Para producir un kilo de carne de ternera se gastan 13.000 litros de agua. Para un kilo de hortalizas, no llega a 40 litros. La diferencia es notable, especialmente de cara al 2050, cuando lo efectos del cambio climático se sentirán con mayor crudeza, especialmente en los recursos hídricos.
Un grupo de científicos y economistas ha alertado de las “profundas consecuencias” que tendrá el cambio climático en la producción y el comercio internacional de alimentos. Todo ello se recoge en un reciente estudio llevado a cabo por Betway.
La agricultura es muy dependiente de las condiciones meteorológicas locales y puede ser muy sensible a los cambios del clima en lo sucesivo.
Ello se suma al rápido aumento de la demanda mundial de alimentos para hacer frente al crecimiento de la población y de los niveles de ingresos. Reducir el consumo de productos de origen animal en la dieta humana tiene el potencial de ahorrar los recursos hídricos necesarios para alimentar a 1 800 millones de personas a nivel global.
En este sentido, tendremos que acostumbrarnos a comer carne de res en menor cantidad. Porque no es sostenible, la huella hídrica que deja no nos la podemos permitir. Tendremos que optar por buscar las proteínas de origen animal en nuevas especies, como los insectos, que van llegando poco a poco. O en las carnes hechas en laboratorio, hacia allá apuntan los científicos y expertos.
Los alimentos de origen vegetal son otra oportunidad, de hecho, siguen guardando los grandes secretos nutricionales, vamos encontrando que tal alga o tal legumbre tienen unas propiedades nutricionales que no conocíamos.
Otro tanto podría suceder con la carne de laboratorio. La “carne sintética o cultivada” es un producto que se crea en ambientes controlados, bajo estrictas medidas de seguridad.
Los científicos extraen las células originales de una parte del cuerpo del animal -sin necesidad de matarlo- y las multiplican -pretenden que hasta el infinito- para llegar a producir carne animal. Por lo tanto, no proviene directamente del cuerpo de un mamífero u ovíparo, sino que es un tejido artificial que nunca ha formado parte del animal y proviene del cultivo de las células musculares extraídas previamente.
Por el momento, este tipo de carne no está disponible en el mercado, pero se está investigando en varios países, entre ellos EE UU, Israel, Países Bajos y Japón. Lo que se ha conseguido hasta la fecha es desarrollar productos cárnicos como hamburguesas o nuggets de pollo. La carne cultivada abrirá todo un mercado y ya varias firmas se están anotando para desarrollarla.
De cualquier forma, el futuro no parece que vaya a ser barato, y lo más probable es que persista, como ahora, un doble sistema alimentario en función de las posibilidades económicas. Uno para ricos y otro para pobres.
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