Pónganse a Leer | “Desde la figura del padre se abre un delta de posibilidades de identificación ya sea por afirmación o por negación, la relación que tenemos con nuestro progenitor define mucho de lo que somos y a pesar de su supuesta importancia en la vida familiar y social, la figura del padre ha recibido menos atención que la madre en la literatura”.
Y lo que les he referido al inicio de este episodio refleja un hecho curioso que despierta mi mente y me pone a volar. Según la página definición.com un padre es “un varón o macho que ha engendrado o que ha adoptado una función paternal”
Es decir que no necesariamente tiene que haber una relación biológica entre ese varón que engendró, también hay padres porque se asume esa responsabilidad.
Sobre la figura del padre se han tejido un montón de teorías y hay un sinfín de símbolos que le representan, por ejemplo para los creyentes de alguna de las religiones monoteístas, el Padre es Dios, llámenlo como lo llamen, que es el creador y protector.
Los romanos por ejemplo tenían al pater familias que era un ciudadano independiente, que ejercía la autoridad en la casa; que siempre era varón, y tenía bajo su control que el patrimonio, es decir todos los bienes y personas que pertenecían a la familia o a esa casa.
Alejandro Ávila Espada, en un trabajo titulado “La paternidad desde el punto de vista relacional. Sobre el nacimiento del padre”, publicado en la revista clínica e investigación relacional en abril de 2019, cita un estudio realizado con 103 varones en espera de ser padres, y resultó que de esos futuros padres, los que sentían una conexión con una figura paterna cálida en su niñez, y esa conexión los hacía más capaces de afrontar las vicisitudes de la paternidad, e implicarse emocionalmente con sus parejas durante el embarazo, ahora los que habían crecido con la carencia del padre, desarrollaban el llamado “anhelo de padre”, se mostraban mucho más ambivalentes ante el embarazo de sus parejas. El estudio clínico apuntó que la expectativa de paternidad se reactualiza, y las experiencias relacionadas con la figura paterna, hacen que los futuros padres proyecten en sus retoños sus expectativas de ambivalencia.
La paternidad en la literatura
Como ya mencioné al inicio la figura y la función del padre no ha sido tan notoria en la literatura como la de la madre, si yo les digo ahora mismo que piensen en una madre literaria, seguro que saltan un montón de nombres a sus mentes, pero hagamos el mismo ejercicio con una leve modificación, cierren los ojos en este momento y piensen en los padres literarios, piensen en buenos padres que aparezcan en los libros.
Verdad que la lista de nombres fue menor que con las madres. Considero que las madres generan más empatía porque su figura se asocia a sentimientos de protección, ciudadano y amor y cuando uno habla de mujeres que son madres se imagina que son capaces de cometer las más grandes proezas para defender a sus retoños, por ejemplo en el episodio 1 de esta segunda temporada hablamos de la Biblia y ahí en cada dos libros nos topamos con una de estas madres coraje, bueno luego está la gran madre, pero en el caso de los padres, tenemos a Dios, pero más allá de Él la figura paternal está desdibujada, ojo y esto no solo en los libros, también en otras expresiones artísticas como el cine, si recordamos aun padre bueno seguro que será Chris Gardner de “En busca de la felicidad” o Guido de “La vida es bella”.
La función paterna constituye un epicentro crucial en la estructuración psíquica de un sujeto, porque esta función es la que permite vehiculizar al significante fálico que es lo que separa a la madre del hijo.
A lo largo de los siglos de literatura hemos visto que la función del padre, se presenta como un soporte simbólico que imposibilita el incesto, porque permite la entrada de un nuevo sujeto al núcleo familiar y con ese ingreso entra elementos nuevos en la cultura social y se enriquece.
Top 5 de buenos padres
Siguiendo la bonita tradición de Pónganse a Leer me tome la libertad, muy arbitrariamente, de hacer mi propia lista de buenos padres y así echando mano de mi diario de lectura me reconecté y reencontré con estos 5 caballeros que no solo son una parte fundamental en sus historias, sino que esa importancia viene dada también por la forma en la que ejercieron su paternidad.
5.- El padre de “El hijo” de Horacio Quiroga
Esta es una historia conmovedora y profundamente triste, ¿qué pasa aquí? – en un día veraniego en Misiones, un padre advierte a un hijo que lleva una escopeta y sale a la selva, se hunde en la selva y el padre vuelve a sus labores, en este momento el padre entra en reflexión sobre su hijo, un niño de 13 años que ya es capaz de cazar, es un niño seguro a pesar de que ha sido criado por un padre viudo que alucina constantemente con la muerte del niño, el padre escucha de repente una detonación en el monte y no le da importancia, pasa el tiempo y el muchachito no regresa, el padre intenta distraerse y pensar que nada malo ha pasado, pero recuerda que solo escucho un disparo (solo uno) y se interna en la selva, y ve el cuerpo en cualquier rincón, siente que si lo llama al no recibir respuesta sabrá que el niño ha muerto, el hombre ya con las fuerzas agotadas divisa al chamo, corre hacia él.
