Que un individuo posea el valor y la virtud de la lealtad es sin duda una de las cualidades más respetables, honorables y gratificantes que puede tener cualquier ser humano, en especial cuando se trata de una relación de pareja o de una amistad con el otro, ya que ayuda este sentimiento ayuda a mantener un gran lazo entre ambos y a generar confianza en el otro.
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Etimológicamente, la lealtad proviene del latín «legalis» y se traduce como la cualidad de ser respetuoso a las leyes establecidas.
En grandes rasgos, básicamente la lealtad se trata de cumplir -incluso cuando las circunstancias sean las más adversas y negativas- con lo que hemos prometido. Al este valor considerarse también como una virtud, es necesario que la misma se desarrolle directamente desde nuestra conciencia. Lealtad es sinónimo de nobleza, rectitud, honradez y honestidad, valores morales y éticos que permiten desarrollar fuerte relaciones sociales en donde se creen un vínculo de confianza muy sólido, y automáticamente se genere un gran respeto entre entos individuos.
Quien se opone a la lealtad es un traidor, y como todos sabemos los traidores terminan finalmente quedándose solos, ya que se pierde la confianza en esa persona y no se lo vuelve a valorar de ninguna otra manera. En respecto a lo mencionado, varios filósofos y pensadores han plasmado sus creencias sobre la lealtad para la historia:
«El erudito no considera el oro como un preciado tesoro, sino la la lealtad y la buena fe». Confucio
«Donde hay lealtad, las armas no sirven». Paulo Coelho
«La confianza se gana, el respeto se da, la lealtad se demuestra. La traición a alguna de las tres provoca perder todas». Autor desconocido
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Autor:
Yosue Díaz
