Pau Enric Serra Marín, Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA – CSIC – UIB) y Anna Traveset, Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA – CSIC – UIB)
Cuando se introduce una especie invasora en un hábitat natural, puede depredar o competir por la obtención de recursos con las especies autóctonas y causar su declive o extinción. Al desaparecer, las interacciones en las que estaba inmersa dicha especie se ven interrumpidas, pudiendo provocar extinciones en cadena.
En islas del Pacífico, por ejemplo, la desaparición de una gran cantidad de aves está llevando a la extinción de especies de plantas que dependen de ellas para dispersar sus semillas.
En otros casos, la extinción de frugívoros (animales que se alimentan de frutos) de gran tamaño ha llevado a que las plantas produzcan actualmente frutos más pequeños. Esto se ha encontrado en palmeras de Brasil, por ejemplo, y también en algunas islas, como Canarias. Allí, la extinción de grandes lagartos endémicos ha provocado que las plantas que dependen de estos animales para su reproducción produzcan ahora frutos menores. Estos son consumidos por lagartos más pequeños, que pueden dispersar sus semillas.
El problema de las especies invasoras se ha intensificado en las últimas décadas con el comercio de especies exóticas, la globalización, el turismo y el cambio climático, hasta llegar a ser la segunda mayor causa de pérdida de biodiversidad.
Las especies insulares, más vulnerables
Las islas son especialmente sensibles a las invasiones biológicas, ya que albergan menos especies y algunas de ellas desempeñan funciones ecológicas únicas y, por tanto, no pueden ser reemplazadas por otras especies. La desaparición de una especie en los ecosistemas insulares suele tener consecuencias más negativas que en los continentes. Esto es lo que hemos encontrado en al menos dos casos estudiados por el Grupo de Ecología Terrestre del IMEDEA.
El primer caso es el del olivillo o Cneorum tricoccon, un arbusto de origen terciario y presente en muchas de las islas e islotes de Baleares, que es dispersado por la lagartija Balear Podarcis lilfordi en Mallorca, Menorca y sus respectivos islotes y por la lagartija de las Pitiusas (Podarcis pityusensis) en Ibiza, Formentera e islotes. En el pasado, esta planta era aparentemente dispersada por la tortuga gigante Cheirogaster gymnesica, que habitaba las islas más grandes antes de extinguirse.
La otra especie vegetal con una fuerte dependencia de la lagartija balear es el arbusto Daphne rodriguezii, un endemismo balear que solo se encuentra en Menorca y en un islote adyacente, el islote de Colom. En este caso, la planta depende únicamente de este reptil para poder dispersar sus semillas.
Especies extintas y en peligro
Desde su llegada a las islas, los humanos introdujeron muchas especies. Algunas de ellas se convirtieron en especies invasoras. Por ejemplo, la comadreja fue introducida por los romanos (s. I a. e. c.), la gineta por los árabes (s. VIII) y la marta por los reinos cristianos (s. XV).
Estos carnívoros, introducidos en mayor número en Mallorca y Menorca, depredaron sobre las lagartijas hasta extinguirlas, poniendo en serio peligro a varios endemismos vegetales dependientes de las lagartijas para su supervivencia. Hoy en día solo encontramos la lagartija balear en los islotes, donde estos depredadores invasores no fueron introducidos.
Las consecuencias para Daphne rodriguezii han sido devastadoras y, de hecho, la planta está actualmente catalogada en peligro de extinción por la IUCN. Su mayor población se encuentra en el islote de Colom, donde la densidad de lagartijas sigue siendo elevada. En Menorca, las poblaciones han quedado restringidas a contadas zonas y reducidas a unos pocos individuos, ya que la dispersión de semillas es prácticamente nula.
El olivillo, cambios de distribución y evolución
El caso del olivillo fue diferente, y muy curioso. Los fósiles de lagartija balear se encuentran en Mallorca y Menorca, pero siempre por debajo de los 500 metros de altitud. Esto sugiere que la distribución original de la planta antes de la llegada de los invasores no sobrepasaba esa altitud.
Hoy en día, sin embargo, encontramos poblaciones de olivillo en Mallorca por encima de los 1 000 metros de altitud. Si sus dispersores nativos se han extinguido, ¿cómo puede ser que el olivillo tenga ahora una distribución más amplia?
Resulta que una de las especies invasoras, la marta concretamente, no solo es carnívora, sino que también incluye frutos en su dieta. En Mallorca se ha encontrado que esta especie consume una gran cantidad de frutos de olivillo, dispersando muchas semillas en sitios donde pueden germinar. La marta tiene una amplia distribución; puede encontrarse por encima de los 1 000 metros. Por eso actualmente crece olivillo a esa altitud.
Hoy día, el olivillo en Mallorca depende de las martas para dispersar sus semillas, mientras que en los islotes sigue dependiendo exclusivamente de las lagartijas. Se trata de un escenario idóneo para comparar las interacciones planta-animal de la isla con las de los islotes.
Además, se ha encontrado que los frutos del olivillo en Mallorca son mayores que en los islotes. Esto se explica porque las martas seleccionan frutos más grandes –con semillas de mayor tamaño– para obtener más pulpa. En los islotes, y especialmente en los de Pityusas, las lagartijas se alimentan de los frutos más pequeños debido a la limitación de su obertura bucal.
Ha habido, por tanto, una fuerte presión selectiva en el tamaño de los frutos ejercida por la marta durante los aproximadamente 500 años que ha habitado en Mallorca. Dicha presión selectiva es contraria a la que han ejercido durante millones de años las lagartijas en los islotes. Hoy sabemos que estos animales interaccionan con, al menos, 23 especies de plantas.
El trabajo que publicamos en la revista Evolution en septiembre de 2019 describió por primera vez las consecuencias evolutivas de las disrupciones causadas por las especies invasores.
Aunque la marta en su día contribuyó a la extinción de poblaciones de lagartijas, en el presente actúa como un dispersor legítimo del olivillo, especialmente en Mallorca. En Menorca, la marta parece no ser tan frugívora y se alimenta en mayor medida de presas animales. Actualmente existe una única población de olivillo en esta isla, con serios problemas de regeneración y en riesgo de extinguirse en un futuro cercano.
Debido a las invasiones biológicas en un contexto de cambio global, el número de alteraciones de interacciones planta-animal documentadas está creciendo rápidamente. El estudio de estas interacciones es clave para entender el papel ecológico que desarrollan las especies en un ecosistema silvestre y para conocer las consecuencias de su pérdida. Este conocimiento nos ayudará a mejorar la gestión de áreas naturales y a evitar más extinciones en cadena.
Pau Enric Serra Marín, Biólogo y técnico medio de investigación, Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA – CSIC – UIB) y Anna Traveset, Research professor, Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA – CSIC – UIB)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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