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'One Battle After Another': Entre la épica, la vulnerabilidad y la comedia involuntaria

‘One Battle After Another’: Entre la épica, la vulnerabilidad y la comedia involuntaria

Conoce todo lo que debes saber sobre «One Battle After Another» de Paul Thomas Anderson, protagonizada por Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Benicio Del Toro, entre otros, antes de su estreno en cines el 26 de septiembre.

Hay conversaciones que se sienten como parte de la película. No porque alguien se quede en personaje o porque los actores improvisen escenas para la prensa, sino porque los comentarios, las bromas y hasta las pausas cargadas de complicidad exponen el espíritu de la obra que defienden. Eso ocurrió con el equipo de One Battle After Another, la más reciente epopeya de Paul Thomas Anderson, quien reunió a un elenco que va de Leonardo DiCaprio a Sean Penn, pasando por Regina Hall, Benicio Del Toro y Teyana Taylor. Lo que quedó claro, más allá de las anécdotas de rodaje, es que esta no es una cinta cualquiera: es un ejercicio de fe en el cine como experiencia compartida, en la imperfección como motor dramático y en la comedia como grieta por donde se filtra la verdad.

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Paul Thomas Anderson: del caos a la melodía

El primero en hablar fue Paul Thomas Anderson, que recibió la ovación inicial con la mezcla de timidez y mordacidad que lo caracteriza. Contó que el proyecto llevaba más de veinte años dando vueltas en su cabeza, “no porque estuviera perfeccionándose”, dijo, “sino porque siempre sentía que le faltaba una pieza más”. Esa pieza apareció en medio de cenas improvisadas con Benicio Del Toro o en ensayos con Leonardo DiCaprio y Chase Infiniti.

Anderson describió la filmación como un proceso de descubrimiento constante: comenzar en una cabaña diminuta con apenas cuatro personas y terminar rodando persecuciones en el desierto con helicópteros, cámaras VistaVision y un ejército de especialistas. Pero lo que más llamó la atención fue su franqueza al admitir que las escenas de acción “son más aburridas de lo que parecen”. Para él, la verdadera intensidad está en una mesa de cocina, en un diálogo íntimo donde se decide la dirección emocional de la historia.

También insistió en algo que repetiría el resto del elenco: la libertad. A diferencia de otros directores-escritores que se aferran al guion como un dogma, Anderson prefiere que el texto respire. “Lo divertido es llegar con un plan y dejar que los actores lo traicionen”, confesó. Esa flexibilidad es la que permitió que DiCaprio, Penn o Taylor encontraran tonos inesperados para sus personajes.

Leonardo DiCaprio: el antihéroe que no recuerda su contraseña

Cuando Leonardo DiCaprio tomó el micrófono, la sala se tensó. Siempre hay un halo de expectación cuando habla: no solo por su estatus de estrella, sino porque suele elegir con precisión quirúrgica cada proyecto. Explicó que lo que lo convenció de sumarse fue “la humanidad del personaje”. Bob Ferguson no es un héroe convencional, sino un padre en ruinas, incapaz de conectar con su hija, incapaz incluso de recordar la contraseña de la operación que debería salvarlo.

“Eso me pareció brillante”, dijo, “que se construya un héroe a partir de un hombre que no deja de fracasar, pero que insiste en avanzar para proteger a su hija”. Mencionó que en su cabeza rondaban dos fantasmas: The Dude de The Big Lebowski y el Sonny de Pacino en Dog Day Afternoon. Un antihéroe torpe, desaliñado, movido más por la desesperación que por la gloria.

Lo interesante es cómo DiCaprio habló del rodaje como un viaje compartido con Chase Infiniti, la joven actriz que interpreta a Willa. “Paul no hace audiciones, hace cenas”, bromeó. Fue en esas cenas, improvisaciones y “karate lessons” donde padre e hija empezaron a existir. “No arrancamos con una familia feliz en una cabaña idílica; arrancamos con un padre borracho y una hija que ya asumió el rol de madre. Ese es el corazón de la película”.

