La vida de la escritora estuvo llena de múltiples altibajos emocionales, hasta que un día su sufrimiento la llevó a la cúspide y decidió acabar con su vida, pero antes de hacerlo, escribió una carta que hoy se considera como una de las obras más crudas y fuertes de toda su carrera. Aquí te contamos todo:
Victoria Woolf (1882-1941) fue una escritora británica considerada una de las figuras literarias más destacadas del siglo XX, escribió numerosos ensayos y poemas que fascinaban al público por su estilo melancólico y romántico.
La escritora sufría de graves problemas emocionales. Padecía de una enfermedad psicológica que hoy se conoce como “trastorno bipolar”, que hace que las víctimas vivan cambios de humor de manera extrema e incontrolable. Pueden pasar de una alegría frenética a un estado depresivo casi al borde del suicidio. En la época de Victoria, todavía no existía este tipo de diagnóstico por lo que nunca pudo ser tratada con éxito, muchos doctores pensaban que simplemente estaba loca.
¿Qué pasaba por la cabeza de Woolf?
La escritora era muy sensible a los cambios a su alrededor, las noticias la impactaban con facilidad y su único respaldo era su esposo, a quien amaba profundamente pero habían tenido muchos problemas los días anteriores a su fallecimiento.
Las peleas con su esposo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la destrucción de su casa en Londres durante los bombardeos del Biltz, hicieron que cayera en un terrible estado de depresión que le impedían trabajar, leer, concentrarse.
Su condición emocional le estaba haciendo difícil vivir, por lo que tomó la decisión de quitarse la vida, no sin antes escribirle a su esposo:
Siento que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Y no puedo recuperarme esta vez. Comienzo a oír voces, y no puedo concentrarme. Así que hago lo que me parece lo mejor que puedo hacer. Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. Creo que dos personas no pueden ser más felices hasta que vino esta terrible enfermedad. No puedo luchar más. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí tú podrás trabajar. Lo harás, lo sé. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que debo toda la felicidad de mi vida a ti. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirlo —todo el mundo lo sabe. Si alguien podía haberme salvado habrías sido tú. Todo lo he perdido excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo.
Virginia cierra la carta diciendo: No creo que dos personas pudieran ser más felices que lo que hemos sido tú y yo. Después de escribirla, se puso uno de sus abrigos favoritos, llenó los bolsillos de piedras hasta más no poder y se lanzó al río Ouse y se ahogó. Su cuerpo fue encontrado días después y quedó en custodia de su esposo.
Aquí tienes una foto de la carta original, con puño y letra de Virginia:
Con información de OpenCulture
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