Por Pónganse a Leer | “…Las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua”.
Si ustedes leyeron Rayuela, la monumental obra del gigante Julio Cortázar, seguro que habrán identificado un trocito del Capítulo 7 de la novela de la Maga y Oliveira, en donde Cortázar describe el acto del beso, con un erotismo superlativo y sofisticado.
¿Qué es la literatura erótica?
La literatura erótica, es esa que comprende los textos, que guardan una relación directa o indirecta con temas relacionados con el sexo y el erotismo.
El erotismo es: una exaltación del amor físico en el arte, también es el carácter que le damos a lo que excita al amor sensual.
Cuidado, porque erotismo no es lo mismo que pornografía, hay una línea delgada entre ambos, la frontera entre estos géneros la encontramos en la forma explícita con la que se narran las escenas sexuales.
En la literatura erótica, los autores son unos especialistas en el uso de metáforas y otros recursos para echarnos el cuento de un encuentro sexual, sin llegar a la explicites, nos van provocando y metiéndonos en la sensualidad del momento y logran a veces hasta reacciones corporales en los lectores.
Características
¿Cómo sabremos si lo que estamos leyendo es un texto que forma parte de las producciones eróticas? Porque no todo lo que usted lee y cree que le calienta, es literatura erótica, hay unas características que son comunes en las obras sensuales.
Por ejemplo, en los textos eróticos, el autor destaca con énfasis las potencialidades del deseo, hasta donde pueden llegar los protagonistas de las escenas en el ejercicio de las prácticas que se originan a partir de la pasión, las formas de la sexualidad van mucho más allá de acciones meramente corporales, y el derecho al placer que tienen los personajes se consuma siempre, aquí no queda nada a medias.
Otra característica es que siempre, la ejecución de estas acciones de corte pasional, suponen una transgresión moral, son irreverentes a tal punto que la liberación de tabúes y prejuicios se enfrentan con el puritanismo religioso y social; esto no es para pacatos, aquí los personajes están dispuestos a dar rienda a sus deseos sexuales más sensuales y llegan hasta la promiscuidad.
En la literatura erótica, se moviliza el imaginario del lector y se activa la capacidad de fantasear cada uno de nosotros. En estas obras, la mente forma parte de la experiencia, porque permiten que se completen las escenas, a partir de los instintos sexuales más escondidos y lúdicos del lector. Una novela erótica activa la imaginación.
El erotismo, es como una metáfora del amor, aquí, el amor toma forma de sensualidad, de provocación, de excitación.
Breve repaso por la literatura erótica
Desde que el mundo es mundo, y el hombre anda pululando por ahí, los seres humanos hemos sentido una necesidad de contar, narrar y registrar nuestras andanzas, en todos los sentidos, en el erótico también, de manera que, en la antigüedad, se relacionaba al erotismo, con una unión entre lo terrenal y lo divino. Así son frecuentes las alusiones a los dioses y los cultos a la fecundidad. Habitualmente son obras que recogen posturas sexuales, poesía y obras teatrales. Además de tratar el tema de la homosexualidad y la heterosexualidad, son frecuentes las referencias al sexo oral y al lesbianismo.
Cerca del 1500 a.C. los antiguos egipcios registraron lo que conocemos hoy como la primera revista para caballeros del mundo, resulta que en Deir El-Medina, encontraron a principios del siglo XIX, un papiro que conocemos hoy como el papiro de Turín (reposa en el Museo egipcio de Turín), en el que encontramos algunas escenas sexuales, 12 para ser exactos, en los que se retratan las destrezas de las prostitutas egipcias, que era expertas en las artes de la cama, pero también tocaban instrumentos musicales y también bailaban con gracia.
Este papiro mide 260 cm por 25 cm y se divide en dos partes. La primera es un texto de corte satírico y humorístico, con dibujos de figuras antropomórficas; y luego la segunda, que es la parte que nos interesa, es la sección erótica, en la que se narran diferentes escenas sexuales.
El texto hace apología del goce y el disfrute, en alguna de las páginas se lee “ven detrás de mí con tu amor, ¡oh Sol! Has encontrado mi corazón exaltado, ejercita mi deleite”.
La calidad de los dibujos es muy alta, por lo que los especialistas han dicho que su dueño seguro que era un caballero acomodado. Una curiosidad de la obra es que, en los dibujos, los personajes masculinos se ven bajitos, calvos, barrigones y, por otra parte, las mujeres son todo lo contrario, se les ve gráciles, bellas, y sensuales en sus formas.