En este cuento Quiroga relata un hecho único, y va describiendo cada segundo, esta narración está cargada de emocionalidad, mientras lo leemos sentimos el orgullo de ese padre que ha pasado por momentos y situaciones duras y dolorosas pero que hace de tripas corazón por su hijo, para darle una vida alejada de la fatalidad.
El personaje central es este padre que vive por y para su hijo y que Quiroga magistralmente nos permite sumergirnos en su psique de manera paulatina hasta que nos damos cuenta de que lo que este hombre piensa no está anclado en la realidad. Esto es oro molido.
4.- José Arcadio Buendía de «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez
Cien años de soledad es la obra máxima de García Márquez, es el texto con el que se consagró como escritor y es un pilar fundamental de la literatura latinoamericana, es la obra clave del realismo mágico. Resulta difícil pensar en una obra escrita por un escritor suramericano que haya tenido el alcance de cien años de soledad, Gabo se muestra como un narrador insuperable.
Cuando a Gabo le dieron el nobel, lo hicieron “por sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real se combinan en un mundo ricamente compuesto de imaginación, lo que refleja la vida y los conflictos de un continente” y eso es lo que hay en cien años de soledad, la historia de Latinoamérica a través de Macondo.
José Arcadio es el patriarca de la familia Buendía y es también el fundador de Macondo, el pueblo mágico donde se desarrolla la historia. Cuando tenía 19 años José Arcadio se casó con su prima Úrsula Iguarán. Y de ese matrimonio nacieron tres hijos: José Arcadio, Aureliano y Amaranta, y la hija adoptiva Rebeca.
Este padre tiene un carácter fuerte, una voluntad indoblegable, y una gran fortaleza física. Mientras la novela avanza nos damos cuenta también que es un soñador, que constantemente tiene ilusiones extravagantes, es un hombre sumamente curioso, le interesan las ciencias y la alquimia.
Es un padre idealista y aventurero que se siente que debe enseñarles a sus hijos todo aquello que enriquezca su mete, los guía y los insta a ser curiosos. es un tipo cariñoso y bueno por naturaleza, aunque hizo algo no muy bueno en el pasado y eso le pasa factura, porque al sentir que el fantasma de Prudencio Aguilar lo persigue y hostiga, José Arcadio se va y abandona a su familia.
La muerte de José Arcadio Buendía desencadena una lluvia de flores amarillas durante toda la noche. Esto es poesía gente, es una belleza.
3.- El padre de «La Carretera» de Cormac McCarthy
Esta obra arropa a al lector, al punto de sumergirlo en la trama tratando de sobrevivir junto a los personajes, después del cataclismo que consumió a la tierra.
La Carretera es un relato desgarrador, en el que el instinto de supervivencia del ser humano es un personaje más en la obra, es una novela muy hermosa en la que se refleja la relación entre un padre y un hijo, que se encuentran en un mundo que ha sido víctima de un apocalipsis, aquí no quedó nada, hasta los árboles se han convertido en cenizas.
Este padre protege a su hijo, pero lo hace poniendo limites, porque este hombre es consciente de que no será eterno, y quiere que el hijo aprenda a defender solo, lo acompaña en el camino.
Hay un episodio en el que ambos hablan sobre la muerte, y se presenta un dialogo muy íntimo, el niño le pregunta al padre ¿qué harías si yo muero? y el papá le responde que morir el también para poder estar juntos. No se trata de un tema de relación de dependencia, sino de la conciencia de saberse ser el todo y el uno para el otro.
2.- Atticus Finch de «Matar a un ruiseñor» de Harper Lee
Matar a un ruiseñor es probablemente uno de los libros más importantes de la historia de la literatura, la obra que presenta de manera conmovedora y encantadora una historia que en esencia muy cruda.
Atticus es el padre perfecto, es un arquetipo en sí, cuida a sus hijos de manera excepcional, está pendiente de ellos no solo en las obligaciones básicas, sino también está muy preocupado en que sus hijos se conviertan en gente de bien, todo lo que hace lo hace con la intención de que sus hijos se conviertan en adultos empáticos y solidarios.
La novela nos traslada a un pueblo de los Estados Unidos, un pueblo ficticio que se llama Maycomb, ahí una niña llamada Scout Finch, hija de Atticus, está a punto de empezar su primer año de escuela y de repente sucede un acontecimiento que cambia la vida de todos, acusan a un hombre negro de haber violado a una mujer, Atticus toma su defensa, intenta mantener la compostura y hacer entrar en razón a un pueblo cegado por los prejuicios raciales y la ignorancia.
