La exposición de los bebés a las discusiones entre sus progenitores influye en la forma en que sus cerebros procesan la emoción y el estrés, ha revelado un estudio realizado con una veintena de niños de solo unos meses de edad. El hallazgo demuestra que el estrés moderado (y no sólo el severo) puede condicionar el desarrollo neuronal humano en fases tempranas.
La exposición de los bebés a las discusiones entre sus padres condiciona la forma en que sus cerebros procesan el tono emocional de las voces, ha revelado un estudio que saldrá publicado en la revista Psychological Science, de la Association for Psychological Science (aps) de Estados Unidos.
La investigación, realizada por los científicos Alice Graham, Phil Fisher y Jennifer Pfeifer, de la Universidad de Oregón, constató que los bebés responden a tonos de voz enojada, incluso cuando están dormidos.
Los cerebros de los bebés tienen una gran plasticidad que les permite desarrollarse en respuesta a los ambientes y situaciones que experimentan. Pero esta plasticidad entraña cierto grado de vulnerabilidad: investigaciones previas ya habían demostrado que el estrés severo, como el provocado por los malos tratos, tiene un impacto negativo muy importante en el desarrollo de los niños.
Lo que Graham y sus colaboradores quisieron averiguar fue cuál sería el impacto de factores de estrés más moderados en el cerebro de los bebés.
«Estábamos interesados en saber si una fuente más común de estrés en una fase inicial de la vida de los niños – el conflicto entre sus padres – podía asociarse con la funcionalidad de sus cerebros», explica Graham en un comunicado de la aps.
Para tratar de averiguar este punto, los científicos decidieron aprovechar una tecnología puntera: la exploración de resonancia magnética funcional (fMRI), que permite mostrar en imágenes las regiones cerebrales que ejecutan una tarea determinada.
En el estudio participaron veinte bebés, de edades comprendidas entre los seis y los 12 meses, que acudieron al laboratorio en su horario de sueño regular.
Mientras los pequeños dormían en el escáner, les fueron presentadas frases sin sentido, pronunciadas en un tono muy enfadado, ligeramente enojado o feliz y neutro. La voz escogida para el experimento fue la de un adulto masculino.
«Incluso durante el sueño, los cerebros de los bebés mostraron distintos patrones de actividad, en función del tono emocional de la voz que les presentamos», afirma Graham.
Más concretamente, los investigadores constataron que los niños que procedían de hogares conflictivos presentaban una mayor reactividad al tono de voz muy enojado, en áreas del cerebro relacionadas con el estrés y la regulación de las emociones, como la corteza cingulada anterior, el núcleo caudado, el tálamo y el hipotálamo.
Anteriores estudios con animales han demostrado que estas áreas cerebrales juegan un papel importante en el impacto del estrés sobre el desarrollo en las primeras etapas de la vida. Los resultados de esta nueva investigación sugieren que lo mismo podría ocurrir con los bebés humanos.
Según Graham y sus colaboradores, estos hallazgos muestran que los bebés no son ajenos a los conflictos entre sus padres, y que su exposición a dichos conflictos pueden influir en la forma en que sus cerebros procesan la emoción y el estrés.
Fuente: tendencias21.net
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