Sin ser genial, Jenofonte es una polifacética figura del mundo antiguo y nos ofrece una visión de Sócrates diferente a la platónica.
Vástago de Grilo, habitante del demo ateniense de Erquia, Jenofonte nació en el 430 a.C. en el seno de una familia acaudalada. Como otros jóvenes de buenos recursos económicos, Jenofonte aprendió los secretos de la alta equitación. En el año 401, a instancias de su amigo Proxeno se alistó en la expedición de Ciro el Joven, quien tenía el plan de quitar del poder a su hermano Artajerjes II. Luego de la batalla de Cunaxa, la complicada circunstancia del territorio griego y el escape por entre los rumbos de Armenia con destino al Mar Negro, Jenofonte de animó a escribir sus experiencias en una obra memorable: la Anábasis.
Posteriormente, al lado de Argesilao quien comandaba las huestes espartanas, combatió en la batalla de Coronea, colocándose en contra de sus compatriotas, los habitantes de Atenas. Lo anterior derivó en su destierro de esta última ciudad. Sin embargo, esto no afectó mucho a Jenofonte, quien fue condecorado por los espartanos y de quienes recibió una vasta finca, como recompensa por sus hazañas bélicas, en las proximidades de Olimpia. En esta hacienda Jenofonte paso los mejores momentos de su existencia, dedicado a la agricultura, la caza, pero también, a la escritura, otra de su grandes pasiones. Jenofonte murió en el 354 a.C., un poco antes de que fallecieran Platón e Isócrates, con quienes compartió varias preocupaciones pedagógicas, políticas y de orden cívico.
Obra variada
Las obras de Jenofonte pueden ser ordenadas de en tres apartados diferentes: históricas, socráticas y didácticas. En el caso de las primeras, tenemos las Helénicas, la mencionada Anábasis y el Agesilao; las segundas incluyen, las Memorables, el Banquete y la Apología de Sócrates. Por último, en lo tocante a las obras didácticas, destacan la Ciropedia, Hierón, el Estado de los lacedemonios, los Ingresos, El Hipárquico, Sobre la Equitación, el Cinegético, el Económico, etc.
Imposible no ponderar un escrito como La Anábasis. Se trata de un estupendo relato acerca de las aventuras de Jenofonte cuando estuvo con los mercenarios griegos contratados para auxiliar a Ciro el Joven, en su tentativa por derrocar a su hermano Artajerjes. En este trabajo pueden hallarse numerosos detalles etnográficos y geográficos, así como también, una exposición de los asuntos militares de este episodio histórico del mundo antiguo. Todo lo anterior, esta descrito con una especial naturalidad y una perspectiva privilegiada, por haber sido Jenofonte protagonista de estas andanzas.
Un Sócrates sin Platón
Desde un enfoque filosófico, la obra más relevante de Jenofonte son sus escritos socráticos. Jenofonte durante sus años mozos, había conocido a Sócrates y si bien no había sido un discípulo regular suyo, siempre lo recordó con respeto y admiración. En Las Memorables, Jenofonte nos presenta una serie de episodios y diálogos socráticos, en donde el autor combina sus propias memorias con información extraída de los escritos de otros autores (entre ellos Platón). Es de subrayar las limitaciones filosóficas de Jenofonte, puesto que tendía a expresar las cosas desde una perspectiva moral simplemente práctica, sin preocuparse demasiado por la profundidad de sus planteamientos.
La Apología de Sócrates tiene la misma intención que la de Platón: reivindicar la figura del maestro ante sus acusadores y posterior condena mortal. Es un trabajo menor –comparado con el genial escrito de Platón-, aunque valioso para saber un poco más acerca de Sócrates. En este mismo sentido y valía, hay que colocar El Banquete, en donde Jenofonte nos presenta al maestro abordando temáticas acerca del amor espiritual y el sensual, y de diferentes aspectos de la conducta humana.
El Sócrates de Jenofonte es muy diferente al de Platón, puesto que nos lo expone más como un moralista que como un filósofo; más, sentencioso que irónico y dialogante y mucho más sencillo y humano, que el héroe intelectual con el cual Platón expresó muchas de sus propias doctrinas. En ello reside buena parte de la importancia de los escritos socráticos de Jenofonte: servir de espejo matizador y contraparte, a la visión platónica de la figura de Sócrates.
Figura polifacética
Por lo que se refiere a la figura de Jenofonte, fue una especie de filósofo-escritor aventurero, quien supo combinar su deseo de hazañas con una perspectiva bien definida de su entorno histórico y una voluntad de preservar los ideales helénicos con gallardía e inteligencia. En muchos aspectos, Jenofonte nos anuncia aspectos significativos del helenismo, en especial por su tendencia al individualismo; su esbozo de novedosas formas literarias (la novela y la biografía) y su interés por la pedagogía (manifiesta en sus obras breves sobre la economía o la equitación).
El ideal de la cultura que tiene Jenofonte se proyecta con relación a las virtudes y el deber del guerrero y del campesino. No hay lugar en este paradigma para la codicia y el egoísmo. Para Jenofonte es importante el esfuerzo que se desarrolle para alcanzar cualquier meta, así como también, la autenticidad y la sencillez de la vida natural: pondera una existencia sobria, simple y tradicional, abierta al esfuerzo y las penalidades. En varios puntos, Jenofonte también anticipa a la filosofía estoica: exhibe una permanente esperanza de superar las circunstancias más aciagas, teniendo el valor suficiente para afrontar el destino.
Finalmente, hay que describir el estilo literario de Jenofonte, como fresco, rápido, preciso, no exento de ironías y afectado solo por la excesiva longitud de algunos discursos, lastrados por innecesarios tópicos retóricos. Como quiera que sea es un narrador excelente, de expresividad nítida y claro en sus pensamientos. Sin ser genial, Jenofonte es una polifacética figura, de las más relevantes del mundo antiguo.
Por Jesús Ademir Morales Rojas
@jesusademir
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