Los personajes más jóvenes vivirán la perdida de la inocencia y tomaran conciencia de la maldad humana, pero ahí está Atticus para recordar que todavía queda gente buena en el mundo, capaz de luchar por la justicia, trasmite valores como la compasión, la misericordia y la solidaridad.
Harper Lee se ganó el Pulitzer por esta novela en la que nos regaló a una de las figuras paternas más icónicas de la literatura, un padre íntegro y amoroso.
1.- Héctor Abad Gómez de “El olvido que seremos” de Héctor Abad Faciolince.
El olvido que seremos es una novela estremecedora, es sensiblemente testimonial.
El doctor Héctor Abad Gómez fue un pionero en el campo de la salud pública en Colombia y defensor incansable de los derechos humanos, en una oportunidad les grito a los concejales “asesinos”, porque no habían resuelto el problema de un acueducto para que llegara agua potable a una comunidad muy pobre, y a gente se estaba muriendo porque se enfermaba con el agua contaminada que consumían, aquello hizo que los políticos resolvieran el asunto, pero lo puso en la mira de todos.
Lo asesinaron el 25 de agosto de 1987, un par de sicarios descargaron sus armas sobre él cuando estaba entrando al velorio de un líder gremial de los maestros que habían matado ese mismo día.
Este es un padre modelo, un ejemplo de hombre, que también predicando con el ejemplo le enseño a sus hijos el valor de la responsabilidad y la importancia de preocuparse por el otro, en el libro se refleja fielmente la personalidad del padre desde la mirada admirada de un hijo que le ama. Lo llamaban “el apóstol de los derechos humanos”.
Es un padre firme en sus convicciones, dedicado cultivo de rosas, que el mismo sembraba en su jardín. Un padre ejemplar y cercano.
El título de este libro, por cierto está tomado del soneto “Aquí, hoy” de Jorge Luis Borges, resulta que Héctor Abad Gómez cuando fue asesinado llevaba un trocito de papel con el primer verso del soneto que dice:
“Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y que no veremos”…
«El olvido que seremos» es una obra intimista y autentica, que traduce el amor y la devoción que le genera su padre.
Bonus Track
Se quedan varios padres fuera del top pero que merecían estar aquí, como Jean Valejan de “Los Miserables” que adopta a Cosette y la protege de todo mal; Vito Corleone de “El padrino” que será un crápula pero es buen padre y no lo podemos negar; el Señor Emerson de “una habitación con vistas” que es entrañable, y seguro que ustedes están pensando en un montón que yo ni nombré, pero hay uno que es por lejos uno de los padres más empáticos, amorosos, comprensivos e inspiradores de la literatura, el profesor Perlman, el papá de Elio en “llámame por tu nombre”.
Este padre llegado al final del libro, en una conversación con su hijo pronuncia un monologo que dice:
“Ustedes han tenido una hermosa amistad. Quizá algo más que una amistad. Y te envidio. La mayoría de los padres esperan que todo pase o rezan para que sus hijos se recuperen pronto. Yo no soy un padre así. Si hay dolor, aliméntalo. Si hay una llama, no la apagues, no seas cruel con lo que sientes. Nos despojamos de tanto con tal de curarnos lo más rápido posible, que acabamos rompiéndonos a los 30 años. Cada vez tenemos menos que ofrecer cuando empezamos con alguien nuevo. Nuestros corazones y cuerpos se nos regalan una vez en la vida. Antes de que te des cuenta, tu corazón ya está gastado. Y llegará un punto en que nadie querrá mirar tu cuerpo. Menos aún acercarse a él. Ahora sientes tristeza, dolor, pero no lo mates, ni con ello el placer que has sentido”.
Despedida
En la literatura como en la vida hay padres amorosos, divertidos, empáticos, responsables, sacrificados, curiosos, despistados, abnegados, éticos y honorables, también los hay que son la antítesis de estas características, pero yo no voy a hablar de esa gente hoy, no me provoca y ya se nos acabó el tiempo, nos agarró el sereno y yo sigo aquí parloteando.
Gente me despido y para seguir con la tradición lo hago con la esperanza de haberles picado la curiosidad y que si aún no han leído estas historias vayan todos corriendo a saciarse con estas obras que presentan una forma de ejercer la paternidad que a mí me cautivó. Si ya leyeron alguno, por favor no duden en echarme sus cuentos, háganlo a través de mis redes sociales @pedrocedenoa en Instagram y twitter y a través de @culturizando que hace posible que este podcast llegue a ustedes.
Nos volveremos a encontrar en este espacio para hacer apología de la lectura y compartir sobre libros, autores, poetas y géneros literarios, los dejo pero les recuerdo la consigna, Pónganse a Leer.
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