos que se mueven, que tiene ilustraciones bellas sobre las criaturas marinas, desde peces a mariscos, moluscos, pare usted de contar. El mundo marino es una belleza, yo soy oriental, yo nací en una clínica con vista al mar. De manera que a mi me vincula un lazo muy grande con el libro porque también me conecta con mis raíces.
Estas figuras del libro se mueven, están en relieve, yo quedé impresionado con el calamar, la ostra y el pez vela azul.
Aquí no hay historia, es un texto infantil que ofrece información básica, esto es para niños evidentemente y esta diseñado para interactuar con él.
El pequeño Pedro Julio lector vivía fascinado con esos animales prodigiosos que habitan el mar.
Esto último me lo dijo mi mamá.
Despedida
Mira aquí nos va a quedar un gentío por fuera, no va a dar chance de hablar de otros textos que tengo aquí en la lista, pero el sereno es implacable, ya llegó y me está mirando puyuo. Así que lo vamos a dejar hasta aquí y ahora tenemos una excusa para hacer una parte dos de los libros de mi infancia, porque yo necesito compartir con ustedes las historias de: Arturito y Clementina, un par de tortugas jóvenes que se enamoran y viven una historia de amor bella; Rosaura en bicicleta, una gallina que se cree ciclista; Los cuentos de tío tigre y tío conejo; Sapo y Sepo, que son la gloria, en un cuento de Sapo y Sepo aprendí una palabra que llevo usando desde niño, “murria”, si no saben lo que es vayan a buscar un diccionario; Doña Piñones; Hamamelis y el secreto; Gente de Peter Spier, que es uno de mis libros favoritos de la infancia y de mi adultez, es una gloria que también mi mamá me leyó y que cuando yo aprendí a leer me lo devoré porque presenta acompañado de unas ilustraciones maravillosas la historia del género humano y como somos todos distintos y a la vez iguales en muchos aspectos.
Es que esa es justamente una de las virtudes de la lectura, nos presenta el panorama, nos muestra el horizonte, nos vuelve más tolerantes, menos prejuiciosos, más libres, más resistentes al cambio, más universales y más orgullosos de lo nuestro.
La lectura es una afición que dura toda la vida, es una virtud, y como toda virtud si no se practica se muere.
La lectura nos salva de los males de nuestro tiempo: la soledad, la depresión y el consumismo compulsivo.
Si quieren pueden comunicarse conmigo a través de mis redes sociales @pedrocedenoa en Instagram y X, antes Twitter, cuéntenme que les leyeron a ustedes de niños, que fue lo que ustedes leyeron, las historias con las que se acercaron a la lectura, si tienen hijos, sobrinos, ahijados que historias les cuentan, les leen ustedes a ellos, que obras les han regalado a esos pequeñitos de la familia. Yo particularmente tengo por costumbre regalar libros a mis sobrinas y mis ahijados. Estoy convencido de que la lectura le ayudará a ser seres humanos más compasivos, abrirá su vida a mejores oportunidades y los hará mujeres y hombres buenos, críticos y responsables.
Gente, es hora de irse, el sereno llegó, está aquí a mi lado, pero antes de irnos les recuerdo la consigna con una adaptación por hoy… pónganse a leerle a los niños.
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