Además, DiCaprio aprovechó para hacer un alegato que sonó casi a manifiesto: pidió que la gente vea la película en cines. “Todo en One Battle After Another está diseñado para el ritual colectivo: la VistaVision, la música, los paisajes. No es contenido para consumir, es una experiencia para compartir con desconocidos en una sala oscura. Eso es lo que necesitamos defender”.

Sean Penn: bailar con la música del guión

Si DiCaprio ofreció la mirada más emocional, Sean Penn fue el encargado de recordar que detrás del drama hay un juego. Su personaje, el Coronel Lockjaw, es un villano tan rígido que parece a punto de estallar en cada escena. El actor explicó que su aproximación fue casi musical: “cuando leí el guion, escuché una melodía. Y mi trabajo fue bailar con esa música, aunque a veces pareciera un baile torpe”.

Penn se detuvo en la relación con Teyana Taylor, con quien comparte escenas de confrontación física. La describió como “fiera, intuitiva, capaz de convertir un accidente en un momento brillante”. Esa misma espontaneidad, dijo, es la que hace que trabajar con Anderson se sienta como un deporte: uno entra a la cancha, improvisa jugadas, se equivoca, y el director sabe cuándo dejar pasar la pelota o cuándo aprovecharla.

No faltó el sarcasmo: cuando le preguntaron por el mayor reto del rodaje, respondió “el room service en Anza-Borrego”. Una broma que sintetiza su estilo: convertir la queja mínima en chiste y al mismo tiempo aligerar la solemnidad de la conversación.

El resto del coro: Hall, Taylor, Del Toro e Infiniti

Aunque el foco estuvo en la tríada Anderson–DiCaprio–Penn, los demás también aportaron perspectivas reveladoras. Regina Hall habló de su rol como “ancla emocional”, un personaje silencioso que sostiene a los demás en medio del caos. Teyana Taylor explicó cómo se inspiró en la canción “Perfidia” para construir a su manipuladora Beverly Hills, un personaje que oscila entre la supervivencia y el autoengaño.

Benicio Del Toro, fiel a su estilo, resumió su papel en una frase: “soy un fan”. Dijo que actuar junto a DiCaprio y Penn era un sueño cumplido, y que su personaje, el Sensei Sergio, funciona como “olas de mar” frente a la ansiedad del protagonista. Y Chase Infiniti, la debutante, confesó que la experiencia fue como “un evento deportivo”: agotadora, exigente, pero profundamente formativa.

El regreso del espectáculo cinematográfico

Más allá de las anécdotas, lo que emergió de la rueda de prensa fue un discurso unificado: One Battle After Another no es solo una película de acción ni un drama familiar. Es un testamento al poder del cine para mezclar tonos —la comedia, el absurdo, la tragedia— y para invitar al público a volver a la sala.

DiCaprio lo dijo con claridad: “en una era donde todo se fragmenta en pantallas pequeñas, necesitamos defender el cine como experiencia compartida”. Anderson reforzó esa idea explicando las virtudes de la VistaVision: “es 3D sin gafas; es ver a un actor en primer plano y sentir que está en tu sala, o ver una persecución y sentir que estás dentro del coche”.

La imperfección como épica

Al final, One Battle After Another se perfila como una película que rechaza el heroísmo fácil y apuesta por la imperfección como motor narrativo. Un padre que no sabe qué hacer, un coronel que se mueve al borde de la parodia, una familia improvisada que se forma entre persecuciones y discusiones.

La rueda de prensa confirmó que, más que un producto terminado, la película es un proceso: de escritura abierta, de improvisación colectiva, de música que guía a los actores como partituras invisibles.

En un tiempo donde el cine busca fórmulas seguras, Anderson, DiCaprio, Penn y compañía recuerdan que la épica también puede nacer de un hombre incapaz de recordar su contraseña, de una hija que se convierte en madre, o de un villano que camina como si llevara siglos cargando su furia.

Ese es el verdadero campo de batalla: el del arte que no teme mostrarse frágil, contradictorio, pero que insiste en seguir adelante, como Bob Ferguson, paso tras paso, una batalla tras otra.

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