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El origen de la frase «Ser o no ser… esa es la cuestión»

El origen de la frase «Ser o no ser… esa es la cuestión»

Una frase que parece englobar toda la filosofía del ser humano en unas pocas palabras, se le ocurrió a uno de los más grandes poetas de la historia del mundo.

INTERESANTE

William Shakespeare, inicia un debate

“Ser o no ser, esa es la cuestión” es la primera frase del monólogo de Hamlet, una de las obras más famosas de Shakespeare. En unas cuantas frases, el escritor inicia un debate sobre cómo se debe afrontar la vida y el destino, apartando la tentación de las salidas fáciles y aceptando la realidad tal y como es.

El monólogo es uno de los más famosos del mundo y se conoce por ser un compendio de los sentimientos del ser humano cuando entra en etapas en las que requiere tomar decisiones pero duda de sus capacidades. Es uno de los soliloquios con mayor interpretaciones posibles, por lo que se volvió un clásico de la literatura.

¿Qué significa la frase?

En el contexto de la obra, Hamlet se encuentra en medio de una batalla emocional sobre la vida y la muerte, pues esta terriblemente afectado por la muerte de su padre: el rey de Dinamarca.

La frase engloba la duda sobre cómo se pueden aceptar los caminos del destino por más crueles que puedan ser sin derrumbarse emocionalmente. Durante su monologo, batalla consigo mismo sobre la importancia de la vida, la tentación de entregarse eternamente a la muerte y la cobardía de los hombres.

Aquí tienes el monólogo completo:

 Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?… Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir… y tal vez soñar. Sí, y ves aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos. Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga. ¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que recibe pacífico el mérito de los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios? Cuando el que esto sufre, pudiera procurar su quietud con sólo un puñal. ¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando, gimiendo bajo el peso de una vida molesta si no fuese que el temor de que existe alguna cosa más allá de la Muerte (aquel país desconocido de cuyos límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan; antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento? Esta previsión nos hace a todos cobardes, así la natural tintura del valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia, las empresas de mayor importancia por esta sola consideración mudan camino, no se ejecutan y se reducen a designios vanos. Pero… ¡la hermosa Ofelia! Graciosa niña, espero que mis defectos no sean olvidados en tus oraciones.

Por Mary Villarroel Sneshko | @Vivodesorpresas | Culturizando
Con información de Hamlet

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