Gustavo Adolfo Bécquer fue un poeta español, cronológicamente, el último de los poetas románticos. Nacido en Sevilla el 17 de febrero de 1836 y fallecido en Madrid un 22 de diciembre de 1870, Bécquer fue un poeta esencialmente lírico, y su poesía tiene el encanto y la íntima dulzura de lo que nace espontáneamente del corazón, descartando lo artificial, lo exagerado.
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Huérfano a los 11 años, Bécquer fue fuertemente influenciado por su hermano pintor, Valeriano. Se mudó a Madrid en 1854 en busca de una carrera literaria, y desde 1861 hasta 1868 contribuyó al periódico El Contemporáneo y otras publicaciones periódicas. Preocupado por un matrimonio infeliz y dificultades financieras, Bécquer recibió elogios solo después de su muerte por tuberculosis a los 34 años.
La poesía de Gustavo Adolfo Bécquer explora temas del amor, particularmente en relación con la desilusión y la soledad, y los misterios de la vida y la poesía. En marcado contraste con el estilo retórico y dramático del período romántico, el lirismo de Bécquer, en el que predomina la asonancia, es simple y espacioso.
Entre sus obras más destacadas están:
Libro de los gorriones (1868)
Cartas literarias a una mujer (1860)
Cartas desde mi celda (1864)
Obras completas (1871)
Historia de los templos de España (1857)
El miserere (1862)
Algunas de las mejores frases de Gustavo Adolfo Bécquer
«Si pudiera hacerse la disección de las almas, cuantas muertes misteriosas se explicarían.»
«Dices que tienes corazón, y sólo lo dices porque sientes sus latidos; eso no es corazón… Es una máquina que al compás que se mueve hace ruido.»
«Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso… ¡Yo no sé que te diera por un beso!»
«El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada.»
«Y el pensamiento es necesario ejercitarlo, se debe cada día y de nuevo y de nuevo pensar, para conservar la vida del pensamiento.»
«¿A qué fingir el labio risas que se desmienten en los ojos?»
«El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo.»
«Como se arranca el hierro de una herida su amor de las entrañas me arranqué, ¡aunque sentí al hacerlo que la vida me arrancaba con él!»
«Todo es mentira: la gloria, el oro. Lo que yo adoro sólo es verdad: ¡la Libertad!»
«Como en cuna de nácar que empuja el mar y que acaricia el céfiro, dormir parecía al blando arrullo de sus labios entreabiertos.»
«¡Qué hermoso es ver el día coronado de fuego levantarse, y a su beso de lumbre brillar las olas y encenderse el aire!»
«Como en un libro abierto leo de tus pupilas en el fondo.»
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Autor:
Daniela - culturizando.com
