Concepcion Capilla Díaz, Universidad de Granada y Rafael A. Caparros-Gonzalez, Universidad de Granada
La batalla a la que nos hemos enfrentado a nivel mundial durante la pandemia de covid-19 no es algo desconocido. Si bien es cierto que no de la misma manera, ni con los mismos medios, las enfermeras y, antes de que existiera este oficio en su concepción moderna, las cuidadoras de enfermos han luchado contra las pandemias desde siempre.
La enfermería es una profesión histórica; cuidar es su ciencia. En muchos casos se ha hecho de manera altruista y sin reconocimiento, como demuestran estos cuatro episodios históricos.
El rol de las mujeres en la peste negra
La plaga de Justiniano (siglo VI), la peste negra (siglo XIV) y la peste del siglo XIX. El mecanismo de transmisión de estas tres grandes epidemias fue el mismo: las ratas como reservorios o portadoras de pulgas infectadas por la bacteria Yersinia pestis, que llegaban a bordo de barcos con marineros enfermos huyendo de sus países por la enfermedad. Vamos a detenernos en la segunda.
En el siglo XIV nada se conocía ni del microbio patógeno que se cobró la vida de un 20 % de la población ni de cómo se transmitía. De manera intuitiva, los médicos establecieron las primeras cuarentenas (de los barcos en el puerto de Marsella), el uso de mascarillas (las máscaras picudas que acabaron siendo un popular disfraz en el carnaval de Venecia) y el equipo de protección individual de aquellos tiempos, que eran unas chaquetas largas.
Pero ¿quién sufrió más la peste negra? Aunque los distintos estudios biológicos muestran que la epidemia afectó a todos por igual, cabe señalar que existió una marcada diferencia sobre quién se expuso más al contagio: fueron las mujeres, quienes comúnmente se hacían cargo del cuidado de los enfermos, tanto dentro como fuera del hogar. Además, el hecho de que pudieran estar embarazadas aumentaba su riesgo de muerte.
Enfermería y viruela
Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762) fue una aristócrata viajera y escritora. Hija mayor del duque de Kingston y marqués de Dorchester, durante una estancia en Constantinopla observó cómo las ancianas extraían pus de las pústulas de enfermos de viruela y lo introducían a través de una incisión en otras personas, como profilaxis contra la enfermedad. Lady Montagu realizó esta práctica de inoculación en sus hijos, aunque es Edward Jenner (1749-1823) quien figura oficialmente como descubridor de la vacuna.
Contra la misma dolencia trabajó la española Isabel Zendal Gómez, quien, junto al médico Francisco Javier Balmis, viajó en la corbeta María Pita en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806), rumbo a América. Su misión era cuidar de 22 niños inoculados de viruela.
La vacuna debía ser llevada por niños que no hubieran pasado la enfermedad y se transmitía de uno a otro cada 9 o 10 días. Isabel le introdujo el patógeno a su hijo Benito Vélez, de nueve años, que formó parte de la expedición.
Teresa Romero y el ébola
Más reciente es el caso de Teresa Romero, auxiliar de enfermería, que se contagió en 2014 en el hospital Carlos III (Madrid), después de atender a un religioso que había contraído el virus del Ébola en África.
Según palabras de la propia Teresa, “lo más duro de toda la enfermedad fue que me culparan del contagio”. Además, relató que la experiencia le causó muchos problemas psicológicos. Todo le parecía complicado, no entendía muchas cosas y se sentía triste y perdida.
2020: el año de la covid-19 y las enfermeras
Aunque la primera ola de la pandemia por la covid-19 en 2020 tuvo un fuerte impacto en todos los profesionales sanitarios, fue mayor en las enfermeras. La gravedad de la crisis sanitaria y la sobrecarga de trabajo en los hospitales se tradujeron en un aumento de los hábitos tóxicos y las alteraciones de la salud mental.
También hay que destacar la labor realizada en las residencias, donde el impacto de la reciente pandemia sacó a la luz la precariedad de recursos humanos, materiales y formativos que sufrían dichos centros. Sus profesionales manifestaron en una investigación reciente sentimientos de impotencia, abandono y deshumanización.
El 2020 fue así mismo el Año Internacional del Personal de Enfermería y Partería, el de las profesionales que desde muchos siglos atrás han cuidado y seguirán cuidando de la población en época de pandemias. Reconozcamos su labor con mejoras laborales para que sigan apareciendo en la historia, aunque esperemos no tener que vivir más crisis como la de la covid-19.
Concepcion Capilla Díaz, Profesora Ayudante Doctora. Departamento de Enfermería., Universidad de Granada y Rafael A. Caparros-Gonzalez, Profesor Ayudante Doctor de Ciencias de la Salud (Enfermería), Universidad de Granada
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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