Febrero 10, 2017

De muerte, decepción y vecinos misteriosos

De muerte, decepción y vecinos misteriosos

Por Omar G. Villegas |

1.     Dicen que al morir haces un repaso veloz de tu vida. Que emergen los recuerdos trascendentales. No sé. De pronto no lo creo así. Imagino que la muerte, como cada instante que vivimos, está marcado por el presente: por las personas que están cerca en ese instante, por los recuerdos vividos hace poco, por las preocupaciones frescas, por las emociones aún palpitantes. Quizá no se trate ni de las personas, acontecimientos o sensaciones más relevantes de toda una vida. Tal vez se tenga la suerte de estar junto al único amor o quizá nos golpee el agobio de que el cesto de ropa sucia se quedará lleno. El presente marcará nuestro ocaso y pues, al fin de cuentas, qué importa en lo que se piense antes de morir: será definitivo porque será lo último y, en esa medida, deviene extraordinario e irrepetible.

2.     Ya tengo la edad suficiente para no ilusionarme de primera instancia. Para anticipar las trampas que hay detrás de las promesas y las intenciones. Para desenmascarar las frases huecas, los te quiero vacíos, los estoy bien falsos. Para saber cuando alguien juega a jugar contigo. Para descifrar las sonrisas perversas y los comentarios en voz baja. Para manejar mis deseos hechos añicos. Para sacudirme el polvo en el que se convierten. Pero eso no evita que cada vez me sienta un poco más decepcionado. Imaginarán ya el tamaño de mi decepción.

3.     Los vecinos son un misterio. Sobre todo en estos tiempos urbanos en los que nadie se relaciona con nadie de manera cercana. No obstante, a veces no se necesita convivir para intuir la vida de los demás, aunque se puede caer en equivocaciones. Yo, por ejemplo, desde mi ventana vi un tiempo el departamento de enfrente. No tenía cortinas. Llevaba meses vacío hasta que lo volvieron a ocupar. Los últimos inquilinos fueron unos asiáticos que no hablaban con nadie ni saludaban. Un hombre desgarbado que se la pasaba en casa frente a la computadora viendo videos de YouTube. Con él vivían dos mujeres menudas y pálidas que andaban todo el tiempo cabizbajas y nerviosas. Ellas sí salían, medianamente arregladas. Parecía que a trabajar. Sólo a eso. El resto del tiempo se la pasaban limpiando el pequeño apartamento y cocinando. No tenían televisión. Dormían temprano. Nunca oían música. Una mañana corrí las cortinas y vi que habían vaciado todo. Se habían ido. Sin avisar, sigilosos, herméticos. Con su historia a cuestas.

 

Omar G. Villegas | Twitter: @omargvillegas |

Omar G. Villegas (Ciudad de México, 1979). Periodista. Ha ejercido el periodismo cultural y de espectáculos en los diarios Reforma, El Universal, La Crónica de Hoy, El Día y, actualmente, en la cadena Tv Azteca, donde también es guionista. Ha colaborado en revistas como ¡Quién! y DEEP, y en el portal The Huffington Post. Ha publicado narrativa breve en su blog Memorias Consustanciales y ensayos en revistas electrónicas especializadas de México, España y Suramérica como Imágenes del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es profesor de Periodismo en la Universidad Iberoamericana. Autor del libro de relatos breves “El jardín de los delirios” (Textofilia, 2012). Egresado de periodismo de la UNAM. Estudió la maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Salamanca, España, con beca de la Fundación Carolina, y la maestría en Historia del Arte en la UNAM.

Foto: Vecinos / Shutterstock

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