Tal vez pocas sensaciones en la vida nos generen tanta ansiedad como la vulnerabilidad ante lo desconocido. La experiencia de traer un hijo al mundo (si respetamos su ritmo natural) casi siempre resulta impredecible y por más que nos preparemos es un camino que se va “haciendo al andar”. Cada nacimiento es distinto y con cada uno, quedan al descubierto las diferentes facetas de nuestra capacidad para decidir cómo vivirlo.
Se supone que cada mujer está dotada de una sabiduría natural e infinita, que le permite ejercer su rol de madre incluyendo el parto de forma instintiva, pero el someternos a la potestad de quienes en teoría pueden llegar a saber más que nosotras sobre cómo llevarlo de forma segura, nos hace transferir ese “poder” a quien, en última instancia, pueda darnos alguna certeza de que saldrá todo bien, dejando en muchos casos de lado, esa capacidad de decidir que nos pertenece como madres.
Y es que independientemente de cómo sintamos que debemos afrontar el nacimiento de nuestros hijos, todo parece reducirse a la poca capacidad de decisión que se tiene como paciente al nacer como madre, que es también lo que significa un parto. Esto va más allá del simple manejo de la información. Una debe exigir estar informada y también ser formada sobre cómo prepararse para poder hacer del nacimiento un hecho más humano, independientemente del método que decida emplearse para tener a los hijos.
Hay un debate bastante amplio sobre si lo mejor y más conveniente es retornar a al parto natural, o si por el contrario la cesárea constituye una práctica cuyos resultados son más confiables por el mayor control de variables por parte de un médico. Más allá de este debate y de las implicancias tanto sociales como económicas que este lleva consigo, lo que no puede negociarse bajo ningún concepto al momento de tener a nuestros hijos, es el derecho a decidir y tener un trato cálido, humano y seguro tanto para la madre como para el bebé.
Con esta inquietud este año la ENCA (European Network of Childbirth Associations) promueve en distintos países del mundo del 19 al 25 de mayo la semana internacional del parto respetado, teniendo como lema central “Birth is Empowering” lo que en algunos países han traducido como “Parir es Poder”.
La idea fundamental es poder informar a través de tantas organizaciones como sea posible qué es el parto respetado, lo que entre otras prácticas contempla que la mujer pueda decidir en qué posición y acompañada por quien parir, el apego temprano con nuestro bebé, la promoción de lugares aptos para un parto más placentero en donde la Madre pueda transitar tanto su poder como vulnerabilidad de la forma más digna y protegida posible, e informarse además sobre las recomendaciones que la (OMS) Organización Mundial de la Salud ha impulsado con el fin de hacer respetar este fundamental derecho.
Nacimientos más gratos, dignos, humanos, pueden hacer la diferencia fundamental en como encaramos luego nuestra maternidad. Combatir la desinformación sobre la realidad de nuestros procesos, respetar las vulnerabilidades propias de un tránsito como el parto, para convertirlas en parte de nuestra más primitiva fortaleza, incluye el involucrarnos como familia en la concientización y transformación del paradigma que coloca a la mujer aislada de sus propias capacidades.
Libertad para elegir con quiénes y cómo tener a nuestro hijos con profesionales humanamente formados para acompañar este proceso, debe ser considerado por todos el primer eslabón en la creación de sociedades más sanas y humanas.
Por Mamá Periodista
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