“El Cantar de los cantares”, que le atribuimos al rey Salomón, el hijo de David, encontramos a una parejita de lo más peripuesta que de manera sutil y grácil expresan su amor, y el sexo evidentemente.
En la Grecia clásica, hay un montón de poemas eróticos, como los de Safo de Mitilene, más conocida como Safo de Lesbos, en los que la poetisa nos hace cómplices de las relaciones de corte intimo que sostenía con diversas mujeres y hombres.
La obra de Safo, fue muy bien valorada por sus contemporáneos, en la Atenas del siglo V a.C. se leía con entusiasmo, llegó a Roma en donde le honraron con bustos y alabanzas, Safo fue la poetisa más traducida y más imitada de la antigüedad clásica. Inspiró la obra de autores como Platón, Catulo, Byron o Rilke.
Una muestra la tenemos en el siguiente poema:
“De ella ver quisiera su andar amable
Y la clara luz de su rostro antes
Que a los carros lidios o a mil guerreros
Llenos de armas…
La luna luminosa huyó con las Pléyades.
La noche silenciosa ya llega a la mitad
La hora ya pasó y en vela sola en mi lecho,
suelto la rienda al llanto sin esperar piedad”.
En la edad media, los valores religiosos y la moral cristiana imperaban, pero la gente igual registraba sus tropelías, así llegamos a una de las obras fundamentales de las letras, el erótico “Libro del Buen Amor” de Juan Ruiz (1330), más conocido como el Arcipreste de Hita (Arcipreste: sacerdote que, por nombramiento del obispo, tiene autoridad sobre un grupo de parroquias de la misma zona). Aquí encontramos un sinfín de alusiones sexuales, todo con mucha discreción, con tanta clase que llegan a pasar desapercibidas.
El tema central de la obra es el amor, pero hay una distinción entre el amor, no es siempre igual, de manera que el autor hace la distinción entre “loco amor del mundo”, que es un amor profano, carnal y el amor verdadero, que es el amor a Dios.
Con esta excusa, el Arcipreste de Hita narra una serie de aventuras amorosas de todo tipo, para ejemplificar al “loco amor”. El autor narra todo entre la seriedad y comedia, intercala moralidad y atrevimiento. No se lo pierdan.
Cerca de la segunda mitad del siglo XIV, después del año 1350 en Italia, Giovanni Boccaccio publica el “Decamerón”, que nos cuenta la historia de un grupo de jóvenes que se refugian en un castillo huyendo de la peste, para matar al tedio, empiezan a contar cuentos subidos de tono, en los que el drama se junta con la sensualidad, la obra fue criticada, porque que también narraba la historia de unos frailes que andaban con el deseo sexual despierto.
En el “Decamerón”, nos encontramos con 10 jóvenes, a cada uno le toca ser el rey de un día, y cada uno escoge el tema del día. El día 4 hablan de historias de amor con final desgraciado, el día 5 de historias de amor con final feliz, por ejemplo, hay varias adaptaciones cinematográficas de esta historia, pero la de Pier Paolo Pasolini.
En España, nace uno de las grandes obras de la literatura erótica de todos los tiempos, “La Celestina”, (La tragicomedia de Calisto y Melibea) de Fernando de Rojas. En “La Celestina”, los personajes se dejan llevar tanto por el deseo sexual al punto de perder la cordura. El autor nos traslada a la edad media española, haciéndonos participes de las expresiones de la sexualidad en la época.
La Celestina, es una alcahueta (una persona que ayudaba a encontrar y encubrir la relación amorosa y/o sexual entre dos personas que no querían airear esa relación), propicia las condiciones para que la historia termine mal para los protagonistas.
En España también, surgen autores de la talla de Lope de Vega, Tirso de Molina, Francisco de Quevedo, en la obra de esta gente luminosa, lo erótico se mezcla con lo religioso, todo con mucha metáfora, no nos vayamos a meter en líos con el Santo Oficio, esto es la Santa Inquisición para los despistados, que en aquella época ejercía una censura atroz, sobre todo.
En el siglo XVIII, el género erótico se pone de moda, la gente se entregó al libertinaje, de manera que en esta época, hay obras como la famosa novela del francés Pierre Cholercos de Laclos, “Las amistades peligrosas”, en la que encontramos dos clases de personajes, por un lado, unos que son muy libertinos como el Vizconde de Valmont y la pérfida Marquesa de Merteuil, y por el otro unos un poco mojigatos, que en alguna medida se convierten en víctimas de los primeros.
También encontramos en esta época la novela del inglés John Cleland, “Fanny Hill. Memorias de una mujer galante”, que nos lleva entre sus páginas a ser partícipes de la vida y obra de una prostituta.
Fanny es una muchacha que trabaja como prostituta, pupila de la señora Brown, con quien aprende las mañas del oficio en Londres, también tiene una amiga que es compañera oficio, Phoebe, con quien aprende las artes del amor lésbico y como satisfacer a los hombres. Fanny aprende muy bien las lecciones, al tiempo consigue amantes ricos que la ayudan a ascender en económica y socialmente.
A finales del Siglo XVIII, aparece un caballero que revolucionaria la literatura erótica y fundaría las bases para un género hermano del erotismo. Donatien Alphonse François de Sade, Marqués de Sade, también se dedicó a la filosofía y llenó páginas con unos cuentos que sonrojan al más pícaro, en sus obras se dejan caer historias en las que la conducta sexual de los personajes es el eje principal, de su nombre se acuña el sadismo, que no es más que la obtención de placer infligiendo dolor a otros.
El Marqués de Sade, escribió obras como “Filosofía de tocador, “Las 120 jornadas de Sodoma” o “Justine o los infortunios de la virtud”, historias en los que la carga sexual y obscena escandalizaron tanto a los franceses que llegaron a prohibirlas.
En los infortunios de la virtud, Justine, que es una adolescente virtuosa, a la que le pasa de todo, se ve envuelta en situaciones en las que hombres y mujeres de diversas calañas, la incitan a sucumbir al vicio, ella se resiste.
Pero el sadismo no es el único genero hermano del erotismo, aparece luego en Austria el masoquismo, con un exponente destacado, Leopold von Sacher-Masoch, en sus obras hay una encontramos que la obtención de placer, no se genera al producir dolor, sino al recibirlo, el masoquismo que les decía.
Su obra más conocida es “La Venus de las pieles”, en la que narra la historia de un hombre que, decide ser el esclavo sexual de una mujer, firman un contrato sexual de seis meses, con cláusulas que establecían por ejemplo que él le regalaba su cuerpo a su ama, que debía recibir latigazos, el uso de cuero y pieles, que la ama debía someterlo a castigos humillantes y al desprecio.
Entrado a en el siglo XX, el género cobra nuevamente notoriedad, de hecho algunas de las obras de esta época son consideradas master piece de la novela erótica, como “Lolita” de Vladimir Nabokov, una historia muy criticada, porque narra la obsesión sexual y mal sana de un hombre de mediana edad por su hijastra, que tiene 12 años, la cosa es que hasta el día de hoy entendemos que una “Lolita” es una jovencita, una atractiva y sensual, cuando realmente era una víctima de las bajas pasiones de su padrastro, que se excitaba con una menor de edad. Eso es abuso en donde lo pongan.
También encontramos “El amante de Lady Chatterley” del inglés D.H. Lawrence. Aquí, Connie Chatterley, una joven aristócrata casada con un hombre parapléjico, se enreda amorosa y sexualmente con el guardabosques de la finca del marido, se escapaba a dar paseos por el bosquecillo y ahí daban rienda suelta a la pasión. Cada encuentro sexual está descrito con una sublimidad pasmosa, con explicitud, pero con clase.
En el siglo XX también aparecen “Los diarios de Anïs Nin”, que fueron publicados entre 1931 y 1939, en cuatro volúmenes, en los que Anïs, nos hace cómplices de sus secretos más íntimos, de eso que habita en su mente y la lleva a reflexionar abiertamente de aspectos físicos y psicológicos, habla de la relación incestuosa con su padre, de las relaciones que mantenía con sus maridos y sus amantes.
Llegando al final del siglo XX, irrumpió la española Almudena Grandes con “Las edades de Lulú”, que está considerada como una de las 100 mejores novelas en español del siglo XX, por el periódico español El Mundo.
Esta novela nos lleva junto a Lulú, su protagonista, que es al inicio, una jovencita de quince años, Lulú se siente atraída por un profesor universitario amigo de su hermano.
Desea experimentar en el plano sexual con su pareja, se involucra en orgias, tríos, el sexo con personas transexuales.
Si quieren leer literatura erótica, aquí hemos hecho un repaso muy amateur de los orígenes, la evolución y los hitos más importantes y representativos del género, a sabiendas de grandes ausencias, por ejemplo, Las mil y una noche, la “Historia de O” de Pauline Réage, en donde se narra la historia de una fotógrafa de moda parisina, que, por amor a su amante, ingresa en una sociedad sadomasoquista y se convierte voluntariamente en un objeto sexual sometida a todo tipo de prácticas perversas.
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